Investigadores de la Universidad de Tokio, en colaboración con el Programa Internacional de Perforación Científica Continental, han descubierto microbios vivos sellados dentro de una roca de 2.000 millones de años en el Complejo Ígneo Bushveld, Sudáfrica. Utilizando tecnologías avanzadas como espectroscopia infrarroja y microscopía electrónica, confirmaron que estos microorganismos eran nativos y vivían en pequeñas grietas protegidas por capas de arcilla.
Este entorno aislado proporcionó condiciones ideales para su supervivencia durante escalas geológicas. Hasta ahora, el hallazgo más antiguo de vida microbiana viva se remontaba a 100 millones de años. Este descubrimiento no solo desafía los conocimientos actuales sobre la longevidad de la vida en la Tierra, sino que también abre nuevas esperanzas sobre la posibilidad de vida en otros planetas como Marte, donde condiciones similares podrían haber preservado microorganismos.
La idea de «cápsulas naturales vivientes» aporta una nueva perspectiva al estudio de la evolución, adaptación y resistencia de la vida a lo largo del tiempo, y podría tener implicaciones significativas en la búsqueda de vida extraterrestre.