El número de mariposas de pradera en Europa ha experimentado un importante declive en las últimas tres décadas. Ha descendido en torno a un 30 %. Es lo que reflejan los datos de seguimiento de 18 países de la Unión Europea recogidos entre 1991 y 2020.

Para este índice se han utilizado datos de la European Butterfly Monitoring Scheme (eBMS). En él participa de forma activa la ICTS-Doñana de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC). Lo hace aportando datos de manera periódica acerca de la situación de las mariposas en el espacio protegido.

El principal motivo de este declive, según ha informado la EBD-CSIC en un comunicado, son la intensificación agrícola. Asimismo los cambios en los usos de suelo, como la pérdida, fragmentación y degradación del hábitat.

El aumento de la agricultura intensiva implica el uso de agroquímicos, incluyendo pesticidas. Esto puede conllevar una reducción dramática de las poblaciones de insectos, incluyendo las mariposas de pradera.

Difícil diagnóstico de recuperación

Según la Agencia Europea del Medioambiente que publica este índice, es difícil pronosticar cuándo las poblaciones de mariposas de pradera podrán recuperarse. Eso porque dependen de una combinación de factores socioeconómicos y ambientales y de medidas políticas.
Aunque algunas medidas implantadas en la Directiva Hábitat han ayudado a algunas poblaciones, los declives continúan ocurriendo tanto dentro como fuera de áreas protegidas.

Las mariposas tienen un importante papel en el funcionamiento de los ecosistemas, ofrecen un amplio abanico de servicios ecosistémicos, como la polinización, a la vez que sirven como alimento para muchos otros animales.

Además, reaccionan de forma rápida a los cambios que se producen en sus hábitats, por lo que son un indicador muy valioso del estado de salud de los ecosistemas.

Este índice de mariposas de pradera es uno de los tres indicadores de ecosistemas agrícolas incluidos en la Ley de la Restauración de la Naturaleza de la Unión Europea, recientemente aprobada.

Los estados miembros deberán seleccionar al menos dos de los tres indicadores. Entre ellos se encuentran además indicadores sobre la proporción de superficie agraria con elementos paisajísticos de gran diversidad y las reservas de carbono orgánico en suelos minerales de tierras de cultivo, para poner en marcha medidas destinadas a lograr una tendencia creciente antes de 2030.