Fuente: Viajes National Geographic

LAS PRINCIPALES VISITAS EN BERLÍN

1. Puerta de Brandemburgo. Entrada a Berlín en el siglo XVIII, está flanqueada por dos alas. Una aloja la Oficina de Turismo.

2. Unter den Linden. La vía principal del distrito Mitte, era el camino real que unía el Palacio Real y el antiguo coto de caza.

3. Isla de los Museos. Reúne hasta ocho museos y galerías de arte. Los más famosos: Boden, Pergamon y Altes.

4. Hackescher Markt. Esta plaza es el punto de partida para recorrer el antiguo barrio judío o Scheunenviertel.

FOTOTECA 9X122 / 10

LA PUERTA DE BRANDEMBURGO, SÍMBOLO DE LA CIUDAD DESDE EL SIGLO XVIII

AGE FOTOSTOCK3 / 10

CAFÉ EN GEORGESSTRASSE, NORTE DE MITTE

GTRES4 / 10

EDIFICIO DISEÑADO POR FRANK O. GEHRY, EN EL DG BANK DE PARISER PLATZ

GTRES5 / 10

PLAZA DEL REICHSTAG DE BERLÍN

FOTOTECA 9X126 / 10

GRAFITI EN EL MURO DE BERLÍN, EN LA EAST SIDE GALLERY

AGE FOTOSTOCK7 / 10

EL PARQUE DE TIERGARTEN

FOTOTECA 9X128 / 10

LA PLAZA GENDARMENMARKT AGLUTINA DOS MAGNÍFICAS CATEDRALES

AGE FOTOSTOCK9 / 10

MURALES ASIRIOS, EN EL MUSEO PÉRGAMO

GTRES10 / 10

PATIO DEL HACKESCHE HÖFE, CON SUS TIENDAS Y TERRAZAS DE RESTAURANTES

Aunque Berlín es una urbe extensa, la mayoría de edificios más significativos se concentran en el barrio Mitte, la prolongación natural del asentamiento que fue fundado a orillas del río Spree hace ahora 775 años. Quizá no haya otro sitio más apropiado para comenzar la visita al centro de Berlín que la carismática Puerta de Brandemburgo, sin duda su monumento más representativo. Mandada erigir por Federico Guillermo II en 1789, la Brandenburger Tor fue primero el símbolo de la Prusia triunfal que no tardaría en convertirse en líder de una Alemania omnipotente, para luego ser testigo de consecutivas victorias y derrotas que llegarían a la máxima expresión en una ciudad dividida entre 1945 y 1990. Después de una profunda restauración, en una nueva vuelta de tuerca en su historia, la ciudad ha renacido como paladín de la nueva capital de un país reunificado.

Puerta de Brandemburgo. Esta entrada triunfal está coronada por una cuádriga con la diosa de la Victoria. Se construyó para comunicar, a través de un paseo de tilos que en la actualidad es la avenida Unter den Linden, el Palacio Real –reconstruido tras ser derruido en los años 1950– con el Tiergarten, el coto de caza de los reyes de Prusia, convertido a finales del XIX en el parque público más bello de la ciudad.

El Parlamento. Hoy el entorno de Brandemburgo está lleno de símbolos y edificios emblemáticos que cuentan la historia de la ciudad y la del país. Así, a un lado, casi rozando el río Spree, aparece el vetusto Reichstag –remozado por el arquitecto Norman Foster–, que desde la reunificación acoge el Bundestag o Parlamento; a su alrededor se han creado otros edificios gubernamentales.

Monumento al Holocausto. En el lado opuesto de la plaza, el arquitecto estadounidense Peter Eisenmann diseñó un emotivo recinto dedicado a las víctimas del Holocausto, compuesto por 2.711 estelas de hormigón. El lugar no puede ser más significativo, ya que por ahí pasaba el muro que desde principios de los años 1960 y hasta 1989 rompía en dos la ciudad. Una cicatriz de la que veintidós años más tarde apenas queda rastro. De hecho hay que ir hasta Friedrichshain-Kreuzberg, barrio del este de la ciudad, para contemplar en el East Side Gallery el único trozo considerable (1.316 m) que pervive de aquel muro, hoy convertido en una inusitada galería de arte al aire libre.

