El vínculo entre la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador bonaerense Axel Kicillof atraviesa su momento más tenso desde que iniciaron su alianza política. No se trata de una disputa ideológica, ni existen entre ellos diferencias programáticas de fondo. La fractura tiene otros ribetes: rencores acumulados, desencuentros varios y, sobre todo, un desacuerdo cada vez más visible sobre quién conducirá los destinos del peronismo.
Desde hace meses, el diálogo entre ambos está virtualmente congelado. Kicillof intentó propiciar encuentros con la dos veces presidenta, pero recibió como respuesta el corrimiento de las discusiones hacia su hijo y titular del PJ bonaerense, Máximo Kirchner. En el entorno del gobernador aseguran que su par es Cristina, no su hijo, ni los demás delegados que el Instituto Patria envía como interlocutores.
Desde el kicillofismo explican que el distanciamiento con su mentora política se debe a una acumulación de omisiones y críticas por parte de La Cámpora hacia el gobernador. Mencionan, entre otros episodios, desplantes durante el cierre de listas, falta de respaldo en la campaña, cuestionamientos públicos y hasta canciones políticas con mensajes agresivos. También apuntan a l trabas legislativas.
En La Cámpora, en cambio, responden que Kicillof no estuvo a la altura cuando se lo evaluó como posible candidato presidencial en 2023. Sostienen que, al hablar de la necesidad de entonar “nuevas canciones”, en realidad intentó “jubilar” a Cristina. Recuerdan que no respaldó su postulación para presidir el PJ y que su entorno militó avales para el gobernador riojano, Ricardo Quintela, entonces rival interno de la expresidenta. Además, remarcan que ahora critica el “dedo” de CFK que lo catapultó al poder, aunque en su momento lo aceptó sin objeciones. Y, sobre todo, subrayan que “los votos en el PJ son de Cristina y la conducción también”.
El lanzamiento oficial del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), previsto para el 24 de mayo en un acto en el camping del sindicato UPCN en La Plata, evidencia la voluntad del economista de ganar volumen territorial y liderazgo dentro del peronismo bonaerense para consolidar un espacio propio con la mirada puesta en 2027.
Lo que se juega en esta interna, en definitiva, es la jefatura del peronismo y la proyección presidencial del gobernador peronista que gestiona la provincia más populosa y con mayores desigualdades del país -concentra el 37% del padrón nacional- en tiempos de Javier Milei.

Las diferencias visibles en la Legislatura
El punto culminante de la tensión en el peronismo llegó en diciembre, cuando la interna dejó sin Presupuesto 2025 ni Ley Impositiva a la gestión provincial. Más tarde, la rispidez se agudizó con la dilación para sancionar la ley que suspendió las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Desde el kicillofismo leyeron esa demora como una maniobra del cristinismo para forzar una jugada que impidiera al gobernador avanzar con la idea de un desdoblamiento electoral. Se sabe, la ex presidenta propiciaba los comicios concurrentes, pero el mandatario decidió separarlos.
Días atrás, otra situación de tirantez se generó cuando en la Cámara de Diputados bonaerense el kirchnerismo logró acordar un proyecto con la oposición para lograr que la provincia condone deudas de los municipios. El gobernador logró desactivar esa iniciativa presentando en el Senado una propuesta superadora, que contiene una solicitud de autorización para tomar deuda, la creación de un fondo para las comunas y la suspensión hasta fin de año para los distritos del pago de los momentos adeudados.

