El blockchain, la tecnología que podría compararse con un libro contable, pero con copias distribuidas en distintas partes del mundo que impiden su falsificación, sirve como base para el bitcoin y buena parte de las criptomonedas digitales y, al contrario de lo que se dice, es un espacio «transparente» dónde se pueden rastrear las transferencias y cada vez es más difícil poder cometer ilícitos, aseguran especialistas.
«La idea de que, por ejemplo, el bitcoin es un espacio para blanquear dinero ilícito es más un argumento del sector financiero que ven al blockchain como una amenaza. Va a ser así hasta que ellos lo adopten ya sea con cadenas de datos públicas o privadas», explicó el economista Agustín Crivelli en diálogo con Télam.
Según coincidieron distintos analistas en transacciones con criptomonedas, el momento del cambio de dinero físico a bitcoin y su posterior reconversión a una moneda está fuertemente custodiado en las agencias que realizan esas acciones financieras para evitar lavado de activos.
Crivelli afirmó que la tendencia de pedir datos que acrediten la identidad para ingresar dinero o retirarlo del sistema «es masivo en América y Europa», y consideró que si aún puede existir algún país que se mueva por fuera de los requerimientos contra el lavado de divisas, está entre los minoritarios.
La investigación sobre el origen de activos en bitcoin tiene como ejemplo el caso «Bobinas Blancas», el mayor decomiso de cocaína de la historia argentina, que incluyó pagos en esta criptmoneda entre actores de la banda ubicados en México y en Argentina, recordó Rodolfo Andragnes, director de Bitcoin Argentina.
En el caso del ransomware WannaCry, que en mayo afectó a cientos de países, los investigadores pudieron seguir a través del registro público la pista del dinero exigido por los cibercriminales para «liberar» las miles de computadoras que el ataque encriptó en más de 150 países.
Así como todas las transacciones en criptomonedas son anónimas, porque se desconoce quién es el dueño de una cuenta (hasta que se cambian por dinero convencional), las mismas son «trasparentes» y no se pueden modificar, evitando hackeos y siendo posible rastrear el origen de cada bitcoin desde que fue creado.
«Vos podés acceder a un número que podría asemejarse al CBU de todos los que tienen bitcoin, aunque no sabes quiénes están detrás. Cuando sabes que es una persona que adquiere de manera ilegítima, porque él hizo pública esa dirección, podes seguir sus movimientos y, en algún momento pasan a plataformas de compra y venta de bitcoin, donde se revela la identidad», comentó Andragnes a Télam.
Una de las técnicas utilizadas por los cibercriminales, que se denomina «mezcla», consiste en dividir los bitcoins y transferirlos de cuenta en cuenta, algo que «hace más difícil su rastreo, aunque no lo torna imposible», explicó Franco Amati, cofundador de Bitcoin Argentina y Espacio Bitcoin.
Por su parte, empresas como Chainalysis hacen «minería de datos» en el blockchain permitiendo «ir para atrás» y conocer el inicio de la maniobra: «Se puede hacer, no es fácil pero se hace. Tampoco es inmediato, porque quizá están años sin mover la billetera», agregó Andragnes.
No transformar la criptomoneda a moneda tradicional y comprar bienes o servicios directamente con bitcoins es todavía «algo reducido», según Crivelli.
«En Argentina dejó de funcionar hace un mes un sistema en el que te podías hacer de una tarjeta de débito que trabajaba quitando de fracciones de tu bitcoin pero, en ese caso, también tenías que dejar tus datos», concluyó el economista.