A tan solo 40 kilómetros de la frontera con España, en el centro de la comarca de Conflent, se encuentra el pueblo de Villefranche de Conflent. Galardonado con el distintivo de Patrimonio de la Humanidad gracias a que alberga tres espacios declarados como patrimonio mundial de la UNESCO. Su cercanía con la frontera nacional y su gran riqueza arquitectónica lo convierte en un lugar perfecto para una escapada.
EL LEGADO DE VAUBAN
Encastada en el estrecho Valle de Tet, la villa franca fue arrebatada de las manos del conde de la Cerdanya Guillem Ramón, después de un asedio de seis días en el 1654. Después de arrancar el escudo real catalán de la puerta oriental y saquear la localidad, los franceses tomaron este enclave estratégico próximo a la frontera y desde entonces la localidad pertenece a Francia.
Fue desde el 1669 hasta el 1687 cuando el ingeniero militar Sébastien Le Prestre de Vauban fortificó la ciudad. En la actualidad, las edificaciones fortificadas forman parte del Patrimonio de la Humanidad bajo la denominación de fortificaciones de Vauban.
FORT LIBERIA
Alzándose sobre Villefranche de Conflent, en una ubicación estratégica, se erige el Fort Liberia, uno de los principales atractivos de esta ciudad fortificada. El fuerte centinela obra de Vauban, está construido a tres niveles. Se accede por una pasarela y puente levadizo protegido por una torre principal. En el nivel principal, protegida por una imponente muralla, se encuentra la plaza principal. En esta idílica plazoleta se encuentra una bucólica iglesia con un campanario y una terraza, que la convierte en un lugar perfecto para disfrutar de la joie de vivre.
UN PASEO INTRAMUROS
La mejor manera de descubrir este enclave es deambular por sus calles empedradas. Esta villa fortificada está repleta de negocios de artesanos decorados con carteles de hierro donde poder comprar diferentes productos artesanales, así como manjares típicos de esta región.
Villefranche de Conflent ofrece una oferta gastronómica propia de la zona fronteriza, una cocina catalana y francesa. Podrás disfrutar de la gastronomía de la región a través de los platos más típicos como los caracoles, las fougasses, quesos y las catorce denominaciones de origen de vino.
UN RECORRIDO POR EL CIELO Y EL INFRAMUNDO
La región ofrece una gran variedad de actividades para disfrutar de la belleza natural de los Pirineos Orientales, como el tren Jaune, el tren amarillo de la Cerdaña. Este tren sale desde Villefranche y transcurre por un paraje pirinaico hasta llegar a Latour de Carol. El recorrido de 63 kilómetros de tres horas de duración pasa el valle del río Tet, el Macizo de Canigó y el viaducto Gisclard.
Para los amantes del mundo subterráneo, en las cercanías, se encuentran las Grottes des Canalettes. Estas cuevas, iluminada por un espectáculo de luces, repleta de reliquias naturales formadas por la naturaleza durante milenios.