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Miles de fanáticos de Diego Armando Maradona aguardan en un respetuoso silencio matizado por momentos con cánticos futboleros el ingreso a la Casa Rosada para dar el último adiós al ídolo pero cada tanto el clima se rompe cuando se recuerda la heroica gesta del «10» contra Inglaterra en México 1986.
Desde antes que se abran las puertas de la Casa de Gobierno a las 6:17 de la mañana, miles de fanáticos y fanáticas de Maradona se reunieron en la Plaza de Mayo para la última «misa maradoniana».
Bajo un importante operativo de seguridad, la multitud formó una extensa fila para ingresar a la Casa Rosada que pasadas las 10 se extendía por Avenida de Mayo hasta casi la intersección con 9 de julio.
Alrededor de los vallados que marcaban el camino de ingreso se armaron los tradicionales puestos de venta que ofrecían desde choripán y bondiolas hasta barbijos con el rosto del astro fallecido ayer a los 60 años, y también rosarios con los colores de Argentina o ramos de flores.
Solo una figura como la de Maradona puede lograr que miles de hinchas de todos los clubes de Argentina se puedan reunir y llorar por el mismo motivo.
Camisetas y banderas de Boca y River mezcladas con las de Newell’s y Rosario Central y hasta las de Gimnasia y Estudiantes de La Plata.
El silencio predominaba en las calles pero desde unos parlantes ubicados en los alrededores del Cabildo suenan ininterrumpidamente canciones relacionadas al mito del fútbol argentino y el audio del relato de Víctor Hugo Morales del segundo gol a los ingleses o la canción que le compuso el cantante cuartetero cordobés Rodrigo.
En esos minutos, el clima pasaba a ser de cancha y se repetían los cantos en honor a Diego y el clásico «el que no salta es un inglés».
Para aliviar la espera, también se instalaron tres pantallas gigantes en distintos sectores de la Plaza de Mayo donde se reproducían imágenes desde el salón donde velaban los restos del astro.