El proyecto del impuesto a la riqueza impulsado por el oficialismo y encarado por el presidente de la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Diputados, Carlos Heller, continúa cosechando apoyos y rechazos por parte de los economistas.
Los que están a favor de nuevo impuesto rescatan su carácter excepcional y lo justifican en la necesidad de conseguir fondos para paliar parte de los gastos de las políticas implementadas para hacer frente a la pandemia de coronavirus.
Los que se oponen descreen de la excepcionalidad y aducen que la mayoría de los impuestos que se plantearon para ser cobrados «por única vez» terminaron quedándose y desincentivan las inversiones.
Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), y Pablo Manzanelli, coordinador del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra), ambos a favor de la aplicación del impuesto, explicaron a Télam por qué debe aplicarse esta carga «por esta única vez».
«Nos parece razonable que en este contexto de pandemia aquellos que tienen un patrimonio o que han tenido ganancias significativas en los últimos años puedan hacer un esfuerzo adicional para que otros argentinos puedan sobrellevar la pandemia», indicó Letcher.
«Las experiencias de distintas partes del mundo que hoy se están debatiendo tienen antecedentes que reivindican la cuestión de la solidaridad en contextos donde alguna particularidad de ese país amerita o justifica una solidaridad entre los que más y los que menos tienen. El ejemplo más paradigmático es Alemania con el impuesto Soli, que sirvió para la recomposición alemana», explicó el economista de CEPA.
«En este contexto debe aplicarse sobre personas y sobre empresas. En un contexto más general, la progresividad es más razonable en impuestos patrimoniales que en personas físicas», señaló.
En coincidencia, Pablo Manzanelli apuntó que hoy «es absolutamente imprescindible un impuesto de estas características en este contexto» y recordó el informe de Cepal que prevé una caída de 6,5% del PBI argentino.
«Con la emisión monetaria no alcanza y por eso todos los estados del mundo, sin distinguir sesgo ideológico, han implementado medidas para mitigar ese impacto. En Chile y Perú el esfuerzo fiscal superó el 10% del PBI y en Argentina por ahora, las medidas anunciadas incluyen el 2,5%», detalló el economista de Cifra.
«Se requieren recursos y hay que sacar dónde hay: en los sectores más favorecidos en la Argentina», dijo.
Manzanelli acordó con Letcher en que en este momento se debe gravar «tanto a personas como empresas» y sugirió que sumando ambos casos se puede alcanzar una suma cercana a dos puntos del PBI.
En la vereda de enfrente, los economistas Miguel Kiguel, socio de Econviews, y Gabriel Caamaño, socio de la consultora EcoLedesma, dijeron que descreen del carácter de excepción de este impuesto como una de las principales razones para rechazarlo.
«Cuando se tienen déficit temporarios hay que financiarlo con deuda o emisión monetaria, el problema de los impuestos es que nunca se sabe si son temporarios o si pueden venir otros impuestos futuros y eso va a en contra de decisiones de inversión de largo plazo», argumentó Kiguel.
«Este impuesto es controvertido. No vi estimaciones serias de cuánto puede recaudar, pero tiene un componente político importante. Políticamente es difícil oponerse porque parece que simpatiza con Robin Hood, pero de largo plazo va a llevar a desincentivar a la acumulación de capital en la Argentina. No por nada el país lleva 15 años sin crecer», indicó.
«El problema es que en la Argentina las cosas no son por única vez porque emergencia hay todo el tiempo. El impuesto a las Ganancias se puso por una vez, el impuesto al cheque se puso por una vez, el impuesto a los BBPP se puso por una vez», dijo Kiguel.
Caamaño, por su parte, sostuvo que «es un debate medio falaz, porque acá hay muchos impuestos no sólo nacionales sino provinciales que gravan los patrimonios».
Planteó además que en la Argentina hay impuestos indirectos y directos «y acá no se está diciendo de reemplazar uno por otro, sino que es seguir aumentando la carga».
También criticó la justificación de que sólo apunta a una minoría. «Los impuestos buenos son los que tienen una base amplia y alícuotas marginales y progresivo según aumente la base imponible y así no hay incentivo de eludirlos», enfatizó.
Más allá de las diferencias por este impuesto, los economistas de ambos lados de la biblioteca coinciden en que a largo plazo hay que repensar el sistema tributario argentino.