El número de nacimientos en la provincia de Buenos Aires registra un descenso del 34% en los últimos tres años y los expertos lo atribuyen a una combinación de factores, que van desde la prolongada crisis económicas y la falta de acceso a la vivienda, hasta cambios culturales más profundos, como la disminución en las tasas de fecundidad impulsada por la educación sexual integral y el acceso a los anticonceptivos.
De acuerdo a un informe que proporcionó el Registro Provincial de las Personas a este medio, los registros de nacimientos en territorio bonaerense muestran una marcada tendencia a la baja: durante el mes de septiembre de 2021 se inscribieron 15.314 bebés, mientras que en el mismo mes de 2022 la cifra descendió a 12.513.
Esa merma continuó en 2023, con un total de 11.352 nacimientos, y el descenso se acentuó en 2024, cuando el número de inscripciones cayó a 10.091, lo cual refleja una disminución acumulada del 34% en comparación con el mismo mes de 2021.
La decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral e Investigadora miembro del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad, Lorena C. Bolzon, analizó «que los datos de la provincia de Buenos Aires están en línea con las decrecientes tasas de natalidad de nuestro país y sus distintas jurisdicciones».
Desde el CENSO de 1991, se observa que la pirámide poblacional comenzó a reducirse en su base, situación que aumentó paulatinamente hasta consolidarse en los registros de 2010 y 2022, donde esta tendencia se consolidó y la pirámide de 2022 denotó una marcada disminución de la fecundidad.
Aseguró la experta que esa baja en la natalidad responde a factores multicausales, con el contexto económico adverso como una de las principales razones. «Es lógico que ante situaciones económicas difíciles, las personas reduzcan cualquier tipo de egreso, y lamentablemente, entre esos gastos se incluye la decisión de tener hijos», explicó.
«Sin embargo, en otros países con situaciones económicas más favorables el descenso de la natalidad es también un hecho», dijo.
Advirtió que las políticas que buscan incentivar la natalidad deben ser integrales y no aisladas, y destacó la importancia de enfocarse en mejorar las condiciones laborales, de ofrecer incentivos fiscales para las familias, créditos para la vivienda y licencias laborales más flexibles.
La profesional reconoció que la postergación o el rechazo de la maternidad para el desarrollo profesional o personal pueden incidir, pero estimó que «no son prioritarias» y puntualizó que «la principal causa en este sentido es la falta de una pareja estable con quien concretar el proyecto familiar».
No obstante, admitió que «los espacios laborales no siempre son pro-familia» dado que «en muchos casos se pone a la persona en la disyuntiva de tener que elegir el desarrollo profesional o el familiar, como si ambos aspectos fueran incompatibles».
«Políticas laborales más flexibles para ambos miembros de la pareja, permiten asumir responsabilidades compartidas también dentro del hogar. Ello puede impulsar el desarrollo laboral y profesional de ambas partes y una mejora para la familia», planteó.
Otro de los factores que Bolzon consideró determinantes en la caída de los nacimientos es el aumento del costo de vida, que lleva a muchas personas a preferir familias pequeñas y dijo que, de acuerdo al INDEC, entre 2001 y 2022, el número de mujeres con más de cinco hijos se redujo de 1.533.421 a 608.617.
Asimismo, para la decana, el impacto del acceso a métodos anticonceptivos y la educación sexual integral fueron clave en la baja de la natalidad.
Bolzon también señaló que un factor fundamental es la dificultad para formar relaciones estables. «La falta de una pareja con quien concretar el proyecto familiar es una cuestión de fondo», subrayó y analizó que «en un mundo hiperconectado, la soledad es una realidad dramática que afecta las decisiones familiares».
Por otro lado, Rafael Rofman, investigador del programa de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), sugirió que la caída en los nacimientos no está necesariamente ligada a cuestiones coyunturales como las crisis económicas.
«La baja de la fecundidad es un proceso de siglos y décadas, que en Argentina se aceleró desde 2014, pero en todo el mundo viene bajando», explicó.
Para Rofman, la tendencia está más vinculada a transformaciones sociales, particularmente al cambio en el rol de la mujer. «Las mujeres jóvenes tienen más autonomía, más oportunidades incluso en contextos de crisis, y otras aspiraciones en términos de carrera laboral y estudios», señaló.
El economista y magister en demografía social enfatizó que la postergación o rechazo de la maternidad es una elección relacionada con las nuevas oportunidades que tienen las mujeres en la actualidad, con su mayor autonomía, así como con otro tipo de aspiraciones en la carrera laboral y en los estudios.
Para el experto, la introducción de anticonceptivos más accesibles y efectivos, como los implantes subdérmicos que se empezaron a distribuir en Argentina desde 2014, también tuvieron impacto, pero aclaró que «la baja fecundidad tiene más que ver con los roles que la gente elige para sí misma en la sociedad».
«Como todo esto se origina en más equidad y más oportunidades, implica tener más derechos. Es una elección basada en que las personas tienen más oportunidades que antes, por lo tanto es algo bueno y genera ventajas», opinó.
En cuanto al impacto a largo plazo, Rofman vio en este fenómeno una oportunidad para repensar el sistema educativo y la economía. «Por primera vez en la historia, están ingresando menos niños a la escuela primaria, lo que permite a los gobiernos provinciales pensar en cómo utilizar los recursos de manera más eficiente, en lugar de seguir construyendo más escuelas y contratando más docentes porque los que hay no alcanzan», explicó.
Subrayó que «la baja en la fecundidad es buena siempre», pero reconoció que el envejecimiento poblacional también plantea desafíos, especialmente en términos de sostenibilidad del sistema previsional.
«Habrá más adultos mayores que personas trabajando, lo cual representa un problema para el futuro», advirtió y consideró que la solución está en adoptar políticas públicas tendientes a lograr inversiones estratégicas en capital humano y tecnológico a fin de aumentar la productividad de la economía.
«Si logramos que quienes están trabajando sean más productivos, este desafío se puede enfrentar con éxito», manifestó y planteó que «si la economía crece, no será un problema el sistema previsional porque habrá riqueza para distribuir».