Un informe revela que un 35 % de las mujeres mayores cuidadoras con enfermedad crónica padecen una sobrecarga diaria muy alta. La cronicidad sumada a los cuidados de otras personas genera una gran limitación del tiempo que dedican estas mujeres a su autocuidado.

Fuente: EFE

El doble peso de las mujeres mayores cuidadoras: cronicidad y sobrecarga

EFE/Isaac Fontana

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La Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) ha presentado los resultados de su estudio ‘Impacto de la enfermedad crónica en mujeres mayores cuidadoras’, un análisis exhaustivo realizado en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, que visibiliza las consecuencias de la doble condición de ser mujer mayor con enfermedad crónica y desempeñar un papel de cuidadora de familiar.

El objetivo del informe es destacar los desafíos que enfrentan las mujeres e impulsar cambios estructurales que promuevan la atención biopsicosocial de las mujeres que tienen el doble papel de mujer cuidadora y con enfermedades crónicas complejas.

La muestra del estudio cuenta con 552 casos del colectivo de personas con necesidades crónicas de salud mayor de 65 años, residentes en el territorio del Estado Español

En relación al estado de salud, aunque las mujeres mayores cuidadoras presentan el estado de avance de la enfermedad crónica principal menos avanzado (5,7 de media frente a 6,8 en las no cuidadoras), su percepción sobre su salud es significativamente más negativa.

Un 31 % de las cuidadoras califican su estado de salud como “malo” o “muy malo”, en contraste con el 20 % de las no cuidadoras y el 17 % de los hombres.

Estos datos reflejan “cómo las demandas físicas y emocionales del cuidado intensifican su percepción de limitaciones físicas y psicológicas y afectan negativamente a su bienestar”, afirma la Plataforma.

Mujeres mayores cuidadoras
Portada del Estudio del Imoacto de la Enfermedad Crónica en mujeres mayores cuidadoras de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes. Foto cedida.

El cuidado

Por otro lado, un 35 % de las cuidadoras reporta una sobrecarga de los cuidados muy alta.

El informe destaca que las mujeres destinan 7 horas al día de media al cuidado, mientras que los hombres 3 horas.

La mayor parte de las tareas realizadas por mujeres cuidadoras (que ocupan un 60 % de su tiempo) son a los cuidados personales como lavarse, acostarse, levantarse, vestirse y alimentarse, pero además realizan un 40 % de tareas domésticas y de soporte general.

Este patrón es incluso más marcado cuando se comparan con las mujeres no cuidadoras: estas últimas solo asumen un 20 % de tareas de cuidado personal, centrándose más en actividades organizativas y asistenciales.

En este punto, la POP comenta que “la cronicidad junto con el rol de cuidados y la condición de mujeres (por las desigualdades en los roles de género) generan una severa limitación del tiempo para sí mismas, lo que pone de manifiesto la necesidad de implementar medidas de apoyo para aliviar este esfuerzo y para su salud, cuidando a las cuidadoras”.

Largas espera para ayudas económicas

El informe destaca que las mujeres mayores cuidadoras tienen un acceso limitado a prestaciones económicas, lo que agrava su vulnerabilidad.

Esta situación se ve empeorada por los prolongados tiempos de espera para recibir ayudas de la Ley de Dependencia en España, con una media de 324 días. 

Estas demoras no solo afectan la calidad de vida de las cuidadoras, sino que también incrementan su carga económica y emocional, al no disponer oportunamente de los recursos necesarios para desempeñar su labor de cuidado.

Desigualdades en roles de género y autocuidado

El estudio también recalca que las mujeres cuidadoras dedican un 40% de su tiempo a tareas domésticas, además de los cuidados personales, ampliando su alcance a redes familiares más extensas.

Esto contrasta con los hombres, quienes limitan sus cuidados al núcleo inmediato, reflejando desigualdades de género en la distribución de responsabilidades.  ​

Esta doble carga de cuidar y ser mujer influye en una menor adherencia a tratamientos médicos (64% frente al 78% en mujeres no cuidadoras) y limita significativamente su capacidad de priorizar la atención a su propia salud.

