Italy. Campania. Sorrento Peninsula. Amalfi Coast (World Heritage Site). Positano with Santa Maria Assunta church Æ Fototeca 9x12 - © Kremer, Susanne

Esta franja de tierra, fragante de buganvillas y limoneros, se adentra en el Tirreno como un balcón sobre el mar, abrazando pueblos costeros y villas majestuosas. La sinuosa carretera que traza toda la línea de la Costa Amalfitana es una maravilla en sí misma por sus miradores abiertos a espléndidas vistas: su nombre no puede ser más elocuente, la Nastro Azzuro (la Cinta Azul en italiano). Esta famosa costa italiana se localiza pocos kilómetros al sur de Nápoles. 

Fuente: National Geographic Viajes

De este a oeste, en Salerno puede comenzar un viaje por este territorio que ya conquistaron los romanos, antes de enamorar a artistas y bohemios desde el siglo XVIII a la actualidad. La Unesco declaró en 1997 la Costa Amalfinata Patrimonio de la Humanidad «por su belleza, su biodiversidad natural y las obras arquitectónicas y artísticas que en ella se suceden». También reconociendo su paisaje rural, que atestigua la capacidad del hombre que ha sabido domar un terreno abrupto y cultivadrlo con viñedos y huertos en terrazas con frutales como limoneros, de los que se obtiene el famoso limoncello, uno de los productos estrella de la región.

Salerno
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SALERNO

60 km separan Nápoles –con el principal aeropuerto de llegada a la zona– de Salerno, la mayor población de la Costa Amalfitana, situada a escasos 30 km de las ruinas de Pompeya. Retiro en el pasado de intelectuales y artistas, en esta ciudad es preciso deambular por el Paseo Marítimo, visitar el castillo medieval de Arechi, alzado sobre una colina desde la que se contemplan vistas magníficas, y la preciosa catedral de San Mateo, con su pórtico románico, una cripta barroca, un púlpito revestido de piedras de colores y un campanario árabe-normando.

En el centro histórico, muchos edificios medievales comparten espacio con tiendas, trattorias y cafés auténticamente italianos, sin olvidar recorrer el Jardín de Minerva. Desde el puerto de Salerno zarpan barcos para con los que se pueden enlazar por mar distintos enclaves de la costa Amalfitana. 

Costa amalfitana

Vietri sul Mare
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VIETRI SUL MARE

Prácticamente al final del puerto de Salerno se alcanza Vietri sul Mare, población incluida en esta costa declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La localidad está estrechamente unida a la fabricación de los azulejos (riggiole), que desde hace siglos decoran monumentos, mientras su cerámica en barro crea objetos de usos más cotidianos. Así lucen las cúpulas de muchas iglesias, como la propia catedral de San Giovanni Battista, revestida de brillantes tejas de mayólicas azules, verdes y amarillas que resplandecen a la luz del mediodía.

Cetara
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CETARA

Desde Vietri sul Marem tras 16 km bordeando el litoral, se llega al encantador pueblo de pescadores de Cetara, cuyo nombre en latín viene de almadraba. Precisamente por ello, es un enclaves¡ idóneo para degustar el atún que se pesca en esta costa, elaborado en preparaciones diversas, acompañado por la colatura di alici, una salsa de anchoa en salazón, de gran tradición y antiguo origen. En su silueta recortada a pie de orilla sobresale la Torre, que originariamente fue construida en el siglo XIII con funciones defensivas, en tiempos en que los piratas turcos asediaban este litoral punteado con otras atalayas-vigía.

Ravello
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RAVELLO

La cercana Ravello no puede ser más bella, erigida en la cima de unos acantilados, con la mirada puesta en el mar y rodeada de mansiones suntuosas y magníficos jardines con miradores. Uno de los más buscados es la Terraza del Infinito, en la Villa Cimbrone, que cuenta con otros balcones de inspiración clásica, decorados con templetes y estatuillas.

El compositor Richard Wagner fue uno de sus incondicionales y se dice que en ella ambientó su ópera Parsifal; cada verano allí se celebra un festival de música clásica, dedicado en parte al músico alemán. La Villa Ruffolo del siglo XVII es visita imprescindible. Erigida frente al mar, también es famosa por sus vistas. Fue residencia de descanso de varios papas y del rey Roberto de Anjou. En contraste, Ravello hospeda desde 2010 un auditorio diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer, con el que se confirmó el sobrenombre de Ravello de «la ciudad de la música».

Maiori
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MAIORI

Una sinuosa carretera que pasa junto a muchas calas acerca a este enclave encantador y tranquilo, a un kilómetro escaso de la bella Ravello.En su término se pueden visitar el castillo medieval de Thoro Plano y la colegiata de Santa María a Mar. Acoge además los vestigios romanos más importantes de la zona en el museo Villa Romana Antiquarium, una muy bien conservada casa patricia del siglo I. 

Maiori, encastrado entre rocas, tiene la playa más grande de la Costa Amalfitana, con una amplia oferta de excursiones y rutas en barca. Otra propuesta desde este pueblo es seguir rutas de senderismo como las que atraviesan el valle de Tramonti. Esa combinación mare e monti, como dicen allí los italianos, se traslada a la mesa de los restaurantes de Maiori y su vecina Minori.