La puja por la lapicera
La disputa por las candidaturas es el síntoma más visible del conflicto, pero en rigor, se trata de un capítulo más en la disputa por el liderazgo. El MDF, integrado por más de 40 intendentes bonaerenses, organizaciones sociales, y gremios relevantes reclama lugares en las listas y representación en la mesa de decisiones. No especifica cuántos, ni cuáles, pero remarca que no aceptará un esquema en el que Máximo Kirchner y Martín Insaurralde vuelvan a cerrar las nóminas sin su participación, como ocurrió en los últimos años.
«Axel fue electo gobernador dos veces y sostiene una gestión con un presidente que no para de bombardear a los bonaerenses con recortes inhumanos. Como mínimo, tiene que estar en la mesa de decisiones», insiste un ministro. El propio Kicillof remarca la necesidad de trabajar “para evitar que la motosierra llegue al Congreso, a la Legislatura y a los concejos deliberantes”.
En el MDF afirman que el objetivo central es sacar a Milei de la Casa Rosada y destacan que la única figura presidenciable del peronismo es Kicillof. Por ello, subrayan que el mandatario debe salir fortalecido de esta elección. Plantean que no puede tratarse al gobernador como un “actor secundario” del armado provincial e indican que debe consolidarse como jefe político bonaerense.
Desde el cristinismo, en tanto, buscan conservar el control de la lapicera, amparados en el peso específico que conserva la figura de la ex presidenta. Hasta el momento, dirigentes políticos cercanos a Cristina contaron que la líder del PJ nacional encabezará la lista a diputados provinciales por la tercera sección electoral, que cuenta con 5 millones de votantes. La idea es que el peronismo no pierda peso electoral en su núcleo duro: el conurbano. No obstante, no son pocos los que en su entorno sostienen que, caído el proyecto de “Ficha Limpia” en el Congreso, con el que se buscó proscribirla, ahora CFK debería postularse a diputada nacional.

Las reelecciones, otro foco de tensión

En medio de este reordenamiento interno, surgieron nuevas diferencias por el debate sobre las reelecciones. Si bien hay consenso para eliminar el límite a una sola reelección para legisladores y concejales, el futuro de los jefes comunales genera divisiones. Mientras Kicillof impulsa avanzar con la modificación también para los intendentes, Cristina prefiere postergar ese tramo del debate.

Así quedó en evidencia en una reunión reciente entre Cristina Kirchner y ocho jefes comunales —cuatro del riñón del gobernador y cuatro referenciados en la ex presidenta— en el Instituto Patria. Allí, el sector de Kicillof planteó avanzar también con los intendentes, mientras que Cristina sugirió demorar ese punto. La iniciativa para derogar los topes ya fue presentada en el Senado bonaerense y el oficialismo pretende tratarla antes del cierre de listas, previsto para el 19 de julio.

Sin embargo, los intendentes cercanos a Kicillof reclamaron incluir en la reforma a los jefes comunales, que actualmente no pueden volver a postularse después de 2027 si ya fueron reelectos. Argumentan que, con una negociación política más firme, se pueden reunir los votos necesarios. Esa posición tiene el respaldo explícito del propio Kicillof, que según fuentes cercanas considera que “hay que avanzar con todo ahora”.

Un actor clave en esta pulseada es el Frente Renovador. Aunque no participó del encuentro, esa fuerza –con 10 diputados y una senadora– podría habilitar el tratamiento del proyecto para legisladores, pero no estaría dispuesta a hacer lo mismo con los intendentes. Esa diferencia explica la cautela de Cristina, que prefiere asegurar lo que tiene garantizado y evitar una derrota parlamentaria.

En todo este marco, Sergio Massa–el tercer socio dentro de Unión por la Patria- y su espacio observan con atención, mientras se posicionan como puentes entre las distintas partes del espacio y siguen promoviendo la unidad. En ese esquema, reclaman un lugar propio en el armado de las ocho secciones electorales bonaerenses y advierten que no aceptarán quedar subsumidos bajo el paraguas de ninguno de los dos polos.

Señales de distensión
En los últimos días aparecieron gestos concretos de buena voluntad de uno y otro lado: el bloque kirchnerista en la Legislatura avaló la modificación de plazos electorales que reclamaba Kicillof y pospuso el tratamiento de la condonación de deudas para los municipios, mientras el gobernador salió públicamente en defensa de Cristina Fernández de Kirchner –denunciando en Radio 10 un “claro intento de proscripción” antes de la fallida sesión de “Ficha Limpia”– y su ministro de Gobierno, Carlos Bianco, calificó de “lawfare” los embates judiciales contra la expresidenta.
Por ahora, el peronismo provincial navega entre la convivencia forzada y la disputa por el protagonismo político, con el desafío de mostrar fortaleza frente al avance de La Libertad Avanza y sin perder de vista que, en la grieta interna, cada gesto y cada voto pueden inclinar la balanza.
En ese contexto, el peronismo bonaerense se debate entre tensiones irresueltas, intentos de recomposición y movimientos de autonomía que desafían el orden tradicional. A dos meses del cierre de listas, la incógnita sobre la unidad sigue abierta. Pero, si algo dejó en claro la experiencia reciente es que el peronismo dividido, pierde.