Pariser Platz. Esta plaza, que une Brandemburgo con Unter den Linden, está llena de joyas arquitectónicas como el Café de la Ópera, el recuperado Hotel Adlon, que aún podría contar muchos secretos, o las nuevas embajadas de Francia y el Reino Unido, diseñadas por los conocidos arquitectos Christian de Portzamparc y Michael Wilford. Aunque la verdadera estrella se halla en la sede del DG Bank, donde Frank O. Gehry tiene una de sus insólitas estructuras metálicas.

Mitte. Hay que seguir por la avenida Unter den Linden, que ha recuperado su papel como espina dorsal del barrio Mitte o centro histórico. Llena de tiendas y cafés, también alberga palacios del siglo XIX que hicieron de esta avenida una de las más lujosas de Europa. Ahí está como ejemplo el palacio Kronprinzen (en el número 3), donde en 1990 se firmó el acuerdo que abría el camino de la reunificación alemana.

Arsenal. Desde allí también se ve el Zeughaus, una antigua armería barroca transformada hoy en Museo de la Historia Alemana y al que el arquitecto chino-estadounidense I.M. Pei ha añadido hace poco una nueva ala. Más adelante, en el número 7, llama la atención el Teatro de la Ópera –todavía en obras de restauración–, que mira a través de la plaza Bebel al Altes Palais y a la iglesia de Saint Hedwigs.

Catedrales. Hay que caminar solo unos pasos hacia Französische Strasse para encontrar la Gendarmenmarkt, una de las plazas más suntuosas del Berlín del siglo XIX, donde se han recuperado dos iglesias aparentemente iguales, aunque construidas en épocas distintas: la catedral Francesa (1685) y la catedral Alemana (1708). A su alrededor se agolpan algunos de los restaurantes más prestigiosos de Berlín, y en los pasajes comerciales circundantes –no hay que perderse el Friedrichstadt-Passagen–, las tiendas más exclusivas.

Isla de los Museos. La visita prosigue hacia el este, buscando de nuevo el curso del río Spree. En el camino se encuentra el canal Kupfergraben, que forma con el río la isla donde se está reconstruyendo el Palacio Real, futuro Humboldt Forum, el nuevo gran centro cultural de Berlín. A su alrededor se concentra la colección de museos más extraordinaria que uno pueda imaginar: el Pergamon, donde entre otros muchos tesoros se guardan los restos de esa ciudad de Asia Menor; el Boden, cuajado de esculturas monumentales; y la joya del conjunto, el Altes Museum, resucitado gracias a la varita mágica de David Chipperfield, donde se venera el busto de Nefertiti.

Nikolaiviertel. Más allá del Spree, surgen barrios muy distintos. Desde el pintoresco Nikolaiviertel, que acerca a los orígenes medievales de la ciudad, al entorno de Alexanderplatz, en la que se erige la Torre de Comunicación –mirador– y los edificios más significativos construidos entre 1950 y 1970 por las autoridades de la Alemania del Este.

Hackescher Markt. Al norte del Spree se halla esta atractiva zona de típicos edificios que se abren a un patio central. Hackesche Höfe es el más conocido por sus tiendas, teatros y restaurantes. Éste es un barrio repleto de galerías de arte y mercadillos de antigüedades conocidos como flohmarkt, y también repleto de recuerdos relacionados con la en otros tiempos numerosa comunidad judía.

Potsdamer Platz. En este recorrido por lo esencial de Berlín no se puede pasar por alto la que fuera el alma de la capital y su lugar más animado antes de la guerra, Potsdamer Platz. Arrasada hasta sus cimientos, la plaza ha recuperado su protagonismo como el lugar más carismático del nuevo Berlín después de la puerta de Brandemburgo. Al contrario de lo que ha ocurrido en Unter den Linden, donde se han reconstruido los edificios tal como eran, Potsdam y su entorno ha renacido como un barrio rabiosamente contemporáneo, diseñado por algunos de los arquitectos más importantes de nuestro tiempo. Desde Renzo Piano a Richard Rogers, pasando por Rafael Moneo o Helmut Jahn, cada uno ha aportado su estilo aunque respetando de alguna forma la historia del lugar. Teatros, tiendas, hoteles y restaurantes comparten espacio con un emocionante Museo del Cine donde se guarda el legado de Marlene Dietrich, posiblemente la mujer más famosa que haya nacido en Berlín.