Argentina se encamina a un tercer período de cooperación con una empresa farmacéutica británica de investigación bioquímica y desarrollos, que invertirá 500.000 libras esterlinas -unos 750.000 dólares- orientadas a «proyectos en oncología e inmuno oncología» para hallar nuevos blancos terapéuticos, anunció Isro Gloger, director del programa Trust in Science (Creer en la Ciencia).
De visita en Buenos Aires con motivo de ultimar detalles para el tercer período de la cooperación, Gloger informó que «los proyectos seleccionados durante este nuevo modelo de licitación se centran en la oncología, incluida la inmuno oncología».
«En los primeros tres años apoyamos 23 proyectos (siete, siete y nueve) y en el nuevo modelo que estamos utilizando es la misma inversión pero son varios grupos que se juntan en consorcios para cada proyecto», uno de ellos de la Universidad Nacional de Quilmes -con el hospital de Niños Juan Garrahan y los institutos Leloir y de Biología y Medicina Experimental-, y la de Córdoba -con la Católica, el Leloir y un grupo salteño-.
Con un monto anual de 500.000 libras esterlinas desde 2011 (unos 750.000 dólares) además de la inversión del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, «dio para cubrir proyectos centrados en Chagas, dengue, leishmaniasis y virus de Junín, enfermedades prioritarias en Argentina», relató Gloger, quien ingresó en 1975 a la carrera de Biología en Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y fue becado por la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde se doctoró en 1985.
La cooperación es concebida como un modelo académico industrial en el que GlaxoSmithKline (GSK) -que tiene 110.000 empleados con presencia en 70 países, principalmente en los Estados Unidos- despliega el programa también en Brasil, además de países africanos -Kenia, Tanzania y Uganda-.
«Creíamos y creemos que acá hay muy buena ciencia y valía la pena invertir a nivel científico; hicimos una apuesta en América latina, principalmente en la Argentina y en Brasil», afirmó.
El acuerdo de cooperación es tripartito entre GSK, el Mincyt y el centro de investigación británico The Francis Crick Institute, con un nuevo modelo de colaboración público-privado entre ambos países.
Los fondos aportados por el Mincyt provinieron de los Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica Orientados (Picto) y del Programa de Áreas Estratégicas (PAE), con un criterio de selección que «siempre fue la calidad científica. Esos proyectos son evaluados independientemente y después nos juntamos con el Ministerio y cotejamos todas las evaluaciones», precisó Gloger, miembro de la Sociedad Real de Biología del Reino Unido.
Como ventaja de los investigadores locales, Gloger mencionó que «accedieron a conocer la industria por dentro y ver cómo se trabaja en los Estados Unidos», donde dispusieron de 15.000 compuestos farmacéuticos y testearon los parámetros evaluando que no fueran tóxicos.
En las llamadas, «creamos unos temas terapéuticos que sean alineados tanto a las necesidades locales como a las áreas donde la compañía tiene una experiencia científica que puede aportar», que son la respiratoria, la de VIH-SIDA, inmuno oncología e inmuno inflamación, relató.
Para Gloger, líder de equipo de la Unidad de Genética Molecular de GSK, el desafío fundamental de la ciencia «es entender los mecanismos moleculares de enfermedades a las que llegamos hasta un punto de entendimiento, y creo que tenemos ahora que atravesar la parte más profunda, donde es más difícil llegar. La fruta baja ya fue recogida, ahora hay que llegar a la más alta».
«A nivel tecnológico pienso que obviamente está el desafío de la manipulación genética -como se pueden modificar genes a nivel terapéutico- (Crispr), que es muy interesante. Y también a nivel tecnológico, el cómo puede ayudar la computación y la inteligencia artificial a progresar la investigación, a hacer mega análisis de datos sobre la secuenciación», mencionó.
Respecto a los dilemas éticos, Isro opinó que «son problemas que la sociedad tiene que aprender porque son cosas nuevas con nuevos desafíos, y yo pienso que la ciencia está obligada a trabajar dentro de la sociedad, con los cánones de la sociedad y las limitaciones legales apropiadas».
«La sociedad tiene que estar informada y saber qué es lo que se está haciendo, entenderlo, y poder de esa forma opinar», planteó.
Mientras que «el investigador tiene que estar insertado en la sociedad, tener conciencia de lo que es importante y de lo que podría ser importante, no auto aislarse sino integrarse, tratar de entender que somos parte de la sociedad como científicos, que tenemos que contribuir con lo que sabemos hacer a los problemas de la sociedad», opinó.
«Yo pienso que la gente entiende mucho más hoy, y quiere saber más. Si el médico le receta algo, quiere saber cómo funciona, si va a traer un mal adicional. La gente quiere entender y necesita estar más informada, y es un deber», concluyó Gloger.