“Pals no merece una visita, sino cien visitas, porque su ubicación ofrece la posibilidad de ver uno de los paisajes más bellos e inolvidables del país”
Josep Pla. El meu país. Barcelona: Ed. Destino, OC VII, 1968, p. 693
Pals, da la bienvenida en la distancia, justo en el momento en que vemos, en el horizonte, la silueta de su muralla abrazando a la villa, donde se alzan la iglesia y la majestuosa torre de las horas, uno de los pocos vestigios que se conservan del antiguo castillo y convertido en emblema del pueblo.
Paseando por las callejuelas empedradas de la villa medieval, de día o de noche y en cualquier época del año, os sorprenderá la luz de colores ocres y dorados que se reflejan en la piedra arenisca de los edificios. A vuestro paso encontraréis, la Plaça Major, las torres visigóticas, la iglesia, el castillo, la torre de las horas, la muralla,… que iréis dejando atrás a lo largo del recorrido hasta llegar al Mirador Josep Pla desde donde podréis contemplar la belleza y sobriedad de la llanura ampurdanesa presidida por el macizo del Montgrí con las Illes Medes al fondo.
Pals es un lugar mágico, cuna de vivencias y leyendas populares que nunca dejan indiferente al visitante.
Pasear por las callejuelas de la villa, nos transporta directamente a la época medieval: encontramos bóvedas, arcos de herradura, portaladas y ventanas románicas y góticas y la huella evidente de los antiguos pobladores plasmada en la piedra donde se esculpieron las sepulturas antropomórficas anteriores al año 1000.
Patrimonio histórico y artístico
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Pals es un municipio con un valioso patrimonio histórico. Paseando por el recinto amurallado, sentiréis la magia de las piedras, prácticamente inalteradas por el paso del tiempo. Encontraréis combinados, en perfecta armonía, el estilo románico, el gótico y el barroco. Podréis admirar los delicados trabajos de los antiguos maestros picapedreros y herreros en los relieves y arabescos, en las verjas forjadas y perforadas al fuego… no importa si ya conocéis el pueblo, pues como decía el amigo Pla: … Pals no merece una visita sino cien visitas. En cada una de ellas, descubriréis un rincón donde se esconden detalles sorprendentes.
Sin embargo Pals no es sólo un recinto amurallado; encontraréis también un interesante conjunto de masías dispersas, algunas fortificadas, entre las cuales destacan: el Mas Roig, la Torre Pedrissa, el Cap dels Anyells, el Mas Tafurer, conocido como Molí de Pals, el Mas Gelabert, el Mas Jofre o Can Pou de ses Garites. También encontraréis la Torre Mora que desde el s. XV, ha sido testigo del ir y venir de la gente de mar, hoy rodeada de una zona boscosa equipada con mesas y bancos de uso público ideal para picnics y juegos infantiles.
Cuando hablamos de Pals, no podemos olvidar el arroz, imprescindible en la cocina y muy presente en el paisaje. Los campos de arroz ser convierten en espejos de primavera cuando el paisaje deslumbra por su luz y colorido mostrando su máxima belleza. Los caminos discurren entre los campos y ofrecen al visitante la posibilidad de hacer excursiones a pie o en bicicleta. Los más osados, no pueden eludir la subida al macizo de Quermany, altar de nuestro singular paisaje. Encontraremos las Minas d’en Bofill que ofrecen aire fresco al caminante, innumerables canteras de época romana y, desde lo alto, podremos disfrutar de las más hermosas vistas al Empordanet (les Gavarres, los Pirineos y, como no, la playa y las Islas Medes). La Playa de Pals, amplia y arenosa, invita a nadar, a practicar deportes náuticos, a jugar o simplemente dejarse llevar por el vaivén de las olas y descansar.
El esfuerzo de Pals por preservar su patrimonio, lo ha hecho merecedor de los premios y nominaciones detallados a continuación:
- 1949 Pals es considerado BCIN (Bien Cultural de Interés Nacional)
- 1973 Premio Nacional de Bellas Artes
- 1980 Premio Nacional de Bellas Artes y Turismo
- 1986 Medalla de Honor del Turismo de Cataluña, concedida por la Generalitat