La casona del centro de la ciudad de La Plata donde hace hoy 30 años el odontólogo Ricardo Barreda asesinó a su esposa, su suegra y sus dos hijas fue señalizada hoy por el Gobierno bonaerense para visibilizar y recordar a Gladys, Elena Cecilia y Adriana, las cuatro mujeres víctimas de femicidio.
«Centro de Memoria activa feminista. Elena Arreche (86), Gladys McDonald (57); Cecilia Barreda (26) y Adriana Barreda (24) vivieron en esta casa donde luego fueron víctimas de femicidio. Recuperar este espacio y transformarlo en sitio de memoria constituye un acto de reparación desde el Estado para la prevención y erradicación de las violencias por razones de género», se lee en la placa transparente colocada esta tarde junto al portón negro del frente de la vivienda situada en calle 48, entre 11 y 12.
En una de las ventanas, donde hasta hoy se leía un grafiti con el nombre del femicida, fue colocada una foto color en la que se ve a las cuatro mujeres asesinadas, lo que emocionó a varias amigas de las víctima.
«Nunca se había hecho un homenaje que las reconozca a ellas (las víctimas)», expresó a Télam la ministra de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense, Estela Díaz.
La ministra explicó que con la señalización de esta casona como Centro de memoria activa feminista se avanza «en el cumplimiento de lo que se decidió por ley, la ley de expropiación, que esta casa sea un espacio de memoria, de políticas públicas de prevención de las violencias».
Díaz destacó que con el objetivo de visibilizar a las cuatro mujeres víctimas de femicidio hicieron «contacto con amigas de Cecilia y Adriana, para que las recordaran, contaran lo que compartieron juntas, lo que soñaron, las expectativas de casamiento, las planificaciones de un futuro que fue cortado por la violencia femicida».
«Esta visibilización es una política reparatoria que el ministerio está cumpliendo», afirmó la funcionaria provincial, que calificó este evento «como una jornada que conmueve «.
También recordó que la ciudad de La Plata «tiene un récord siniestro del país» por haber ocurrido allí «dos cuádruples femicidios», en referencia a las tres mujeres y una niña asesinadas en un departamento del barrio La Loma, el 27 de noviembre de 2011.
En el acto de señalización se repartieron entre los presentes fotos de las cuatro mujeres y hablaron varias amigas de Cecilia y Adriana, quienes, conmovidas, recordaron haber compartido el colegio primario y secundario con ellas, las tardes reunidas allí después de clases o el ser esa casona el punto de reunión previo a cualquier salida por estar en el centro platense.
«A él (por Ricardo Barreda), no lo recuerdo. Pero las tardes y la leche en la casa de Cecilia no me las olvido jamás», dijo una de las amigas de Cecilia, quien recordó que la ausencia de esta víctima los «marcó».
Con pesar, recordó los comentarios que en esa época suscitó el hecho cuando «la gente festejaba y celebraba lo que este señor hizo con las cuatro mujeres» y en ese sentido afirmó: «No me gusta la sociedad que representa esos dichos.»
La mañana del 15 de noviembre de 1992 en la casona estaban Barreda, su esposa Gladys, su suegra Elena y las dos hijas de la pareja, Cecilia y Adriana.
Según el relato justificador del femicida, cuando informó a su esposa que iba a limpiar unas telarañas, la mujer se habría burlado diciéndole «andá a limpiar que los trabajos de Conchita son los que mejor te quedan».
«El Conchita no va a limpiar nada la entrada. El Conchita va a atar la parra», dijo Barreda y al ir a buscar a un armario una herramienta, vio su escopeta Víctor Sarrasqueta, calibre 16,5, que le había regalado su suegra.
«Sentí como una fuerza que me impulsaba a tomarla. La tomo, voy hasta la cocina, donde estaba Adriana, y disparo», declararía él en el juicio y agregó: «Se me había metido en la cabeza una idea fulera. Una idea fija. Una idea de muerte. Eran ellas o yo.»
Tras asesinar a las cuatro mujeres de varios disparos, el hombre desordenó la casa, se subió a su Ford Falcon color verde y abandonó el lugar.
Luego, Barreda descartó el arma en la localidad de Punta Lara, fue al zoológico y a visitar la tumba de sus padres; tras lo cual se encontró con su amante, Hilda, cenó con ella en una pizzería y fueron a un hotel alojamiento.
Al regresar a la casona, llamó a la policía para denunciar que en su ausencia había ocurrido un robo y había «muertos».
«Volví a mi casa de pescar y cuando volví a casa me encontré con todo esto. Acá hubo un asalto. Ahí están los cuerpos», dijo Barrreda cuando llegó la Policía.
La frialdad de Barreda hizo sospechar a los efectivos, que comenzaron a interrogar al dentista, hasta que éste se quebró y confesó haber matado a las mujeres.
En 1995 Barreda fue condenado a prisión perpetua y en mayo de 2008 abandonó la Unidad Penal 9 de La Plata al ser beneficiado con un arresto domiciliario, tras lo cual, se fue vivir con su nueva pareja, Berta «Pochi» André, quien murió en julio de 2015 como consecuencia del deterioro de su salud a raíz de graves problemas neurológicos.
En diciembre de ese mismo año, el dentista recibió la libertad condicional, mientras que en mayo de 2016 se declaró «extinguida la pena» y se hicieron «cesar las accesorias legales impuestas».
A partir de esta resolución, Barreda quedó en plena libertad y ya no tuvo que ser controlado por la Justicia.
Pero poco después se presentó solo en un hospital de la localidad de General Pacheco -con una identidad falsa y visiblemente desmejorado- donde permaneció internado durante 457 días debido a un cuadro de salud mental, según dijeron entonces los médicos que lo asistieron
Durante su internación, tuvo problemas con algunas enfermeras, que denunciaron que las maltrataba.
En julio de 2017 salió del centro asistencial y fue enviado a una pensión de General Pacheco y después se mudó a San Martín, donde estuvo alojado varios meses en el Hospital Eva Perón.
Finalmente, el 10 de marzo de 2020 quedó internado en el geriátrico «Del Rosario», de José C. Paz, hasta que el 25 de mayo murió a los 84 años.