El estado de Paraná, con su capital Curitiba, ofrece todas las posibilidades para diferentes amantes del turismo, tanto de mar, de aventura, como de naturaleza, además de contar con un rico patrimonio arquitectónico, cultural y gastronómico, en 14 regiones turísticas situadas en una de las zonas de Brasil más visitadas por el turista argentino, que aún tiene mucho por descubrir.
Vecino a la provincia argentina de Misiones y al estado brasileño de Santa Catarina, el de Paraná es un estado que tiene un potencial tan grande y diverso para el turismo que fue dividido en 14 zonas o regiones de incalculable belleza natural.
Los nuevos vuelos diarios que la empresa Aerolíneas Argentinas a la ciudad de Curitiba, capital de estado, son la oportunidad para que los turistas nacionales se vuelquen a internarse en las distintas opciones que brinda ese estado del sur de Brasil.
Deslumbra entre otros, las grandes reservas de selva Atlántica, los ríos y cascadas, la tradición de sus cultivos, por supuesto las Cataratas del Iguazú, y una rica gastronomía que tiene la impronta de la mixtura de las corrientes migratorias llegas de África, Europa y América.
«Las 14 regiones ofrecen al visitante estimulantes días en sus paseos a partir de las Cataratas del Iguazú, a los Campos Gerais y los Caminos del Lago de Itaipu, el Corredor de las Aguas, las de Ecoaventuras y las de Historias y Sabores», dijo a Télam Paulo Moismann, del Instituto de Turismo de Paraná.
«Se sigue por Entre Morros y Ríos, los Lagos y Colinas, el Litoral de Paraná, el Norte de Paraná, el Norte de los Pioneros, Riquezas del Oeste, Rutas de los Piñones, Tierra de los Pinheirais, Valle de Ivaí y el Valles de Iguazú», agregó.
«Esa diversidad hace de Paraná un estado muy visitado y lo coloca en posición requerida por brasileños y extranjeros. Cada región presenta encantos especiales con sorpresas que conducen a los visitantes a viajes inolvidables», remarcó.
Desde Iguazú el paisaje selvático se convierte en pradera sembrada a medida que cruza sierras y morros que llegan a mil metros sobre el nivel del mar en Curitiba, ubicada en «el primer altiplano» del Macizo Cristalino de Brasília, que baja en 100 kilómetros para llegar al mar.
Hacia el norte aparecen más nítidas las huellas de los pioneros y los inmigrantes con asentamientos alemanes y ucranianos que se mezclan con los venidos de Italia y España y se sumaron a los que llegaron del África, en la migración forzada de la sangrienta esclavitud.
Pueblos como Pato Branco, Sao José, Bituruna, Castrolanda, con su molino holandés, y Carambeí, permiten ver en sus recorridos el Salto de Sao Joao, la ruta del vino, el Santuario de Laranjeira, la Vila Velha y la formación rocosa de Ponta Grossa, con manifestaciones conmovedoras de su fe reflejada en enormes representaciones de la virgen y bellas catedrales de todos los estilos, entre las que se destaca la modernista de Maringá.
A esto se agregan las fiestas, como aquella donde se cocinan cientos de cerdos en una misma parrilla, cultivos de orquídeas y festejos de Navidad, Natal en portugués, difíciles de olvidar, sobre todo en Prato Branco, que solo se pueden comparar con el Año Nuevo, la fiesta de Reveillón, frente al mar, con todos los asistentes vestidos de blanco, que es una tradición en todo Brasil.
En la breve costa paranaense se destaca la bella Ilha Du Mel, de 1.500 habitantes, que solo recibe a 500 visitantes y se cierra hasta el próximo contingente, y donde un 10% de los argentinos que cada año van a veranear al vecino Estado de Santa Catarina, se llega hasta la zona para conocer.
El estado posee un territorio de casi 200.000 kilómetros cuadrados distribuído en 399 municípios y su nombre viene de los pueblos originarios Tupi-guaraní respecto del gran río que lo limita al oeste, que significa «Río caudaloso».
Paraná está entre los estados más productivos de Brasil, ya que abarca cerca del 23 % de la producción brasileña de granos y un gran volumen industrial, sobre todo de automóviles, mientras que en el sector energético, la potencia instalada es de cerca de 18.000 MW, generados en 118 usinas.
Con una población de 11.242.720 habitantes según el censo de 2016 el estad está formado sobre todo por descendientes de colectividades como los polacos, italianos, alemanes, ucranianos, holandeses, españoles y japoneses.
Los inmigrantes se afianzaron, luego de unirse a los pueblos originarios, los portugueses y a los negro, considerados los tres elementos básicos que formaron el pueblo y la cultura paranaense, lo que hace que Paraná sea conocido como «La Tierra de Todas las Gentes».