Que el Amor de madre, el ancla, la flor u otros motivos clásicos de los tatuajes no se borren nunca se debe a que, a nivel celular, el depósito de pigmentos que los forman se comporta como una especie de infección crónica. Cuando el tatuador pincha la piel, atraviesa con su aguja la epidermis –la capa más superficial– y profundiza unos milímetros hasta alcanzar la dermis, el estrato profundo del tejido cutáneo que está repleto de nervios, folículos pilosos, glándulas sudoríparas y vasos sanguíneos.
Eso genera una pequeña herida que pone en alerta al sistema inmune y desencadena el correspondiente proceso inflamatorio. La consecuencia inmediata es que unas células defensoras llamadas macrófagos acudan al rescate y se zampen la tinta, en un intento de eliminar el elemento extraño. Ignoran que lo que acaban de comer las teñirá para siempre. Luego, los pigmentos sobrantes son absorbidos por los fibroblastos, células del tejido conjuntivo encargadas de secretar las proteínas elastina y colágeno. Como nacen y mueren sin moverse del sitio, también quedarán coloreados para los restos.
Dicho de otra manera, la razón de que los dibujos se queden para siempre en la piel es que la tinta se asienta en la capa de la dermis (profunda). Mientras que la epidermis renueva constantemente sus células, el metabolismo de la dermis no lleva a cabo la renovación celular, por lo cual la tinta no se elimina y los tatuajes permanecen durante toda la vida salvo que se quiten mediante técnica láser.
Porque, esa es otra: ¿y si te cansas de tus tatuajes o llegas a aborrecerlos? Un artículo del periódico canadiense The Vancouver Sun revelaba que según algunas encuestas, entre el 80 % y el 90 % de las personas que tienen tatuajes quieren eliminarlos en algún momento de su vida. También algunos dermatólogos señalan que la creciente moda de tatuarse y por tanto el aumento en la cantidad de tatuajes ha traído un aumento en el deseo de eliminarlos. Sin embargo, incluso con el moderno láser, el tratamiento para borrarlos puede ser doloroso, caro y lento. Suprimir un tatuaje pequeño puede costar hasta 1.400 dólares, según el citado medio, que añade que los más modernos, de varios colores, resultan casi imposibles de eliminar, sobre todo si son grandes. El factor color es un obstáculo para la eliminación, al contrario de lo que se podría pensar. No es el negro el más difícil sino los verdes, púrpuras, rojos y amarillos.
Actualmente, alguna empresas dedicadas a la eliminación de tatuajes usan nuevos métodos láser con tecnología láser Q-Switched, que facilita la eliminación de los colores difíciles de forma más rápida y menos dañina para la piel. Lo que hacen estos láseres no es eliminar la tinta sino romper las partículas en porciones mucho más pequeñas, que son más tarde eliminadas por el sistema linfático. Aum así, un tratamiento de eliminación requiere de 8 a 15 sesiones, en función de la zona donde esté el tatuaje, su antigüedad, la profundidad, el volumen de tinta y los colores que tenga. La tecnología q-switched no deja cicatrices en la piel, pues únicamente actúa sobre el pigmento del tatuaje. También hay hoy en el mercado nuevas técnicas que permiten eliminar un tatuaje sin láser. Utilizan una solución a base de ácido láctico que expulsa por completo las moléculas de tinta, sean del color que sean.