En un rincón de la ciudad de Buenos Aires, en el histórico edificio de la Manzana de las Luces, nació en 1812 el primer museo argentino: el Museo Público de Buenos Aires, impulsado por Bernardino Rivadavia. Aquella colección de fósiles, piezas arqueológicas y objetos de historia natural sería el embrión de un sistema cultural que, dos siglos después, incluye más de 1.400 museos en todo el país.
A lo largo del tiempo, los museos argentinos evolucionaron de simples gabinetes de curiosidades a espacios de diálogo, memoria y participación comunitaria. Hoy, en pleno siglo XXI, se transforman para acercarse al público, incorporar tecnologías y romper con la idea del museo como templo silencioso.
Orígenes: ciencia, historia y nación
El primer objetivo de los museos en tiempos de Rivadavia era reunir y clasificar: organizar la naturaleza y la historia para construir una identidad nacional. En 1826, el naturalista italiano Carlos Ameghino y luego Francisco Moreno profundizaron esta tarea con el Museo de La Plata, que aún hoy es referencia en ciencias naturales.
La fundación del Museo Histórico Nacional en 1889 y del Museo Nacional de Bellas Artes en 1896 marcaron el impulso de dos ejes centrales: la construcción del relato histórico y la formación del gusto estético de la ciudadanía.
El siglo XX: expansión federal y diversificación temática
A lo largo del siglo XX, los museos se expandieron fuera de Buenos Aires. Surgieron museos provinciales y municipales en todas las regiones: desde el Museo Juan B. Castagnino en Rosario hasta el Museo de Antropología en Córdoba o el Museo de Arte Contemporáneo en Salta.
También aparecieron nuevos enfoques: museos de arte moderno, de ciencias, de memoria, de comunidades originarias, y de cultura popular. Esta diversificación reflejó un país cada vez más complejo y plural.
Museos de la memoria: espacios para no olvidar
Tras la última dictadura militar (1976-1983), surgieron en Argentina museos dedicados a la memoria de los crímenes de Estado. El Espacio Memoria y Derechos Humanos en la ex ESMA es uno de los ejemplos más emblemáticos, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 2023.
Estos museos cumplen un rol esencial: preservan testimonios, fomentan la reflexión crítica y fortalecen los valores democráticos.
Nuevos tiempos: museos interactivos y experiencias digitales
En las últimas décadas, los museos argentinos incorporaron tecnologías para renovar sus propuestas: realidad aumentada, aplicaciones móviles, recorridos virtuales y actividades participativas. El Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, por ejemplo, ofrece visitas guiadas con realidad aumentada para niños y niñas.
Durante la pandemia de Covid-19, los museos aceleraron su transformación digital: lanzaron recorridos virtuales, talleres en línea y propuestas educativas remotas, acercándose a públicos que antes no accedían físicamente a sus salas.
El desafío de atraer nuevas generaciones
Uno de los grandes desafíos actuales es captar el interés de las nuevas generaciones, habituadas a experiencias interactivas y veloces. «Hoy el visitante no solo quiere mirar: quiere tocar, preguntar, participar», explica Florencia Della Croce, museóloga y directora del Museo Histórico de Cañuelas.
Por eso, muchos museos incorporan talleres, obras de teatro, música en vivo, escape rooms culturales, y propuestas interdisciplinarias que buscan convertir la visita en una experiencia activa.
Algunos hitos recientes en la escena museística argentina
- En 2024, el Museo Moderno de Buenos Aires fue reconocido internacionalmente por su programa educativo inclusivo, que adaptó las visitas para personas neurodivergentes.
- El Museo del Bicentenario, ubicado en las antiguas galerías subterráneas de la Casa Rosada, renovó sus muestras para integrar perspectivas de género e interculturalidad.
- En 2025, el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA) inauguró su ampliación con una sala de arte inmersivo.
Un patrimonio vivo
Los museos argentinos no son solo custodios de objetos: son, cada vez más, custodios de sentidos. Son lugares donde se resignifican las memorias, se debaten los presentes y se sueñan los futuros.
«Los museos hoy no conservan el pasado como algo muerto: lo hacen dialogar con el presente», resume Pablo Cúneo, director del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti.
En cada vitrina, en cada instalación, en cada sala de exposiciones, late la historia viva de un país que, a través de sus museos, busca narrarse a sí mismo, reconocerse y proyectarse.