La quinta edición del Programa de Incremento Exportador (PIE), que en esta ocasión aplica de forma exclusiva al complejo sojero, superó las 3,1 millones de toneladas de soja comercializadas a tres semanas de puesta en marcha la medida, y a tan sólo cinco jornadas de finalizar su vigencia.
Según cálculos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) y operadores del mercado, entre contratos nuevos y fijaciones de precios de negocios hechos con anterioridad a la medida, se comercializaron más de 3,1 millones de toneladas, en un contexto donde las existencias del grano al momento de dar inicio a la medida no superaban las 9 millones de toneladas.
Asimismo, antes de esta edición del PIE, la comercialización del poroto registraba mínimos históricos, con promedios que iban de 25.000 a 50.000 toneladas negociadas de manera diaria.
A partir de la implementación del también denominado dólar soja 4, el nivel de negocios en el mercado local se ubicó, dependiendo de la jornada, en un rango de 150.000 a 350.000 toneladas diarias, a partir de una mejora en el precio pagado por parte de las industria a los agricultores, que en algunos casos llegó a superar los $165.000 por tonelada.
El nuevo «dólar soja» estableció un esquema cambiario combinado, en el cual los exportadores deben liquidar 75% de las divisas en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) a $350 por dólar, mientras que el restante 25% es de libre disponibilidad.
De volcar los exportadores esos dólares al Contado con Liquidación (CCL), el promedio entre ambas cotizaciones arroja un tipo de cambio más alto, estimado entre los analistas del mercado en un rango que va de $420 a $450 por dólar, mejorando así la capacidad de compra de las industrias en el mercado local.
Según la analista del mercado de granos de la consultora AZ Group, Catalina Ferrari, esas 3,1 millones de toneladas corresponden a «un volumen acotado por la poca disponibilidad de grano que queda en manos de los agricultores y por la incertidumbre que genera el contexto económico, que obliga a conservar mercadería para pagar alquileres e insumos».
Por su parte, para el director de la consultora, Nicolás Udaquiola, «en 2023 los productores están vendiendo los pocos granos cosechados gradualmente, en función de las necesidades financieras. Así, aprovecharon los dólares Soja I, II y III y, más recientemente, el dólar Maíz hasta la devaluación del peso».
«Con el dólar Soja IV está pasando lo mismo. Los agricultores toman decisiones comerciales en función de las necesidades de pagos transitando un año difícil por la baja producción. Venden soja en el marco del último programa porque su precio es mejor al del maíz y cancelan deudas o compran insumos», resumió Udaquiola.
Por su parte, el analista de mercados de la corredora Grassi, Juan Manuel Uberti, notó que «en los volúmenes diarios (comercializados) se va perdiendo un poco de dinamismo en los negocios, al menos comparado con los primeros días».
«Los precios siguen firmes, atractivos, y hay que considerar que esto terminaría su vigencia a fines de este mes. Podría mantenerse este ritmo aunque ya exhibió una merma, para aprovechar el incentivo mientras dure. Si bien hubo rumores de que se extendería un tiempo más, aún no hubo pronunciamiento oficial al respecto», concluyó Uberti.
Una de las razones para las cuales se puso en marcha esta medida era dotar de mercadería a la industria procesadora para elaborar harinas, pellets y aceite de soja, y después exportar valor agregado.
No obstante, un informe de la BCR destaca que el 99,7% de las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior en el marco del programa corresponden a exportaciones de poroto de soja, en tanto apenas el 0,3% restante abarcan aceite y subproductos de soja.
La entidad bursátil explicó que si bien el PIE tiene como uno de sus objetivos «generar un mayor dinamismo en la actividad de la industria de crushing, en la práctica la relación de precios favoreció relativamente más, en su inicio, a la exportación de poroto sin procesar que a la industria, cuyos márgenes brutos continuaron hundidos en terreno negativo».
«Este margen negativo causa un desincentivo para la industria de generar valor agregado a partir de la adquisición de grano en el mercado local, lo cual no sólo explica los bajos niveles de molienda de la campaña actual, sino que justifica el volumen récord de importaciones de soja en lo que va del año», concluyó el trabajo.