A solo una veintena de kilómetros de Sagres, el extremo más suroccidental del continente europeo, la región del Algarve preserva una costa de extensas playas de arena limitadas por acantilados que se alternan con pueblos de pescadores como Burgau, uno de los más encantadores e intactos de ese litoral de Portugal.
Fuente: Viajes National Geographic
Con su intenso sabor marinero y un color blanco reluciente solo roto por fachadas de vivo color, Burgu hace rápidamente pensar en una isla griega como la encalada Santorini, de la que a menudo recibe su sobrenombre. El pueblo, que aún aparca sus barcas de pescadores en las cuestas o varadas junto a la playa, es un caserío de calles y cuestas adoquinadas, con fachadas blancas o rematadas en vivo color azul, con balcones floridos y recodos donde reposar a la sombra de una buganvilla.
LA EXCEPCIÓN DEL ALGARVE OCCIDENTAL
Burgau reposa al oeste de la histórica y fascinante ciudad de Lagos, formando parte del municipio de Vila do Bispo del Algarve. El pueblo parece respirar ajeno al paso del tiempo, tranquilo, casi aislado, por lo que está considerado uno de los destinos más intactos del Algarve portugués. Su playa se cobija en un litoral de extensos arenales dorados, con cuevas, acantilados y calas adormiladas que atraen por su calma a los bañistas, aunque cuando el día es de oleaje bravo porque sopla el viendo en el Atlántico abierto, es el turno de recibir a los surfistas.
UN ANFITEATRO AL ATLÁNTICO
El pueblo y sus casas blancas que dan color al paisaje ocre del Algarve se abre desde una suave colina como un anfiteatro a su extensa playa encajonada entre acantilados. En ella las toallas de los bañistas aún comparten la arena con las aguas de tonos turquesas y las coloridas barcas de pesca que siguen nutriendo de pescado frescos los restaurantes y tabernas de primera línea de mar. En ellas, los guisos de pescado y tapas por ejemplo de percebe son las estrellas: por algo el municipio al que pertenece Burgau, Vila do Bispo, está considerada la capital de este marisco.
INTENSO SABOR MARINERO
En la visita por carretera al Algarve más conocido, siguiendo la carretera N125 que finaliza en el cabo de San Vicente, el extremo de la Península Ibérica, se encuentra un corto desvío de 3 km hasta este pueblo de pescadores, un paréntesis de calma entre otros enclaves más concurridos. Burgau, con aproximadamente 500 habitantes gran parte del año, ve triplicada su población con la temporada alta, cuando llegan turistas a disfrutar de sus playas, alojándose en los pocos y encantadores hostales del pueblo o en pequeños apartamentos con vistas al Atlántico.
UNA PERLA ENTRE OTRAS PLAYAS
Burgau, en el municipio costero de Vila do Bispo, ha sabido preservar su esencia de pueblo y playa salvaje, a pesar del paso del tiempo y la fama como destino turístico de la región del Algarve. Su mayor reclamo es la pequeña Praia de Burgau, encajada entre acantilados que la protegen del fuerte viento de Barlovento que a menudo sopla en la zona.
Pero la del pueblo no es la única playa de Burgau: la más cercana se abre al otro lado de un acantilado se abre el arenal de Cabanas Velhas, con 500 metros de largo, aguas de azul intenso, dominada por laderas. Elegido en diversas ocasiones «el pueblo costero más pintoresco de Europa», este se encaja entre otras ensenadas cercanas, eso sí más famosas y frecuentadas, como la de Salema (al este) y Praia da Luz (al oeste), con arcillas con propiedades medicinales.
EL SENDERO DE LAS VILLAS COLGANTES
Una atractiva excursión para seguir desde Burgau es la que se dirige hacia el este buscando el Sendero de las Villas Colgantes. Este paseo costero se inicia desde la hermosa playa da Marinha, camino de los acantilados de Benagil, a 50 km por carretera, pero menor trayecto por mar. El sendero, de 6 km de longitud, sube y baja entre calas tranquilas y acaba en Vale de Centeanes. Se puede continuar hasta Carvoeiros, 2 km más, antiguo pueblo de pescadores y hoy destino turístico, para ver las formaciones rocosas de Algar Seco y disfrutar de sus restaurantes de pescado fresco.