Sergio Tomás Massa volvió de su reciente viaje a China con buenas noticias para el país por la ampliación del swap de monedas, anuncios de inversión con financiamiento de bancos del gigante asiático y la decisión de Dilma Rousseff de sumar a la Argentina al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los Brics; pero de ese viaje, sobre todo, trajo también una convicción que consideraba lógica: él tenía que ser el candidato de la unidad.
Massa se asumía con méritos para representar a un peronismo unificado. En su equipo de colaboradores consideraban una descripción ajustada a los hechos la valoración que algunos dirigentes del ex Frente de Todos hacían en los últimos meses, cuando se referían a la gestión en el Palacio de Hacienda del abogado que se graduó en la Universidad de Belgrano.
«Estabilizó las variables», «nos salvó de una crisis porque no habían reservas», «tomó medidas creativas», «se tiró arriba de la granada» y otros elogios más o menos crudos circularon en distintos campamentos del peronismo, tanto entre gobernadores, intendentes y en las filas del kirchnerismo.
Un diagnóstico similar se atribuye a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que compartía con él la premisa de que por la situación económica era preferible una lista de unidad y un candidato único.
Para Massa, el deber en esta coyuntura era «orden político» para garantizar «orden económico», y esa consigna la mantuvo firme en los últimos meses, en contraste con quienes consideraban prioritario «democratizar el peronismo en las primarias».
El tigrense la repitió incluso en el acto del Frente Renovador en Tortuguitas, donde dijo que su partido político estaba dispuesto a participar en las PASO.
Una postulación de Massa como candidato único también parecía adecuada para algunos representantes del kirchnerismo con conocimiento de los resortes económicos, aquellos que entendían la complejidad de unas negociaciones con el FMI que aún están abiertas.
Lo mismo deslizaban dirigentes que compartieron momentos de la trayectoria pública con el ya candidato presidencial de Unión por la Patria, como su paso por la Anses como director ejecutivo del organismo en la presidencia de Néstor Kirchner.
Massa nació en la localidad de San Martín en 1972 y un año antes de cumplir 30 años contrajo matrimonio con Malena Galmarini, una mujer de carácter procedente de una familia con linaje peronista, cuyos padres Marcela Durrieu y Fernando «Pato» Galmarini habían tenido un desempeño en la política tanto en el Congreso como en la gestión pública, como secretario de Deportes del menemismo.
En su juventud pasó por la UCeDé y llegó a ser el presidente de la agrupación juvenil del partido pero luego ingresó al peronismo apadrinado por el gremialista gastronómico Luis Barrionuevo, que siempre tuvo influencia en el partido de San Martín.
También consolidó un vínculo con Ramón «Palito» Ortega, de quien fue asesor.
En 2001, tras la boda con Malena, se mudó a Tigre, donde reside en un barrio privado: con el tiempo se convirtió en uno de los hinchas más famosos del Club Atlético Tigre, «el Matador», que tiene su estadio en el barrio lindero de Victoria, entidad deportiva de la que llegó a ser dirigente y vocal.
Massa tiene dos hijos, Milagros y Tomás, futbolero como el padre y con intereses en las redes sociales y las tecnologías.
El primer desempeño en la función pública que le hizo ganar notoriedad fue su labor al frente de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), que comenzó durante la presidencia provisional de Eduardo Duhalde y donde luego fue revalidado por Kirchner, tras el 25 de mayo de 2003.
Esa actuación y su híperpresencia en los medios le granjearon el apoyo de sectores de la tercera edad, lo que le valió ser incorporado a la lista de diputados nacionales en las elecciones legislativas de 2005, cuando Cristina Fernández de Kirchner enfrentó a Chiche Duhalde en la categoría de senador nacional.
Massa, pese a ser electo, prefirió seguir al frente de la Anses, donde trabajaba un economista que luego se proyectaría a la cúspide del poder kirchnerista, el marplatense Amado Boudou: al futuro ministro de Economía y vicepresidente le reconocieron haber propuesto la idea de que el Estado recupere la administración de los fondos de las AFJP.
En las elecciones ejecutivas de 2007, Massa se postuló como candidato a intendente por el Frente para la Victoria en su pago chico y así logró destronar al vecinalismo, en una elección disputada en la que se impuso por cinco puntos: 46% a 41%.
A su asunción asistieron el presidente Néstor Kirchner y la entonces presidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner, que lo valoraban y lo consideraban intrépido.
Kirchner, por entonces, lo había sumado a los equipos de fútbol que de manera regular jugaban en la quinta de Olivos para luego terminar la juntada en los quinchos, hablando de política.
Dos años después, tras el conflicto por las retenciones móviles, Massa alcanzó su momento de mayor centralidad en el kirchnerismo: fue designado jefe de Gabinete para reemplazar a Alberto Fernández, con quien años después -ambos ya enfrentados con Cristina Kirchner- estableció una relación de relativa confianza y periódica discusión política.
Tras su etapa como jefe de Gabinete, en 2011 volvió a Tigre tras presentarse como candidato a intendente, ganó la elección y ejerció la intendencia hasta que en las elecciones de medio término de 2013 rompió definitivamente con el kirchnerismo.
Entonces, creó el Frente Renovador para postularse como primer candidato a diputado nacional.
«No pasa nada, si todos los traidores se van con Massa», solía cantar por esa época la militancia juvenil del Frente para la Victoria.
En ese turno electoral se impuso al FpV, que le había plantado como principal competidor a otro joven intendente de perfil ejecutivo, Martín Insaurralde.
Asumió su mandato en diciembre de ese año y fue incorporado a la Cámara, donde ejercería la banca por dos años.
En 2015, ya convertido en un paladín del antikirchnerismo -identidad en la que también buscaba pescar Mauricio Macri-, compitió para presidente por fuera de la estructura del PJ pero salió tercero, lejos de la polarización que confrontó a Daniel Scioli con el extitular del club Boca Juniors.
Dos años después, en las elecciones parlamentarias de 2017, volvió a presentarse como candidato -esta vez a senador nacional por Buenos Aires- y quedó nuevamente tercero: detrás de Esteban Bullrich, el postulante de Cambiemos, y la propia Cristina Kirchner, por Unidad Ciudadana.
La historia cambió en 2019: en una negociación larga que incluyó primero el acercamiento de Alberto Fernández a CFK, Massa aportó la estructura de su construcción política a la tríada kirchnerismo, Fernández y Frente Renovador.
Así nació el Frente de Todos.
En reconocimiento a su rol, el flamante oficialismo lo eligió como presidente de la Cámara de Diputados, cargo en el que fue ratificado por unanimidad por todos los legisladores, y donde su objetivo fue facilitar la coexistencia amistosa en el Parlamento pese a las diferencias políticas.
En 2022 fue designado ministro de Economía, para sustituir a Silvina Batakis mientras la entonces ministra regresaba de Estados Unidos.
Una de las medidas que pidió para aceptar un cargo en un momento muy difícil fue reestructurar el Gabinete para que la injerencia de Economía se ampliara en un megaministerio, que incluyera Desarrollo Productivo; Agricultura, Ganadería y Pesca, y la Aduana; también solicitó que se unificara Comercio Interior y Comercio Exterior.