Mientras en Revolico, uno de los sitios webs de anuncios clasificados en Cuba más populares, un paquete de café Serrano de 500 gramos se comercializa a mil pesos, y el desabastecimiento de este producto para muchos indispensable en cualquier casa cubana inunda las plataformas sociales con quejas y preguntas al respecto, en la capital habanera harán un nuevo museo para homenajear al preciado líquido.
La agencia Prensa Latina así lo informó. La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana creará la institución expositiva de carácter público, «enfocada en la salvaguarda de la huella histórica, cultural y social de ese grano en Cuba».
Para ese fin, desde la entidad encargada de preservar el patrimonio, piden la colaboración de la población a la hora de donar objetos, documentos, libros, fotografías y otros elementos vinculados a la historia del grano en la isla.
«La iniciativa cobra relevancia en tanto permitirá registrar la historia de la caficultura a partir de las dimensiones ecológica, arqueológica, arquitectónica, e industrial; así como de sus valores de identidad dentro de la profunda y variada cultura nacional», destaca Prensa Latina.
Actualmente, para comprar café los cubanos muchas veces no tienen más alternativa que acceder a las polémicas tiendas en MLC. Para ello, amén de los que reciben remesas, tienen antes que comprar divisas en el mercado informal, cuyos precios rondan valores que un año atrás parecían impensables: el euro en 110 pesos, el dólar a 100 y la transferencia a la tarjeta en MLC con un valor de 99 CUP por cada MLC transferido (según la tasa representativa que diariamente recoge El Toque).
Por otra parte, el paquete de café que «toca» a cada consumidor por la bodega y que es distribuido cada mes, tiene una cantidad 115 gramos y es una mezcla de café con chícharo y otros subproductos, que ha derivado en un sinnúmero de memes; y que, aunque no alcanza para el mes, sí alivia la necesidad de saborear el tan anhelado buchito de café en las mañanas.
La otra «solución» es adquirirlo en el mercado informal, a través de grupos de WhatsApp, Telegram, Facebook o el propio Revolico, cuyos valores están sujetos a la persona que lo vende: la vieja ley de oferta y demanda.
El Museo del Café que estará ubicado en el centro histórico de la capital, se unirá a las casas expositivas que ya existen en Santa Clara y Sancti Spíritus para homenajear al producto tan consumido y venerado en los hogares cubanos; y que de seguro también contará con la venta del producto.
“Cuba es el país del tabaco, ron y café”, un eslogan muy utilizado en campañas turísticas que pretende mostrar parte de la identidad nacional. Sin embargo, la producción cafetalera ha perdido el esplendor de antaño y medios estatales de la isla han comunicado que se le pretende dar un impulso.
La Agencia Cubana de Noticias informaba en 2020 que el país está enfrascado en un programa cafetalero que prevé en 2030 alcanzar las 30 mil toneladas de café. Entre Santiago de Cuba, Guantánamo, Granma y Holguín producen el 90 por ciento del café nacional. En esa región están los principales macizos y es hacia ahí donde están encaminados los mayores esfuerzos para incrementar los niveles productivos. Solo el tiempo dirá si se podrá llegar a la ambiciosa meta.
Una gran parte de este café se dedica a la exportación. Guantánamo, por ejemplo, es una de las provincias que mayores niveles de café exporta. Su empresa Alto Serra vende el preciado líquido a más de una veintena de clientes internacionales y en 2021 sobre cumplió sus ventas de café arábigo hacia mercados de Europa y Asia.
Por otra parte, es en Villa Clara, específicamente en el Escambray, donde se produce el café más caro que Cuba comercializa al exterior, bajo la marca Crystal Mountain.
A decir del periódico 5 de Septiembre, en 2017 se cotizaba a más de 10 mil dólares la tonelada en el mercado japonés, cifra que debe haber aumentado tras la pandemia y el alza de los precios en el comercio. Cabe destacar que en la temprana fecha de 1830 la pequeña isla del Caribe ya era la primera exportadora mundial de café.
Para conseguir la calidad requerida, en el Escambray el grano se cultiva en suelos ferralíticos rojos, por encima de los 400 metros sobre el nivel del mar y con un régimen regular de precipitaciones, informa el medio.
El idilio con el estimulante líquido se remonta a varios siglos atrás. En 1748 lo trajo a tierras antillanas José Antonio Gelabert, quien comenzó a cultivarlo en el Wajay, en las afueras de La Habana.
Inicialmente el café fue cultivado por hacendados interesados en diversificar sus producciones, no fue hasta mediados de 1970 que los cafetales se expandieron por varias regiones, principalmente del centro y el oriente de la nación.
Numerosos poetas, compositores, historiadores y músicos cubanos han homenajeado al café. Desde el «¡Ay, Mamá Inés! Todos los negros tomamos café» del tema de Eliseo Grenet, hasta Rafael Sánchez Ruiz, el artista que aplica el líquido a sus pinturas y consigue crear con esa combinación piezas de colores únicos, muchos han sido los cubanos que han hecho trascender el café a lo largo de la historia. Los cubanos de este tiempo tendrán un nuevo museo para ver el grano a través del cristal y de ese modo, también, rendirle su homenaje; y quién sabe si podrán adquirir alguna que otra “colada” en esta instalación.