Niza viene seduciendo a los viajeros desde los días en que a Matisse le hechizó su luz y se quedó treinta años. En plena Costa Azul, entre Cannes y Montecarlo, tan cerca de Italia que comparten historia, esta joya sigue cautivando con sus villas y palacetes Patrimonio de la Humanidad, con sus opulencias de todo tipo y su bahía azul que una vez estuvo llena de ángeles, o eso quisieron creer los pescadores. Durante París 2024 se convierte en la sede olímpica más glamourosa. «Cuando comprendí que cada mañana yo podría ver esta luz no podía creer tanta dicha. Es admirable. Todo se vuelve cristalino, preciso , límpido y puro», dijo Matisse. Y sí, algo de eso hay todavía para quienes la visitan.
PASEO DE LOS INGLESES
Fue el pastor anglicano Lewis Way el primer influencer de Niza. A su llamado, comenzaron a llegar los británicos durante la segunda década del S. XIX para disfrutar del buen clima. Caminaban hacia la playa por un sendero pedregoso que con el tiempo, y una buena tarea de urbanismo, se convirtió en la Promenade des Anglais. En realidad, los locales consideraban que solo esos turistas estaban suficientemente locos como para andar junto al mar. El paseo actual tiene cerca de 8 kilómetros, salpicados por quioscos, pérgolas, terrazas y restaurantes de todo tipo junto a las famosas sillas azules, colocadas en hilera. El otro atractivo del paseo es natural: las playas públicas de Niza, de pequeñas piedras pulidas y un mar de azul glamuroso.
Niza viene seduciendo a los viajeros desde los días en que a Matisse le hechizó su luz y se quedó treinta años. En plena Costa Azul, entre Cannes y Montecarlo, tan cerca de Italia que comparten historia, esta joya sigue cautivando con sus villas y palacetes Patrimonio de la Humanidad, con sus opulencias de todo tipo y su bahía azul que una vez estuvo llena de ángeles, o eso quisieron creer los pescadores. Durante París 2024 se convierte en la sede olímpica más glamourosa. «Cuando comprendí que cada mañana yo podría ver esta luz no podía creer tanta dicha. Es admirable. Todo se vuelve cristalino, preciso , límpido y puro», dijo Matisse. Y sí, algo de eso hay todavía para quienes la visitan.
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De la Sierra de Francia a los pasos de Santa Teresa, estas son las villas que hay que visitar para comer rico en la provincia de Salamanca.Leer artículo
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LA COSTA AZUL SIN (MUCHO) FAMOSEO
Un viaje que va más allá de sus tópicos glamourosos.Leer artículo
PALACETES DE NIZA
Aquellos primeros turistas fueron los promotores de levantar junto a aquel camino que tomaban para acudir a las playas, palacetes y villas, hasta escalar la colina y más allá. El resultado fue una suma de ecléctica arquitectura con algunos bellos ejemplo de modernismo y art decó, como el icónico Hotel Negresco; con su cúpula y la famosa gran ventana de la Royal Lounge; el Palace de la Mediterranée, un ave fénix hotelero que estuvo a punto de desaparecer; o el Palacio Masséna, actualmente un museo de Arte e Historia. Un caso singular es el edificio de la Ópera de Niza, donde reinó durante décadas la gran Montserrat Caballé.
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LA COLINA DEL CASTILLO
Una de las coordenadas más famosas del Paseo de los Ingleses. En la práctica es una pequeña galaxia de senderos, historia y naturaleza a 90 metros de altitud, alejada del bullicio de Niza, y a la que se puede acceder andando o en ascensor. Una vez en la cima, se pueden contemplar los restos de una antigua fortaleza medieval, un hermoso jardín botánico y una cascada artificial. Destacan, por supuesto, las vistas panorámicas que tiene el lugar a la ciudad y a la Bahía de los Ángeles.
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PALACETES DE NIZA
Aquellos primeros turistas fueron los promotores de levantar junto a aquel camino que tomaban para acudir a las playas, palacetes y villas, hasta escalar la colina y más allá. El resultado fue una suma de ecléctica arquitectura con algunos bellos ejemplo de modernismo y art decó, como el icónico Hotel Negresco; con su cúpula y la famosa gran ventana de la Royal Lounge; el Palace de la Mediterranée, un ave fénix hotelero que estuvo a punto de desaparecer; o el Palacio Masséna, actualmente un museo de Arte e Historia. Un caso singular es el edificio de la Ópera de Niza, donde reinó durante décadas la gran Montserrat Caballé.
