Más de 200 alumnos de la escuela primaria 58, del partido bonaerense de Quilmes mejoraron el rendimiento escolar, el comportamiento y la convivencia mediante el canto del Om, la meditación y el yoga.
«Se bajaron los decibeles», porque «mediante la relajación chicos y docentes lograron equilibrar su ánimo, disminuir la ansiedad, tener autoconfianza, fortalecer la autoestima, mejorar la concentración y la comunicación, aumentar la vitalidad y la tolerancia», explicó hoy María Monzón Luna, directora de la escuela Contraalmirante Francisco José Seguí, en una entrevista con Télam.
«Mejoró mucho el clima escolar, empezamos a mirarnos a los ojos y en vez de estar a los gritos, ahora levantamos la mano para pedir silencio en las aulas», destacó luego de apuntar que «también mejoraron los resultados de las Pruebas Aprender».
El cambio incluyó al esquema de formación de los chicos para entrar a la escuela: «ahora nos tomamos de las manos en semicírculos», apuntó.
Puso de relieve que «hace cinco años a esta escuela nadie la quería, apenas tenía 55 alumnos y hoy tenemos 205 gracias al trabajo sostenido de los docentes para mejorar el colegio».
«Por distintos motivos se había generado un descenso significativo de matrícula, había inconvenientes de convivencia y bajo rendimiento en los aprendizajes», contó la directora de la escuela 58, una de las que tiene una población con gran vulnerabilidad social.
Las autoridades y los docentes pusieron en marcha talleres de origami y de teatro, clases de música clásica y otras actividades para despertar el interés de los alumnos y trabajar en su educación emocional.
Además, transformaron la escuela de jornada simple a completa «con lo cual hay más tiempo para realizar actividades largas», apuntó Monzón Luna.
«Nos sumamos a la Red de Escuelas de Aprendizaje, una iniciativa de la Dirección General de Cultura y Educación que nuclea a dos mil establecimientos que trabajan en forma colaborativa para mejorarlos aprendizajes y el clima escolar a partir de la generación de nuevas prácticas y proyectos», indicó.
Aplicar la práctica de yoga en una escuela «llama la atención porque es innovador, pero hicimos muchísimos proyectos pedagógicos y logramos recobrar la identidad de esta escuela pública de barrio», declaró con orgullo.
La docente señaló que también se decidió incorporar la práctica de Falun Dafa, una disciplina espiritual ortodoxa china de la Escuela Buda que -basada en los principios de verdad, benevolencia y tolerancia- busca el mejoramiento personal mediante la meditación y ejercicios suaves.
«Fui a la Feria del Libro y encontré un stand de Falun Dafa. Ahí contacté a profesoras que en seguida se engancharon para dar clases ad honorem. Desde abril implementamos esta práctica de yoga para todos los grados en el SUM del colegio», relató.
Las clases tienen una duración de una hora y media, en la que realizan seis ejercicios suaves, fáciles de aprender y beneficiosos para la salud, explicó.
«Empezamos a trabajar en normas de convivencia», apuntó la docente, satisfecha porque «los chicos aprendieron a meditar y a trabajar en las aulas con estos aportes que contribuyen a desarrollar la inteligencia emocional como una habilidad y un requisito de futura inserción social»,
«Esto tiene que ver con la energía, con sacar lo feo y generar herramientas para seguir adelante. Los resultados fueron notorios: hubo cambios en los niveles de ansiedad, de comportamiento y de convivencia», dijo.
Los alumnos «sostienen mejor las tareas, mejoraron los vínculos, la conducta y el respeto al otro», puntualizó.
Las maestras incluyeron en las aulas los «los recreos mentales, un momento para oxigenar la cabeza y lograr la atención de manera divertida» e incluso cantaron el Om con la cabeza en el pupitre, los ojos cerrados y una respiración profundo «lo cual calma los nervios».
«A partir de esta experiencia, estamos mucho mejor que antes. Incluso, muchas escuelas de la región comenzaron a replicar la idea, nos piden el teléfono de las instructoras», destacó Monzón Luna.