El rendimiento académico entre alumnos aventajados y en desventaja comienza a desarrollarse a los 10 años y se extiende toda la vida, según el estudio de la OCDE «Equidad en la Educación: superar las barreras a la movilidad social», basado en las pruebas PISA de 2015.
Este informe, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y presentado ayer en Londres, concluyó que más de dos tercios de la brecha educativa que se observa entre los chicos de 15 años y jóvenes de 25 a 29 se remonta a los 10 años de edad.
«Donde naces y la capacidad económica de tus padres continúa determinando tus oportunidades vitales», afirmó hoy en la capital británica Gabriela Ramos, directora del organismo que lleva «mucho tiempo» advirtiendo sobre esa relación, según un cable de EFE.
Esto se debe a que «estos factores influyen en la calidad de la educación» y que «la falta de equidad» en este ámbito afecta a la movilidad social», es decir, a la capacidad de cambiar de nivel socioeconómico.
Ramos aseguró que, en los 34 países miembros de la OCDE, ese cambio tarda en producirse entre cuatro y cinco generaciones o 135 años.
El documento refleja que los estudiantes nacidos en familias con menos ingresos y monoparentales presentan un peor desarrollo educativo en comparación con los que gozan de una mejor posición socioeconómica.
Los dos mayores retos a los que se enfrentan los estudiantes nacidos en familias desfavorecidas son «la falta de calidad de sus oportunidades educativas» y el «estrés», informó Ramos, lo que limita no solo su rendimiento sino también la autoestima y la confianza en su propio potencial.
Para la directiva, «intervenciones tempranas y efectivas en este problema» pueden «romper el círculo» para que todos los niños «tengan las mismas oportunidades de prosperar».
El director de Educación y Cualificaciones de la OCDE, Andreas Schleicher, sostuvo que «se ha avanzado muy poco para derribar las barreras a la movilidad social y dar a todos los niños las mismas oportunidades para progresar».
«Se necesita más inversión para ayudar a los estudiantes favorecidos a mejorar y reconocer el papel fundamental que deben desempeñar los profesores», agregó.
El informe también analiza la resiliencia social y económica de los estudiantes, en términos de su satisfacción con su vida, su integración social y su ausencia de ansiedad ante los exámenes.
Así, averiguó que uno de cada cuatro estudiantes desaventajados de los países de la OCDE son resilientes, listado que encabezan Croacia, la República Checa, Finlandia, Francia, Alemania, Islandia, Letonia, Holanda y Suiza.
A la cola se sitúan Bulgaria, Italia, Montenegro, Portugal y el Reino Unido, con un porcentaje de alumnos capaces de adaptarse a situaciones adversas de entorno al 20%, por debajo de la media de 26,2% de los 34 países estudiados.
El objetivo de este nuevo informe de la OCDE, basándose en el PISA 2015, fue «examinar las diferencias socioeconómicas entre los estudiantes y cómo afectan a los resultados educativos».
El documento concluye que el acceso temprano a la educación es «clave» para que los niños puedan adquirir «habilidades sociales y emocionales esenciales, en particular los de familias desfavorecidas».
Asimismo, insta a la los países a destinar «recursos adicionales a estudiantes y escuelas desfavorecidas» y a apoyar a los maestros «para poder identificar las necesidades» de los alumnos «y administrar la diversidad en las aulas».