Alrededor de tres años atrás, el lugar que ves ilustrando estas líneas no existía. De repente, un volcán bajo el agua entró en erupción en el Pacífico Sur y, después de que el humo y las cenizas se dispersaron, una nueva masa de tierra había aparecido: una isla que nadie había visto antes. Así nació la isla volcánica Hunga Tonga, ubicada entre dos islas polinesias deshabitadas que forman parte del Reino de Tonga.
En los últimos 150 años, solo tres islas volcánicas han surgido así y sobrevivieron apenas unos pocos meses, siendo la más famosa de ellas Surtsey, que apareció frente a la costa sur de Islandia durante una erupción que comenzó en 1963.
Sin embargo, Hunga Tonga es diferente. Es el único tipo de isla que ha emergido en la era de los satélites modernos, lo que nos da una nueva forma de estudiar cómo evolucionan estas masas de tierra rocosa. De hecho, los científicos ya están utilizando datos satelitales para aprender todo lo posible sobre ella, antes de que la erosión la haga desaparecer de nuevo bajo las aguas.
«Hay una gran cantidad de material que salió de esta erupción, posiblemente más grande que en Surtsey», comenta la geóloga Vicki Ferrini de la Universidad de Columbia (EE. UU.), que está estudiando la isla junto a investigadores de la NASA.
Al principio, los científicos estaban convencidos de que Hunga Tonga duraría unos meses antes de desaparecer, pero la isla, que abarca unas 200 hectáreas y 120 metros de extensión sobre el océano, podría sobrevivir incluso 30 años.
Usando datos satelitales actualizados en tiempo real, el equipo de científicos está desarrollando mapas tridimensionales de la topografía de la isla, estudiando sus cambiantes costas y la cantidad de tierra que se encuentra sobre el nivel del mar.
«Nuestro interés es calcular cuánto cambia el paisaje tridimensional con el tiempo, particularmente su volumen», dice el científico jefe del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, Jim Garvin. «Es el primer paso para comprender las tasas de erosión y los procesos y para descifrar por qué persistió más de lo que la mayoría de la gente esperaba».»Todo lo que aprendemos sobre lo que vemos en Marte se basa en la experiencia de interpretar los fenómenos de la Tierra», dice Garvin. «Creemos que hubo erupciones en Marte en un momento en que había áreas de aguas superficiales persistentes. Podríamos utilizar esta nueva isla de Tonga y su evolución como una forma de probar si alguna de ellas representaba un entorno oceánico o un lago efímero».
Nadie sabe con certeza cuánto tiempo resistirá esta isla volcánica, pero sabemos que no vivirá para siempre, debido a los inestables acantilados de ceniza solidificada de Hunga Tonga que se erosionarán por completo en los próximos años.