En distintos países se utilizan apps para prevenir el desperdicio de comida, que alcanza los 222 millones de toneladas de alimentos en países ricos según Naciones Unidas, situación que podría mejorar con el apoyo de la tecnología, de acuerdo a una investigación de una especialista argentina.
«Con la ayuda de la tecnología se han ido desarrollando diferentes aplicaciones orientadas a buscar algunas soluciones o alternativas para la gestión de estos desperdicios. Decidí investigar lo que ocurre en el mundo, para ver si logramos tener herramientas de este tipo, también en Argentina», contó Marta Gozzi, licenciada en Tecnología de Alimentos e investigadora del Instituto de Tecnología de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
En su trabajo, la profesional encontró tres tipos de apps destinadas a reducir la pérdida de comida: las que tienen la finalidad de contactar a consumidores y comerciantes para compras o donaciones, otras que permiten gestionar de forma adecuada la compra, el consumo de alimentos, hacer seguimientos de desperdicios y conocer ahorros en supermercado, y están las que conectan a empresas y ONGs para hacer donaciones.
Entre el primer grupo de aplicaciones, la investigadora identificó Too Good To Go (TGTG) que funciona en Gran Bretaña; Pareup que se usa en Nueva York y permite que los consumidores naveguen por listados de la ofertas alimenticias residuales, al igual que Leftover Swapn, app también estadounidense.
En España Nice To Eat You posibilita que las personas puedan comprar alimentos excedentes en diversos comercios con importantes descuentos, en tanto en Colombia, la app Yonodesperdicio se basa en ofertar alimentos que donan particulares.
Partage Ton Frigo (Compartir el refrigerador) es una iniciativa francesa que tiene como finalidad indicar al consumidor el punto más cercano donde puede llevar los comestibles que no va a consumir para que otras personas sí puedan hacerlo.
«Es el mismo concepto del proyecto argentino Heladera Social, impulsado en el 2015 por un comerciante gastronómico tucumano, que ofrece la posibilidad de retirar comida en buenas condiciones, dejada por los vecinos del lugar. Cada vez son más las provincias que lo están implementando, y ya hay alrededor de 120 heladeras sociales en el país. Pero no tiene una app», señaló Gozzi.
En Chile utilizan Ecomida para identificar ofertas alimenticias y en Alemania, Foodloop que brinda, a través de etiquetas, información sobre fechas de vencimiento y packaging del producto, con puntos geográficos de compras.
Otro tipo de aplicaciones identificadas por la investigadora, incluyen a Food Keeper, un desarrollo del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos que explica cómo usar correctamente los alimentos, lo que permite al consumidor programar mejor sus compras, usar los comestibles que ya tienen, ahorrar dinero y reducir los desperdicios.
Además, en Estados Unidos, existe Green Egg Shopper que brinda la opción de hacer un seguimiento de las fechas de caducidad y ayuda a evitar la compra excesiva de productos que luego no se utilizan, en tanto Zeromermas, de la empresa Unilever, está pensada para profesionales gastronómicos, quienes a través de esta app pueden gestionar de forma correcta los alimentos, disminuyendo los desechos, e incluso ofrece recetas.
En el último grupo de aplicaciones detectadas por la profesional, resalta Spoiler Alert, usada en Nueva Inglaterra, en el norte estadounidense, que a través de su plataforma conecta a empresas con otras organizaciones para vender, comprar o donar alimentos.
En Argentina «funciona la Red Argentina de Bancos de Alimentos y el Proyecto Plato Lleno, que también funciona en Costa Rica, además del Proyecto Heladera Social, todas iniciativas que, si contaran con una herramienta tecnológica como las que vemos en otros lugares del mundo, podrían coordinar mejor sus acciones», analizó Gozzi.
Para ella, a nivel local «falta más información sobre el desperdicio de alimentos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), estima que se tira o desperdicia un tercio de los producidos en el mundo para el consumo humano».
«Los argentinos somos muy solidarios, si facilitamos mas herramientas para informar sobre esta realidad y buscar soluciones accesibles tecnológicas, no dudo que se optimizaría el trabajo que ya realizan las organizaciones sociales locales», destacó la profesional.