Los niños con asma que viven en ciudades sufren menos los síntomas de la enfermedad si tienen un parque o espacio verde cerca, afirmó hoy la investigadora estadounidense Kelli DePriest durante el Congreso Internacional de la Sociedad Respiratoria Europea 2017, que comenzó antes de ayer en Milán, Italia.
Durante el estudio, DePriest, quien es enfermera y realizó el trabajo como parte de su doctorado en las escuelas de Enfermería y Medicina de la Universidad «Johns Hopkins» y de Medicina de la Universidad de Maryland en Baltimore, Estados Unidos, examinó a niños de la zona centro de la ciudad con asma persistente, comparó el número de días que sufrieron síntomas durante dos semanas y descubrió que por cada 305 metros de distancia entre la vivienda y el espacio verde, el chico sumaba 24 horas de sintomatología.
«Vivir en un ambiente urbano aumenta el riesgo de asma en la niñez, y factores asociados con la vida en la ciudad, como la contaminación del aire, también son conocidos por contribuir a altas tasas de asma», dijo la especialista durante el congreso, que este año se organizó bajo el lema «El arte de respirar» y del que participó Télam.
Y continuó: «Sin embargo, investigaciones anteriores sugirieron que los niños con asma pueden beneficiarse del ejercicio, y la presencia de espacios verdes promueve la actividad física y ayuda a reducir la contaminación».
Así, la investigadora y su equipo querían ver si algo tan simple como vivir cerca de un parque podía ayudar a los niños que sufren de asma mal controlada en la ciudad de Baltimore, que tiene alrededor de 620.000 habitantes y niveles de contaminación similares a los de Nueva York y Los Ángeles.
Para ello, entrevistaron a padres de 196 niños de entre tres y 12 años que habían ido a la guardia o sufrido una internación al menos dos veces durante el último año.
«Dentro de ese grupo había mayormente niños afroamericanos cuyas familias eran de un nivel socioeconómico bajo, por lo que representaban una población de alto riesgo de mortalidad relacionada con el asma», explicó la enfermera.
Los investigadores preguntaron a los padres cuántos días había sufrido el niño síntomas como falta de aliento, dolor en el pecho y sibilancias, y además mapearon las distancias entre las direcciones de sus hogares y el espacio verde más cercano.
Así, descubrieron que los niños tenían «un día extra de síntomas por cada 305 metros entre su casa y el parque».
«Por ejemplo, un niño que vivía al lado de un parque tuvo un promedio de cinco días sintomáticos, mientras que otro que vivía a 305 metros del parque tuvo seis días sintomáticos. Entre los niños mayores, los que vivían al lado del parque tenían un promedio de cinco días sintomáticos, mientras que quienes vivían a sólo 152 metros del parque tenían seis días sintomáticos», graficó la investigadora.
Además, según DePriest, «el efecto parece más fuerte en niños de seis años o más», lo que «podría deberse a su mayor libertad para elegir dónde quieren ir en comparación con los más pequeños».
«Esos resultados son importantes porque brindan un mayor apoyo y evidencian los beneficios que generan los parques en las ciudades, además de sugerir que políticas de construcción adecuadas podrían mejorar la salud de los niños», destacó.
Y agregó: «También ayudarán a los médicos a tener una visión más holística de sus pacientes, mediante la comprensión de que el acceso a espacios verdes afecta la salud».
La especialista adelantó que planea expandir su investigación para «analizar la relación entre los diversos espacios verdes, como parques y jardines, y su relación con los síntomas del asma en niños».