LA COLINA DEL CASTILLO
Una de las coordenadas más famosas del Paseo de los Ingleses. En la práctica es una pequeña galaxia de senderos, historia y naturaleza a 90 metros de altitud, alejada del bullicio de Niza, y a la que se puede acceder andando o en ascensor. Una vez en la cima, se pueden contemplar los restos de una antigua fortaleza medieval, un hermoso jardín botánico y una cascada artificial. Destacan, por supuesto, las vistas panorámicas que tiene el lugar a la ciudad y a la Bahía de los Ángeles.
LA TOUR BELLANDA
Hablando de vistas, hay que contar con el mirador más famoso de Niza. Escalera o rampa, da igual la opción de ascenso y desde dónde, el resultado es el mismo: panorámica excepcional sobre el Paseo de los Ingleses. Sus orígenes se remontan como defensa medieval que fue levantada sobre una antigua necrópolis. En 1825 se transformó en el actual mirador, decorado ya con mosaicos que representan motivos griegos. Se cuenta que el compositor Héctor Berlioz creó la apertura de la famosa obertura del Rey Lear en 1831, y eso solo puede ser un testimonio más de la capacidad de inspiración que tiene el lugar.
PUERTO DE NIZA
Ubicado a los pies de la colina del Castillo, el puerto fue tallado en roca durante el S. XVIII. En la actualidad, se ha convertido en un escaparate de lujo por la acumulación de los fabulosos yates de recreo que suelen verse atracados en los muelles, dibujando una de las postales idílicas de la ciudad, sobre todo si se contempla desde cualquiera de las terracitas que dan al Quai des Deux Emmanuels.
VIEUX NICE
El casco antiguo de Niza es un laberíntico conjunto de calles estrechas y adoquinadas y cuestas eternas, que tiene un aire italiano difícil de ocultar. Esa atmósfera italianizante es parte de su atractivo, con sus fachadas ocres y sus balcones con ropa tendida, donde a veces cuesta que el sol llegue a entrar. La gama cromática de amarillos, ocres y rojos que se puede ver en el centro histórico sigue el Consiglio d’ornato del siglo XVI aún hoy en día. El Cours Saleya, el mercado al aire libre, sigue siendo el corazón sentimental de la antigua NIza. La plaza Rossetti, siempre animada frente a la catedral barroca de Santa Reparata, es el dédalo de la maraña de callejuelas que forma el centro.
Niza viene seduciendo a los viajeros desde los días en que a Matisse le hechizó su luz y se quedó treinta años. En plena Costa Azul, entre Cannes y Montecarlo, tan cerca de Italia que comparten historia, esta joya sigue cautivando con sus villas y palacetes Patrimonio de la Humanidad, con sus opulencias de todo tipo y su bahía azul que una vez estuvo llena de ángeles, o eso quisieron creer los pescadores. Durante París 2024 se convierte en la sede olímpica más glamourosa. «Cuando comprendí que cada mañana yo podría ver esta luz no podía creer tanta dicha. Es admirable. Todo se vuelve cristalino, preciso , límpido y puro», dijo Matisse. Y sí, algo de eso hay todavía para quienes la visitan.
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Aquellos primeros turistas fueron los promotores de levantar junto a aquel camino que tomaban para acudir a las playas, palacetes y villas, hasta escalar la colina y más allá. El resultado fue una suma de ecléctica arquitectura con algunos bellos ejemplo de modernismo y art decó, como el icónico Hotel Negresco; con su cúpula y la famosa gran ventana de la Royal Lounge; el Palace de la Mediterranée, un ave fénix hotelero que estuvo a punto de desaparecer; o el Palacio Masséna, actualmente un museo de Arte e Historia. Un caso singular es el edificio de la Ópera de Niza, donde reinó durante décadas la gran Montserrat Caballé.
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Una de las coordenadas más famosas del Paseo de los Ingleses. En la práctica es una pequeña galaxia de senderos, historia y naturaleza a 90 metros de altitud, alejada del bullicio de Niza, y a la que se puede acceder andando o en ascensor. Una vez en la cima, se pueden contemplar los restos de una antigua fortaleza medieval, un hermoso jardín botánico y una cascada artificial. Destacan, por supuesto, las vistas panorámicas que tiene el lugar a la ciudad y a la Bahía de los Ángeles.
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PUERTO DE NIZA
Ubicado a los pies de la colina del Castillo, el puerto fue tallado en roca durante el S. XVIII. En la actualidad, se ha convertido en un escaparate de lujo por la acumulación de los fabulosos yates de recreo que suelen verse atracados en los muelles, dibujando una de las postales idílicas de la ciudad, sobre todo si se contempla desde cualquiera de las terracitas que dan al Quai des Deux Emmanuels.
