El impacto de un segundo asteroide pudo haber contribuido a la extinción de los dinosaurios, según una reciente investigación publicada en la prestigiosa revista Nature Communications Earth & Environment, un trabajo que llevó dos años desde el descubrimiento del cráter submarino Nadir, ubicado frente a la costa de Guinea, en África Occidental.
Medios de todo el mundo se hicieron eco del paper «Anatomía 3D del cráter Nadir de la era Cretácico-Paleógena» (https://www.nature.com/articles/s43247-024-01700-4), publicado en la Revista Nature Communications Earth & Environment: una descripción minuciosa de las características del cráter que llevaron a la conclusión de que se trata de un una estructura generada «por un impacto de hipervelocidad» que se considera llegó a la Tierra «con una edad límite aproximada del Cretácico-Paleógeno».
«La similitud en la edad del cráter (Nadir) con el cráter Chicxulub de 200 km en México (el que fue causado por el asteroide al que se le adjudica ser el responsable de la desaparición de los dinosaurios) ha llevado a la sugerencia de que el evento de extinción del final del Cretácico puede haber estado asociado con más de un impacto, ya sea la ruptura de un asteroide padre en una órbita cercana a la Tierra o como parte de un grupo temporal de impactos de mayor duración», se señala en el trabajo.
Pero más allá del resultado del estudio del cráter Nadir, Uisdean Nicholson, investigador principal del trabajo de Universidad Heriot-Watt, Edimburgo (Reino Unido), publicó la historia de la investigación: un «viaje» a la cocina de la ciencia.
«En 2022, publicamos un artículo en Science Advances que documentaba un nuevo candidato a cráter de impacto en alta mar en África occidental. Curiosamente, este posible cráter submarino parecía tener la misma edad (66 millones de años) que el famoso cráter de Chicxulub en México, que provocó uno de los mayores eventos de extinción en la historia de la Tierra e inauguró el inicio del Cenozoico; la «era de los mamíferos». Esto provocó un amplio interés público en el artículo, incluidos artículos en New Scientist y National Geographic», contó el investigador en el texto que cuenta «qué hay detrás del paper».
Y continuó: «Sin embargo, este cráter recién identificado todavía tenía una nube de incertidumbre sobre él. El listón de la evidencia es muy alto para los cráteres de impacto, y la mayoría de los expertos solo aceptarán evidencia física de presiones de choque extremas (por ejemplo, tejidos de deformación de diagnóstico en minerales de cuarzo) para confirmar el origen de un impacto. Esto se debe a la exageración que a menudo rodea el anuncio de cualquier candidata a estructura de impacto, basada en anomalías circulares a veces ambiguas en varios conjuntos de datos geofísicos».
Nicholson cuenta que el grupo de investigación tenía «dos perfiles sísmicos bidimensionales que mostraban características consistentes con una estructura de impacto», no obstante, no podían estar seguros de que esa estructura fuera circular (o casi circular) en la vista en planta, o de que la «elevación central» propuesta, que es tan característica de las grandes estructuras de impacto, tuviera las dimensiones y la arquitectura que esperaban.
Después de la publicación del artículo, los investigadores descubrieron que una empresa sísmica comercial, PGS (ahora TGS), había adquirido un estudio sísmico tridimensional «especulativo» en la misma zona frente a la costa de Guinea.
«Acordaron proporcionar estos datos, dada la importancia científica del proyecto y en apoyo de nuestra propuesta de perforación del Programa Internacional de Descubrimiento Oceánico (IODP, por sus siglas en inglés) para perforar y recuperar el núcleo del cráter. Resultó que uno de sus científicos, William Powell (ahora coautor) también había identificado esto como una probable estructura de impacto», cuenta Nicholson.
Este trabajo colaborativo fue clave para el nuevo paper del equipo: «Nuestro nuevo estudio, publicado en Communications Earth & Environment, presenta estos nuevos datos en 3D de última generación que revelan la arquitectura del cráter con un detalle excepcional y confirman (¡más allá de toda duda razonable!) que el cráter se originó por un impacto».
«Es la primera vez que se ha obtenido una imagen completa de una estructura de impacto con datos sísmicos de alta resolución como estos y es un verdadero tesoro de información que nos ayudará a reconstruir cómo se formó y evolucionó este cráter», concluyó.