Las colecciones osteológicas documentadas, u osteotecas, son conjuntos de esqueletos asociados a un cúmulo de datos que se utilizan para la generación, testeo y validación de métodos comparativos fehacientes que sirven para construir estándares de referencia para la caracterización biológica de individuos, esto es estimar la edad, establecer su sexo, patologías y causales de muerte, y otros elementos que permitan identificarlos, una información de suma importancia para la resolución de casos de índole forense.
La primera colección osteológica de la Argentina es la colección “Prof. Dr. Rómulo Lambre”, que se encuentra alojada en el Laboratorio de Investigaciones en Ciencias Forenses (LICIF) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (FCM, UNLP) y es coordinada por un equipo de investigadores e investigadoras de esa casa de estudios y el CONICET.
La historia de la colección se remonta a 2002, cuando mediante una ordenanza el Cementerio Municipal de La Plata quedó habilitado para ceder a diversas facultades de la UNLP algunos de los esqueletos de aquellos individuos no reclamados por sus familias tras vencerse el plazo de entierro, con el objetivo de ser utilizados con fines científicos.
“Así fue que llegaron a Medicina unos 50 esqueletos, acompañados de todo la documentación que remitía a las personas que habían sido en vida. Por ese entonces, las colecciones osteológicas documentadas no eran tan comunes, había solo en Estados Unidos y Portugal, pero nuestra directora, la antropóloga Susana Salceda, fue una visionaria y nos propuso comenzar a trabajar junto a ella en nuestra propia colección”, cuenta Marcos Plischuk, investigador del CONICET en el LICIF y uno de los responsables del espacio.
En la actualidad, la colección está integrada por casi 500 esqueletos, dentro de los cuales hay más de 100 subadultos, es decir pertenecientes a niños, infantes y nonatos, abarcando de esa forma los distintos estadios madurativos.
“Esto es oro”, subraya Bárbara Desántolo, directora del LICIF y responsable de la colección, y añade: “Es una de las pocas colecciones que cuentan con subadultos en el mundo y eso cobra una importancia fundamental. Con el paso del tiempo nos hemos convertido en una referencia nacional e internacional, y gracias a eso vienen colegas de diversos lugares y se establecen distintas colaboraciones”.
La cocina de los métodos que se usan en la antropología forense, análisis de crecimiento y anomalías genéticas de una población, del impacto de epidemias o incluso de las marcas óseas generadas por algún tipo de actividad laboral específica, son algunas de las aplicaciones de la colección. Además del campo de investigación que abarca, tiene un fuerte potencial en cuanto a la formación académica, sirviendo como espacio para el desarrollo de múltiples tesis doctorales. En ese sentido, su equipo de expertos y expertas es oferente de diversos cursos en el marco del programa Ciencia y Justicia del CONICET, y presta asistencia a la Justicia en distintas pericias que requieren la identificación de víctimas. Cabe destacar que en la Argentina, además de la colección Lambre, se han generado otras, como el Proyecto Chacarita, con restos provenientes de ese cementerio porteño; la colección Necochea-Quequén; la colección Lobos; y la Osteoteca General San Martín.
Operación Identificación
En el marco de las visitas internacionales que recibe, recientemente la colección albergó durante casi dos meses a una investigadora canadiense, Elisabeth Currier-Richer, quien realiza su doctorado en el Centro de Antropología Forense de la Universidad Estatal de Texas, Estados Unidos. La joven profesional trabaja en un proyecto denominado “Operación Identificación” que tiene como objetivo identificar migrantes fallecidos/as en la frontera entre México y Estados Unidos.
“En general, son personas sin documentación, y no se las puede identificar mediante los métodos convencionales. Ella está recorriendo colecciones osteológicas latinoamericanas para estudiar, por ejemplo, la variación craneal latinoamericana para generar y afinar métodos para determinar ancestría”, cuenta Desántolo.
En la actualidad, se encuentra trabajando en la colección platense una estudiante de doctorado de la Universidad de La Laguna, Tenerife, España. “Nuestra idea es que la colección sea de puertas abiertas. Así como nosotros recorrimos algunas de Europa, de las que hemos aprendido métodos que actualmente utilizamos, queremos que colegas de otras universidades del país y el exterior sepan que existe este espacio y puedan aprovecharlo para realizar aquí sus investigaciones”, concluyen.