RIT04. TAIPEI (TAIWÁN), 02/05/2016.- Imagen de archivo datada el 7 de abril del 2016 del logotipo de la aplicación WhatsApp en un teléfono móvil, en Taipei, Taiwán. La Justicia brasileña volvió a ordenar a las operadoras de telefonía móvil que bloqueen los servicios de la aplicación WhatsApp, esta vez durante 72 horas, una medida que ya fue tomada el pasado diciembre cuando el programa estuvo mudo casi medio día. EFE/Ritchie B. Tongo


A mediados de 2018 comenzó a aparecer por mensajes de WhatsApp la imagen de una muñeca con ojos saltones llamada Momo que, si llegaba al celular de un chico y éste respondía, se iniciaba una extraña campaña de bullying, que, según denuncias en algunos países, indujo varios casos de suicidio.
Aunque es difícil determinar con certeza las causas de un suicidio infantil, se cree que por la Momo hubo muertes adolescentes en la Argentina, Colombia, Francia, Bélgica, a lo que se sumaron ataques de acoso por este medio en Canadá, Luxemburgo y España, entre otros países.
Según la fuente consultada, Momo habría nacido en Facebook y luego se viralizó por el programa de mensajería instantánea WhatsApp, propiedad de la red social citada. Esto lo que asegura el diario inglés Mirror.
En cambio, el conocido sitio de tecnología FayerWayer opina que la muñeca terrorífica apareció directamente en WhatsApp, y la imagen pertenece a una escultura (en forma de mujer-pájaro) de un museo de arte alternativo de Ginza, en Tokio.
De cualquier manera, al contestar el mensaje que en un principio se cree llegaba de Japón (el código del país del número telefónico era de esa procedencia), se empezaba a recibir imágenes perturbadoras y sangrientas, que en mentes infantiles o adolescentes podían llegar a producir un elevado grado de depresión y angustia. Sobre todo porque se asociaban en algunos casos con contenidos tomados de los propios perfiles de las redes sociales de los atacados por Momo.
Llamaba también la atención que los textos que acompañaban a la Momo estaban en español y no en japonés.
En cierto modo el fenómeno Momo recuerda a la mecánica utilizada por el desafío de la Ballena azul, de 2016, que se inició a través de la red social rusa Vkontakte y en donde los “administradores” de la cadena amenazaban y obligaban a autoflagelarse a las víctimas, quienes luego debían mandar imágenes de sus heridas a Internet. En aquella oportunidad, el diario inglés The Sun calculó en casi un centenar los casos que terminaron en suicidio, solo en Rusia.
Daniel Monastersky, abogado especialista en delitos informáticos y ex miembro del Consejo Asesor del Foro Mundial de Ciberseguridad, explicó a Télam que “lo de Momo se asemeja al phishing (práctica de un engaño por medio de la simulación de algo que no es), en donde se capta la atención de alguien mediante algún método de ingeniería social e incentivando la curiosidad”.
“Con solo contestar el mensaje de WhatsApp, se está avisando a quien lo mandó que este número existe. Luego no será muy difícil encontrar su cuenta en las redes sociales, si se acepta incorporar al desconocido a la libreta de contactos”, agregó.
Cuando se le preguntó a Monastersky qué deberían hacer los padres para que sus hijos no caigan en estas redes, respondió que “primero tienen que hablar con los chicos y advertirles de estos peligros. Luego, enseñarles que no hay que abrir o responder mensajes de desconocidos. Si por error ya lo hicieron, deberían explicarles que deben mostrárselos. Existen herramientas informáticas que podrían averiguar quiénes son los remitentes del ataque”. Pero el mejor remedio sigue siendo, como en muchas áreas de la vida, la prevención.