Los cinco candidatos que aspiran a la Presidencia protagonizaron hoy en Santiago del Estero el primer debate obligatorio y público, que se tensó con la discusión económica, incluyó críticas a la factibilidad de algunas medidas propias del ideario de Javier Milei y reflejó posturas antagónicas en materia de derechos humanos.
El debate captó la atención del país con 44 puntos de rating en la suma de todos los canales de aire y en el tramo inicial dividió aguas entre cuestionamientos al Ejecutivo y la definición de Sergio Massa de que a partir de diciembre encabezará una nueva gestión con su impronta personal, focalizada en la búsqueda de la «unidad nacional».
En el primer tramo del debate, Milei (La Libertad Avanza), Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio), Myriam Bregman (Frente de Izquierda) y Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País) se focalizaron en las críticas a la gestión económica del oficialismo, mientras que Massa (Unión por la Patria) aprovechó la centralidad para remarcar que, desde su función, se hizo «cargo de la crisis cuando muchos se metían debajo de la cama».
«Ahora viene una etapa nueva: mi Gobierno, no este Gobierno; vamos a corregir errores y hacer los cambios que haya que hacer cueste lo que cueste», dijo el dirigente peronista.
Mucho antes, en el primer bloque del debate, Massa había pedido disculpas por «los errores de este Gobierno que lastimaron a la gente» y se comprometió a desarrollar una «moneda digital argentina», a impulsar una ley de blanqueo y a modificar el sistema penal para establecer «cárcel a los evasores y a los que fugan», entre otras medidas direccionadas al «desarrollo exportador» y a la reducción de impuestos para «pymes y economías regionales».
Massa hizo hincapié en más de una oportunidad en que Argentina «heredó (del Gobierno de Mauricio Macri) un acuerdo criminal con el FMI, que es inflacionario» y advirtió que recién cuatro meses atrás pudieron establecerse modificaciones.
También, ante una pregunta de Milei, ratificó su vocación «dialoguista» y su aspiración a convocar a «un gobierno de unidad nacional, donde estén los mejores del radicalismo, del PRO o incluso del partido» de La Libertad Avanza «sin miedo al diálogo y a las diferencias».
Con todo, su presentación estuvo apoyada principalmente en propuestas: anunció que envió al Congreso un proyecto de ley para subir de 6 a 8 puntos del PBI la inversión mínima en educación, con objetivos como «la construcción de 731 centros de desarrollo infantil y jardines de infantes; un plan de alfabetización de primer a tercer grado; a incorporación de robótica, programación e inteligencia artificial como materias en cuarto y quinto año y la duplicación de escuelas técnicas».
También propuso impulsar un «1,5 del PBI» para «ampliar la oferta universitaria» y un «fondo» dentro de los 8 puntos educativos para el «presentismo», de forma tal de garantizar a «los pibes y a los maestros» en las aulas.
En general, los candidatos repitieron sus principales consignas y cumplieron, más allá de los numerosos contrapuntos, con la regla de no incurrir en «ataques personales».
Con una renovada postura moderada, Milei apeló a sus eslogans y promesas de campaña: aseguró que si llega a la Presidencia, los argentinos podrán tener «en 15 años los niveles de vida de Italia y Francia, en 20 años los de Alemania y en 25, los de Estados Unidos», consideró «chantas» a los asesores económicos de Bullrich, centró sus críticas en la emisión monetaria, reeditó su postura «negacionista» de la represión en Argentina, pidió perdón por sus agravios al Papa Francisco y admitió que el dirigente Luis Barrionuevo también es parte de la «casta» sindical.
Bregman hizo gala de un discurso efectista para desmarcarse del resto de los contrincantes, ratificó las banderas históricas de la izquierda y apuntó dardos hacia los otros cuatro adversarios, pero eligió la mayoría de las pulseadas -en los tramos de «derecho a réplica» o en el segmento de preguntas individuales- con Milei, al que definió como «un gatito mimoso del poder económico» y con Bullrich, a quien cuestionó por su «política de represión», a la que hizo responsable de las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.
Con una retórica pausada, Bullrich prometió el «cambio» frente a una «Argentina arrasada», le pidió a Massa que se haga cargo del Presupuesto con déficit, pero no hizo mención a la deuda con el FMI contraída por Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio.
Buscó pulsear con el candidato libertario, en la disputa por los votos más conservadores del electorado, y le advirtió que los únicos tres países que no tienen un Banco Central son «paraísos fiscales».
«Voy a borrar del mapa la inflación, con decisión política, temperamento y el coraje para los cambios», aseguró y resaltó la figura de su potencial ministro de Economía, Carlos Melconian.
«Orden económico y equilibrio fiscal y el país arranca», fue la acotada respuesta que Bullrich ensayó cuando fue instada por Milei a explicar cómo encausará los problemas económicos de la Argentina.
También, en el capítulo del debate referido a los derechos humanos, Bullrich se comparó con los expresidentes Nelson Mandela (Sudáfrica) y José Mujica (Uruguay), cuando dijo que, al igual que ellos, fue «parte de una organización juvenil», en alusión a su participación en la JP ligada a Montoneros.
Luego, reivindicó por igual a los «muertos de la dictadura, tanto civiles como militares», defendió a las fuerzas de seguridad y acusó a piqueteros y a los sindicatos de ser responsables de que esté «rota la convivencia democrática».
En tanto, la exposición de Schiaretti estuvo permanentemente referenciada en su gestión al frente del Gobierno de Córdoba y aseguró ser capaz de implementar el mismo «equilibrio fiscal» logrado en la provincia y resolver la inflación. Su mensaje fue en contra la llamada «grieta» y en favor del federalismo.
Cuestionó por igual al Gobierno y a la anterior gestión de Cambiemos porque -dijo- ambos aumentaron la pobreza-, reclamó mayor federalismo, propuso «desdoblar el tipo de cambio» y se quejó de los «impuestos confiscatorios al interior».
Schiaretti esquivó también un guiño de Bullrich, que lo invitó a definirse como un aliado, y le recordó que Macri sólo había cumplido el «20%» de lo que prometió, aunque aseguró que Córdoba es una provincia que no dejó «colonizarse» tampoco por el kirchnerismo.
La pulseada televisiva, que suma tensión y expectativas al tramo final de la campaña, incluyó también comentarios irónicos, tanto de Bregman como de Bullrich, en la única sintonía entre ambas candidatas, sobre la repentina renuncia del jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde.
Al abandonar el Centro de Convenciones Forum, donde se desarrolló el debate, Massa expresó sobre Insaurralde: «Cometió un grave error, renunció y tiene que renunciar a la candidatura también en Lomas», donde se postula para concejal.
A sólo tres semanas de las elecciones del 22 de octubre, la pulseada televisiva de hoy obligó a compartir escenario a los cinco aspirantes presidenciales, quienes dedicaron parte de la semana a elaborar sus presentaciones, asesorados por sus equipos de campaña, y desembarcaron ayer en Santiago del Estero para conocer con anticipación el Centro de Convenciones Forum, donde se desarrolló el debate.
Así como hoy la Universidad Nacional de Santiago del Estero estuvo a cargo de los preparativos del encuentro, el domingo próximo (8 de octubre) será el turno del segundo debate, en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
En esta primera oportunidad actuaron como moderadores los periodistas Rodolfo Barili, Evangelina Ramallo, Esteban Mirol y Lucila Trujillo.