Minori
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MINORI

Dista un kilómetro escaso de su «hermana» Maiori, pero ambas están unidas por diversos senderos. Igual que la anterior, también fue un rincón de reposo para los nobles romanos, de cuando aún se conservan vestigios de jardines y villas decoradas con frescos y mosaicos. Minori alberga la neoclásica basílica de Santa Trofimena, muy venerada y decorada con mayólicas.

Comparte con su vecina el Museo Antiquarium, que recoge el pasado romano de ambas localidades. Este enclave se halla asimismo cerca del asentamiento rupestre (siglo X) de Santa Maria d’Olearia. Para admirar este tramo de la Costa Amalfitana, nada como realizar una parada en el mirador del Capo d’Orso, de vistas fantásticas.

Atrani
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ATRANI

Pese a su diminuto tamaño, este pueblecito sorprende por ubicarse en uno de los tramos más fotogénicos de la Carretera Amalfitana. Y es que esta aldea pesquera puede presumir de elevarse sobre el mar entre acantilados, apoyada en un malecón con arcadas donde se desvelan sus monumentos más reconocibles, como la colegiata de Santa María Magdalena.

Eso sí, más allá de la postal que conforma con su playa, Atrani se abre a callejones y escalinatas, como un museo al aire libre representativo del imaginario amalfitano. Su término está casi unido a Amalfi, por una estrecha franja de tierra entre el monte Aureo y Civita, en la desembocadura del valle del Dragone.

Amalfi
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AMALFI

La importancia que tuvo Amalfi en el medievo se aprecia nada más pisarla y contemplar sus sus calles y plazas decoradas con fuentes escultóricas y monumentos. En el centro bulle la animación, con restaurantes y tiendas de productos gourmet y recuerdos. Destaca la artística plaza del Duomo, de la que arranca una regia escalinata que asciende hasta la fachada polícroma de la catedral de San Andrés (iniciada en el siglo X)–en su cripta reposan las reliquias del santo y es tumba de amalfitanos ilustres–, con su pórtico dorado, el claustro del Paraíso y un campanario adosado que data del 1200.

Es una delicia recorrer la calle de los Mercantes, cuya fisonomía es memoria viva de los tiempos de la próspera República Marinera de Amalfi (siglos X al XV). Entre sus visitas recomendables se hallan el Arsensal, que eran las atarazanas en el siglo XI, el Museo Cívico, con la historia de la zona, y el Museo del Papel, que dio fama y riqueza a la localidad. Estas son tres etapas para viajar a distintas épocas de su pasado. Precisamente en este último musee se guardan las Tablas Amalfitanas, el primer códice de derecho marítimo de la Edad Media, gracias al cual los italianos acabaron con el monopolio árabe del comercio mediterráneo.

Conca dei Marini
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CONCA DEI MARINI

A menos de 4 km de Amalfi merece una parada Conca dei Marini, una tradicional aldea marinera encajada entre los acantilados y el mar, junto a la cual espera una de las sorpresas más buscadas de la Costa Amalfitana. Se trata de la Grotta dello Smeraldo, una maravilla geológica que permaneció oculta en el subsuelo hasta su hallazgo en 1932. Se trata de un inmenso espacio de aguas límpidas con estalagtitas y estalagmitas bañadas por una luz esmeralda procedente de la luz del sol que se filtra a través de la entrada a la cueva y que le da su nombre. El paseo en barca por esta gran cavidad marina es inolvidable.

Furore
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FURORE

Y a tan solo 8 km de Amalfi, aupado entre los montes Lattari, se cobija la pequeña Furore. Se lo conoce como «el pueblo que no existe» por su intrincado acceso. Pero tiene al final de un breve fiordo, una de las calas más singulares y buscadas de toda la Costa Amalfitana: Cala Furore. Esta minúscula playa de 25 metros de ancho se encaja entre dos paredes de roca y un puñado de monazzeni (casetas de pescadores). 

Praiano
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PRAIANO

Más al oeste queda Praiano, un pueblo de casas blancas que ascienden por la colina y se abocan al mar. De gran tradición conservera, a sus pies se extiende Marina di Praia, su fabulosa playa a donde se llega por un empinado camino, y la playa Gavitella, donde dicen se contempla el mejor atardecer de la Costa Amalfitana. En Praiano, muchas de las antiguas casas de los pescadores situadas junto al mar han sido acondicionadas como bares y restaurantes especializados en pescado. Un sendero panorámico conecta este pueblo con Positano.

Positano

POSITANO

Si Praiano es blanca, Positano está pintada con toda la paleta de tonos pastel. La cúpula de azulejos de su catedral de Santa Maria Assunta sobresale entre las casas dispuesta de forma escalonada desde la playa hacia las laderas de su acantilado, todas de colores terracota, rosa, melocotón… Ascienden hasta lo más alto del pueblo donde se abren miradores, entre callejones y muros cubiertos por las lilas de buganvillas y el amarillo de limoneros que aromatizan el paseo cuando llega la primavera. Positano tiene tiendas exclusivas y buenos restaurantes, y sus calles y plazas se reconocen en numerosas películas como Bajo el sol de la Toscana (2003).