También las no cuidadoras cuidan más su salud, siendo más adherentes a la medicación y siguiendo las indicaciones y cuidados indicadas por su médico.

“El curso de las enfermedades crónicas que padecen y otros aspectos de su salud relacionados pueden generar mayor descuido de la propia salud por ser cuidadoras y mujeres. Además, cabe atribuir la mayor desatención de las cuidadoras frente a las no cuidadoras por el efecto de estar cuidado a otro familiar”, afirman desde la Plataforma.

Impacto en la vida y en la salud mental

En cuanto a la satisfacción vital, el estudio refleja que solo un 40% de las cuidadoras califican su satisfacción con la vida como “alta” o “muy alta”, frente al 52% de los hombres.

La mayor parte de las personas entrevistadas señalan haber padecido algún problema de carácter psicológico debido a su enfermedad.

Los sentimientos de estrés (62%), pérdida de control sobre su vida (45%) y culpa (40%) son comunes, “lo que subraya la necesidad de programas de apoyo emocional y psicológico específicos para este colectivo”, subraya la POP.

En este sentido, desde la entidad confirma que “la falta de tiempo para sí mismas y la peor salud mental afecta también a una mayor insatisfacción con la vida que se vive y sus diferentes ámbitos. Las cuidadoras están más insatisfechas con su vida, lo cual es atribuible a su condición de cuidadoras”. 

Además, la mayor parte de las personas entrevistadas han padecido algún problema de carácter psicológico debido a su enfermedad.

Entre las más frecuentes están el cansancio o fatiga, problemas del sueño, apatía, tristeza, malestar psicológico y ansiedad.

Recomendaciones

Desde la POP presentan algunas propuestas para mejorar la calidad de vida de las mujeres cuidadoras:

  1. Incorporar políticas de género en el diseño de los servicios sanitarios y sociales: Las desigualdades en roles de cuidado y salud entre mujeres y hombres requieren enfoques interseccionales en la planificación sanitaria y social. Esto incluye diseñar servicios sensibles al género, con medidas específicas para apoyar a las cuidadoras.
  2. Incrementar el acceso a servicios profesionales de apoyo domiciliario: Las cuidadoras reportan una carga elevada de cuidados diarios. Es fundamental ampliar los servicios de asistencia domiciliaria, como cuidadores profesionales, y garantizar su accesibilidad para aliviar la carga de cuidado en las mujeres mayores.
  3. Desarrollar ampliar programas de respiro específicos para cuidadoras mayores: Implementar servicios de respiro que permitan a las cuidadoras disponer de tiempo personal, evitando o disminuyendo el agotamiento físico y mental.
  4. Implementar sistemas de evaluación periódica del estado de salud física y mental de cuidadoras:Establecer evaluaciones regulares de salud física y mental para identificar a tiempo problemas de salud específicos en cuidadoras. Estas evaluaciones podrían integrarse en los sistemas de información de la atención primaria y comunitaria.
  5. Desarrollar redes de apoyo comunitario para personas mayores cuidadoras con la colaboración de organizaciones de pacientes: Fomentar redes locales o digitales que conecten a cuidadoras mayores, facilitando el intercambio de experiencias y la creación de un sentido de comunidad. Estas redes también pueden ser un canal para acceder a información sobre recursos y servicios disponibles.
  6. Fomentar programas de apoyo emocional y psicológico dirigidos a cuidadoras: Dado que las cuidadoras reportan niveles elevados de estrés, pérdida de control y sentimientos de culpa, se deben implementar programas específicos de apoyo emocional y psicológico.
  7. Desarrollar programas de formación en autocuidados y seguimiento de la enfermedad crónica teniendo en cuenta la brecha digital: Las cuidadoras muestran menor adherencia a la medicación y cumplimiento de recomendaciones médicas. Es crucial ofrecer formación específica en autocuidados, gestión del tiempo y estrategias para equilibrar el cuidado propio y el de otras personas.