Cada 14 de junio, la ciudad de Rosario revive el nacimiento de uno de sus hijos más icónicos: Ernesto Guevara. El Che, símbolo de revolución, mito global y figura controvertida, sigue generando pasiones a casi un siglo de su llegada al mundo. Entre murales, centros culturales y homenajes, la ciudad lo recuerda, y el país debate su legado.
El 14 de junio de 1928, en una casona del barrio rosarino de Alta Córdoba, nació quien con el tiempo se convertiría en uno de los íconos políticos y culturales más universales del siglo XX: Ernesto Guevara. Médico, guerrillero, diplomático, autor, pensador, revolucionario. Su rostro recortado en blanco y negro se convirtió en un símbolo global de rebeldía, replicado en murales, remeras, banderas, y hasta en tazas y llaveros. Sin embargo, detrás del mito, hay una vida marcada por las contradicciones de un hombre que eligió luchar —y morir— por sus ideas.
Cada junio, Rosario conmemora su nacimiento con actividades culturales, homenajes y visitas al sitio donde hoy se alza el Centro de Estudios Latinoamericanos Ernesto Che Guevara, en pleno centro de la ciudad. Aunque nació en esa ciudad portuaria, el Che se crio en Alta Gracia, Córdoba, donde las sierras aliviaban su asma y donde empezó a forjar su personalidad sensible y combativa. Su infancia fue de libros, ajedrez, fútbol y largas caminatas con su madre. Desde temprano, se destacó por su curiosidad y su mirada aguda sobre las injusticias sociales.
El viajero incansable
Estudió medicina en Buenos Aires, pero el viaje en motocicleta que realizó en 1952 junto a su amigo Alberto Granado por Sudamérica marcaría un antes y un después. Recorrieron más de 8.000 kilómetros desde Argentina hasta Venezuela, y en ese trayecto, Guevara fue testigo directo de la pobreza, la explotación y la desigualdad que atravesaban el continente. Esa experiencia encendió en él una vocación transformadora que lo alejó de la práctica médica y lo acercó al marxismo.
Poco después, en México, conoció a Fidel Castro y se sumó al Movimiento 26 de Julio. En 1956 desembarcó en Cuba y se convirtió en uno de los líderes centrales de la Revolución Cubana, que en 1959 derrocó al dictador Fulgencio Batista. Desde entonces, fue ministro del nuevo gobierno, impulsó la alfabetización, la reforma agraria y la industrialización del país caribeño, y representó a Cuba ante las Naciones Unidas.
Mito, debate y herencia
La imagen del Che excede los límites de la política. Para algunos es un símbolo de justicia social y compromiso revolucionario; para otros, un personaje autoritario, responsable de fusilamientos y políticas polémicas. La polarización en torno a su figura persiste hasta hoy. Pero lo que nadie discute es la magnitud de su impacto: es uno de los argentinos más conocidos en el mundo, junto a figuras como Messi, Maradona o el Papa Francisco.
Fue asesinado el 9 de octubre de 1967 en La Higuera, Bolivia, tras ser capturado por el ejército local con apoyo de la CIA. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común y hallado recién en 1997. Hoy sus restos descansan en un mausoleo en Santa Clara, Cuba, donde cada año miles de personas lo visitan.
Su legado se enseña en universidades, se estudia en libros y se canta en canciones. Desde el «Hasta la victoria siempre» hasta su carta de despedida a Fidel, el Che dejó frases que marcaron a generaciones. Y a casi 100 años de su nacimiento, todavía interpela a jóvenes que buscan un sentido más allá del mercado o el éxito individual.
Rosario y el Che: la ciudad que lo vio nacer
La ciudad de Rosario lo recuerda con murales en barrios populares, con recorridos turísticos por los sitios emblemáticos y con actos cada 14 de junio. En el lugar exacto donde nació —la calle Entre Ríos 480— se encuentra una placa conmemorativa que año a año recibe flores, banderas y visitas de curiosos, militantes y turistas.
El Centro de Estudios Ernesto Che Guevara organiza charlas, debates y exposiciones sobre su figura y la historia de América Latina. También se puede visitar la estatua de bronce a escala real ubicada en el parque Irigoyen, una obra de Andrés Zerneri realizada con llaves y bronce donados por personas de todo el país. El monumento no sólo conmemora su nacimiento, sino que busca celebrar al Che como patrimonio colectivo.
¿Qué dice hoy el Che?
A casi 60 años de su muerte, el Che sigue apareciendo en pancartas de protestas, en actos estudiantiles y en campañas sociales. Algunas de sus ideas —como el internacionalismo, la austeridad o la ética militante— vuelven a cobrar relevancia en tiempos de crisis global. Otras, como su defensa de la lucha armada, generan controversias en un mundo donde la violencia se cuestiona cada vez más.
En la era de las redes, donde todo se mide en likes y seguidores, su figura se resignifica. ¿Es posible un Che tiktoker? ¿O su mística radica precisamente en lo que ya no se puede replicar? En las escuelas, los docentes aún se preguntan cómo enseñar su figura sin caer en simplificaciones. ¿Fue un héroe, un mártir, un utópico, un dictador?
Lo cierto es que pocos argentinos provocan tanta discusión, tanto respeto y tanto rechazo al mismo tiempo. Quizás porque encarnó una vida coherente hasta el final. Porque no negoció sus principios. Porque eligió irse del poder cuando más lo tenía. Porque entendió que ser libre es, ante todo, elegir.