Entre el pensamiento mágico y la tradición, el Mundial de Fútbol revivió la costumbre popular de señalar «mufas» que pueden con su mera presencia o manifestación alterar un resultado deportivo y que, con una dinámica ahora fogoneada y multiplicada por las redes sociales, coquetea en un límite difuso con la violencia y el bullying.
Mientras los partidos de fases de grupos parecieran estar marcados por los goles anulados y el tecnicismo absoluto del VAR -que por momentos pone en cuestión hasta qué punto el fútbol puede seguir siendo un juego si se lo mide al milímetro-, afuera de la cancha pareciera regir otro criterio: la irracionalidad de las cábalas, las apuestas y las acusaciones de mufas y yetas.
La etimología de «mufa» viene del italiano, donde «muffa» significa «moho». Entonces, algo que tiene mufa sería para la jerga rioplatense algo que se pudrió, que se arruinó.
Minutos después de que la selección argentina cayera 2-1 frente a Arabia Saudita y sumiera a los hinchas en una profunda desilusión, la foto del ex presidente Mauricio Macri sentado en una de las tribunas del estadio y rodeado de jeques se viralizó en las redes sociales. Numerosos posteos de hinchas pero también notas periodísticas y hasta análisis del partido incluyeron -como si fuera un dato deportivo más- una mención: que Macri había «mufado» a la selección con su presencia.
Dos días después, Alemania cayó ante Japón y eso los habilitó a profundizar la misma línea de interpretación: el ex presidente había dicho que el equipo europeo era uno de los favoritos para llegar a la final. Y después llegaron los memes que, con su cuota de humor e ironía, colaboraron para que el mensaje se viralizara. El hashtag #MacriMufa fue tendencia.
Para Pablo Semán, sociólogo y antropólogo especializado en culturas populares y religión, la mufa es una forma histórica de «socavar indirecta y progresivamente a alguien». Advierte que «lo particular, esta vez, es que el conflicto tiene los ribetes de las redes sociales que amplifican y expanden entre millones de personas».
Además, cree que hay que atender cierto clima de época, que trasciende al fútbol: «Hay bronca latente en el aire y estamos en un momento de todos contra todos, de legitimación de la agresividad discursiva», analiza Semán.
Para el sociólogo, se trata de una «una agresividad macha», un síntoma de que cambiaron los tiempos en el fútbol. «Aún cuando no parezca, el fútbol también tiene nuevos públicos y rutinas. Por ejemplo, el odio muchas veces se dirige contra las mujeres que comentan o contra los que desentonan con las convenciones de un estadio. Creo que el viejo público tradicional anota los cambios y reacciona de forma muy agresiva», sostiene.
Intentar reflexionar sobre el tema tiene un costado complejo: la repetición de estas asociaciones aumenta la circulación del mensaje y, de alguna forma, lo legitima. La «grieta», que cruza todos los debates culturales y políticos de la época, también pareciera indicar que está bien señalar a algunos y, a otros no. El criterio, más que político, parece ser caprichoso.
Por estos días, los haters de las redes emprendieron contra el Chapu Martínez, un influencer con más de un millón de seguidores en Instagram que se hizo conocido por el hit «Traeme la copa, Messi», en 2018. Según contó angustiado en un video, lo agredieron durante el primer partido en Doha y constantemente recibe insultos y amenazas.
La periodista Nati Jota, el streamer «Coscu» y la cantante Tini Stoessel son otros de los alcanzados por la saña de los hinchas.
Luego de que el dibujante Nik vinculara a Tini con el bajo rendimiento de su novio, el jugador Rodrigo De Paul, el padre de la cantante, el histórico productor televisivo Alejandro Stoessel, le respondió con un mensaje que se convirtió en viral: «Creo que tanto vos como yo sabemos lo que representa ser agredido desde las redes. Sé que tu profesión es hacer humor, pero hubiese sido prudente evitar generalizar el bullying», escribió.
«Creer en la mufa y las cábalas me parece una pavada pero no jode a nadie. Creer que una persona es mufa es de forro (sic). Y sobre todo, de cobarde. Es culpar a otro por los fracasos que no podés manejar», tuiteó el escritor Juan Sklar, y llamó a gestionar el miedo y la impotencia de otra manera.
Como si lo hubieran escuchado, los usuarios comenzaron a usar un antídoto para la mufa: ante la mención de alguno de los personajes señalados o de cualquier dato o corazonada alentadora sobre ganar el Mundial, se empezó a responder «anulo mufa» para equilibrar fuerzas.
«De tanto anulo mufa´, anularon los goles", observó un usuario para burlarse de la lógica de veneno-antídoto que pareciera importar más que las formaciones, las tácticas o las posibilidades que da el banco de suplentes. La cuestión pareciera no estar restringida a la angustia resultadista que generó el debut del equipo nacional. Inglaterra debutó con una furibunda goleada, 6 a 2 contra Irán. "Parece que Mick no anda por Qatar", bromeó uno de los hinchas ingleses que prefieren que el líder de los Rolling Stones, Mick Jagger, se mantenga lejos de los estadios durante el Mundial. La prensa amarilla de su país buscó justificar su fama de mufa con un repaso estadístico: la idea de que se puede justificar con números una superstición le da una pátina de verosimilitud. En 1998, lo responsabilizaron por la eliminación contra Argentina, después de perder en penales. En Alemania 2006, el cantante pagó una entrada VIP para ver los cuartos de final: Inglaterra empató 0 a 0 con Portugal y enseguida fue eliminada durante los penales. Y en 2014 también estuvo en la tribuna del Mineirão bancando a "la verdeamarela" en la fatídica derrota 7 a 1 contra Alemania. En Rusia 2018 casi logra reinventar su fama: cuatro minutitos faltaban entre Inglaterra y Croacia, cuando compartió en redes un muy breve video saliendo a bancar a su país, empataron y minutos después Inglaterra perdería 2-1 y Croacia pasaría a la final. "La idea de mufa no es nueva, se reedita cada tanto. En el mundo del fútbol hay jugadores, técnicos y personajes mufa desde siempre", repasa José Garriga, doctor en Antropología social, investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de San Martín. "Lo interesante es ver cómo funciona esta veta política en esta nueva reedición y cómo la lógica de la
grieta` se cuela hasta en el terreno de la superstición», plantea.
«En el uso popular funciona para señalar a determinados actores, resolver o fogonear disputas morales o políticas que trascienden lo deportivo», sostiene sobre una dinámica futbolera que opera para resolver cuestiones sociales que trascienden el deporte. O algunas otras, más íntimas, como el enojo y la frustración.