VIEUX NICE
El casco antiguo de Niza es un laberíntico conjunto de calles estrechas y adoquinadas y cuestas eternas, que tiene un aire italiano difícil de ocultar. Esa atmósfera italianizante es parte de su atractivo, con sus fachadas ocres y sus balcones con ropa tendida, donde a veces cuesta que el sol llegue a entrar. La gama cromática de amarillos, ocres y rojos que se puede ver en el centro histórico sigue el Consiglio d’ornato del siglo XVI aún hoy en día. El Cours Saleya, el mercado al aire libre, sigue siendo el corazón sentimental de la antigua NIza. La plaza Rossetti, siempre animada frente a la catedral barroca de Santa Reparata, es el dédalo de la maraña de callejuelas que forma el centro.
MERCADO DE LAS FLORES
En la Plaza Cours Saleya, en el viejo Niza, es uno de los más bellos de Francia. Hay que prestar atención al día en que se visita. El Mercado de flores está abierto de martes a domingo, y además de tulipanes, rosas, jacintos y otras muchas flores, ofrece también frutas, verduras, productos artesanales y especialidades gastronómicas desde 1861. Los lunes se convierte en un mercado de pulgas al más puro estilo francés. Tras recorrer los puestecitos, es buena idea recorrer la Rue des Ponchettes. Sus pequeñas casas de una sola planta son el testimonio de la ciudad en 1726, mucho antes de que nadie hablara todavía de ningún paseo de los ingleses.
PLAZAS DE NIZA
No le faltan plazas a Niza. Pero tal vez la más representativas sean estas dos. Por un lado, la Plaza Garibaldi, en honor a Giuseppe Garibaldi, quien nació en la ciudad en 1807, antes italiana que francesa. Su estatua adorna la plaza a modo de punto de unión entre el Vieux Nice y la Vila-Nova. En contraste, la Plaza Massena, de mayor tamaño, se ha convertido en la plaza principal de Niza, tras la cobertura del río Paillon y la demolición del Casino Masséna en 1979. El damero del pavimento que rodea la fuente de Apolo crea extrañas perspectivas como si se tratara de un juego surrealista.
MUSEO MATISSE
Destaca entre los museos de la ciudad. Situado en una villa genovesa del S.XVII, fue un antiguo hotel que fue adaptado tras la muerte de Matisse en 1954 para exhibir sus obras y objetos personales. La colección permite una inmersión al universo creativo del artista, incluyendo su famosa «paleta de objetos» que constaba de muebles, textiles y herramientas. Esta singularidad musealización permite adentrarse en su genial proceso creativo. El museo suma una treintena de pinturas, además de múltiples dibujos y esculturas que abarcan toda su obra. La colección sigue creciendo, con la adquisición más reciente del libro «Poésies» de Stéphane Mallarmé ilustrado por Matisse.
TUMBA DE MATISSE
Y no solo Matisse, el Cementerio que rodea al Monasterio de Cimiez alberga una gran cantidad de tumbas monumentales de artistas y diferentes personalidades, como el propio Matisse o Raoul Dufy o Roger Martin Du Gard (premio Nobel de Literatura en 1937), pudiendo convertir un paseo por él en toda una lección de Arte. La tumba de Matisse no está lejos del museo y, además, en plena colina, el cementerio brinda vistas panorámicas de la ciudad y el mar Mediterráneo. Bordea el monasterio de Cimiez fundado en el siglo IX por los monjes benedictinos.
MUSEO MARC-CHAGALL
El otro gran museo de Niza se encuentra también ubicado en la colina de Cimiez. Construido con el apoyo del ministro de Cultura André Malraux en 1973, es el resultado de la generosidad del propio artista, quien donó al estado diecisiete pinturas que retratan historias bíblicas en la década de 1970. Esta serie, conocida como el Mensaje Bíblico, ilustra el Génesis, el Éxodo y el Cantar de los Cantares, capturando la esencia de las narrativas sagradas con la distintiva paleta y estilo poético y vibrante de Chagall. El diseño arquitectónico del museo complementa perfectamente las obras expuestas, integrándose en un apasionante viaje al mundo poético y colorido del artista. La colección está compuesta de cerca de 1.000 obras, con pinturas, dibujos, grabados, esculturas, cerámicas, pero también vidrieras, tapices y mosaicos