De acuerdo a datos de la OMS, los episodios de migrañas afectan especialmente a personas entre los 35 y los 45 años de edad, y la sufren el doble de mujeres que de hombres, principalmente debido a influencias hormonales.
Ahora, un equipo de científicos de la Universidad Miguel Hernández de Elche ha publicado un trabajo en la revista Frontiers in Molecular Biosciences en el que profundiza en el mecanismo fisiológico responsable de esta prevalencia en mujeres. Los resultados son preliminares, pues como bien destacan sus autores, se trata de un estudio llevado a cabo con modelos animales, y extrapolar los resultados a los humanos no es tan fácil, pero sí que abre puertas a la comprensión de esta enfermedad y al desarrollo de tratamientos para paliarla.
Según el equipo de investigadores, la clave se encontraría en el nervio trigémino y en las células y vasos sanguíneos que lo rodean. Este es el gran nervio sensitivo de la cara, y es muy conocido por la famosa neuralgia del trigémino, una neuropatía bastante dolorosa. “En nuestro modelo experimental hemos observado diferencias significativas entre hombres y mujeres, y ahora estamos tratando de comprender la causa a nivel molecular”, explica Antonio Ferrer-Montiel, uno de los científicos implicados en el estudio. “Aunque es un proceso bastante complejo, creemos que la modulación del sistema trigeminovascular por hormonas sexuales juega un papel muy importante que hasta ahora no se había abordado adecuadamente”.
El equipo de investigadores realizó una revisión exhaustiva de los trabajos publicados en las últimas décadas sobre las migrañas, las hormonas sexuales y las respuestas de las células a los factores desencadenantes de migraña. De esta forma comprobaron que algunas hormonas como la testosterona parecen ejercer un papel protector, mientras que otras, como la prolactina, lo empeoran. Este efecto se ejerce modulando la sensibilidad de los canales iónicos de las células, que controlan las respuestas de las mismas a los estímulos externos.
Por otro lado, los científicos observaron que los estrógenos podrían ser una pieza clave para comprender cómo y por qué aparece un cuadro de migrañas. Uno de los motivos para llegar a esta conclusión radica en que se han asociado algunos tipos de migrañas con cambios en los niveles de estrógeno asociadas al ciclo menstrual. Y los resultados de los experimentos corroboraron su papel, ya que parece que las fluctuaciones en los estrógenos sensibilizan a las células que rodean al nervio trigémino, haciendo que sea más fácil que se produzca la migraña.
Aunque son necesarios más estudios que ahonden en las relaciones entre las hormonas del ciclo menstrual y las migrañas, el equipo de Ferrer-Montiel se muestra optimista y ve un futuro prometedor para la búsqueda de una terapia verdaderamente eficaz. El siguiente paso en la investigación será el uso de modelos pre-clínicos basados en humanos. “Si tenemos éxito, contribuiremos a una medicina más personalizada para tratar la migraña”, concluye el investigador.