Unos 157 estudiantes y docentes de Medicina, desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, tendrán reparados, 46 años después, sus legajos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), donde se dejará constancia que su condición de víctima del terrorismo de Estado fue la causa por la cual nunca más asistieron a las aulas de la Facultad de Ciencias Médicas platense.
Se trata en su mayoría estudiantes, y también docentes, no docentes, graduados, quienes fueron asesinados y desaparecidos durante la última dictadura militar.
El próximo 5 de diciembre, a las 9.30, esa casa de estudios realizará un acto reparatorio al entregar a los familiares de esas personas los legajos donde se inscribirá su condición de víctimas del terrorismo de Estado.
De esa manera, dará cumplimiento a la Resolución 259/15 de la UNLP, la cual indica que se debe «dejar constancia en los legajos, de los reales motivos que determinaron la interrupción del desempeño laboral o estudiantil de todos aquellos que fueron víctimas de la última dictadura cívico militar».
«Es una reparación para todos. Repara el silencio vivido durante tantos años. Es traerlos al presente con sus ideas, proyectos, ilusiones. Es salud colectiva de heridas que no sanarán nunca», expresó a Télam Susana Di Salvo, hermana de Pedro Alfredo «Bocha» Disalvo, uno de los estudiantes desaparecidos.
«Bocha» tenía 22 años y cursaba 4to. año de Medicina cuando fue secuestrado la madrugada del 1 de julio de 1977 de su casa en la capital bonaerense.
Su hermana recordó que Pedro «era absolutamente vital; amaba todo y todo era un gran desafío para él. Podía jugar cualquier deporte, tocar un instrumento, cantar, dibujar y todo lo hacía bien, sobre todo por la garra que ponía».
«Fue campeón de yo-yo y campeón argentino de vóley en los torneos universitarios. Compinche divertido en mil aventuras de la infancia. Bocha era un lindo tipo en todo el sentido de la palabra», recordó Susana mientras repasaba fotos de Pedro, de cabellos castaños, mirada caoba y sonrisa amplia y contagiosa.
Con tono amoroso, Susana muestra fotos, donde un Pedro de 9 o 10 años compartía miradas cómplices con una pequeña y risueña Susana o le enseñaba cómo hacer los deberes.
«Infiero que estudiaba Medicina porque su ser tan solidario, lo llevó al deseo de cuidar, sobre todo a los sectores más vulnerables», remarcó Susana, que aguarda expectante recibir el legajo reparado de su hermano.
La secretaria de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Verónica Cruz, sostuvo que se trata de «dejar constancia, en los legajos de las casi 800 personas de la universidad platense que fueron detenidas desaparecidas y/o asesinadas en la dictadura cívico militar, y en la etapa previa de terror paraestatal, de su condición de víctimas del terrorismo de Estado».
«En la entrega de los legajos a sus familiares y/o a quienes portan su memoria, con ese acto reparatorio se construye una memoria institucional que historiza los hechos que marcaron la vida de la Universidad durante el terrorismo de Estado, asumiendo que la comunidad universitaria fue víctima del genocidio y, a la vez, que la institución actuó como victimaria por efecto de la intervención que sufrió -incluso previa al golpe de Estado, y las sucesivas gestiones de la dictadura cívico militar donde cientos de integrantes de los diferentes claustros sufrieron secuestro, desaparición, homicidio, expulsión y exilio», detalló.
Guadalupe Godoy, directora de Políticas de Memoria y Reparación de la UNLP, a cargo del Programa de Reparación de Legajos, explicó a esta agencia que «aquí está reflejada solo una parte de la dimensión del genocidio, porque cientos debieron exiliarse, insiliarse y muchas y muchos sobrevivieron y luego lucharon por obtener justicia».
«Desde la Dirección de Políticas de Memoria acompañamos los procesos de cada unidad académica, todas con sus particularidades y sus formas de construir sentido sobre el pasado reciente», apuntó.
Detalló que, «en el caso de la Facultad de Ciencias Médicas, el proceso de reparación fue posible a partir del cambio de gestión de 2018, la institucionalización de las políticas de Derechos Humanos y el pedido del movimiento estudiantil para que se realizara esta reparación.
En tanto, el decano de la Facultad de Ciencias Médicas platense, Juan Basualdo Farjat, expresó a Télam que «reparar y reconstruir los legajos es un acto de develación de la historia: nombrar los hechos y las personas como víctimas; contribuir a la justicia al situar esa vida, esa biografía, dentro de la vida académica de la Facultad, en definitiva, nuestra historia».
«Reconstruir el pasado permite construir un presente de protección de los derechos humanos, para identificar, a su vez, a qué sitios o prácticas resulta imperioso no volver», remarcó.
María Belén Gil Sanchez también recibirá un legajo reparado el próximo 5 de diciembre. El de su madre, Elizabeth Graciela Sánchez, una estudiante de medicina apodada desde niña Bettina.
«La reconstrucción de su vida y de su historia ha sido un camino difícil. Pude rescatar de relatos de su compañero de vida y de compañeres de militancia, su gran compromiso en la lucha por un mundo mejor. Su gusto por el arte, por la historia, y su decisión de estudiar Medicina para contribuir a mejorar la sociedad, fue lo que pude rescatar», explicó a Télam María Belén.
«Es un trabajo inmenso y muy importante para las familias y la sociedad, que señala también los grupos donde la dictadura hizo hincapié con su plan de exterminio, el movimiento estudiantil y obrero. Agradezco este trabajo de reparación, que reivindica la memoria de mi madre y su lucha», dijo la mujer, madre de dos niñas, a quienes de a poco les va contando quién era su abuela y qué pasó con ella.
El listado de estudiantes, docentes y no docentes cuyo legajo será reparado puede consultarse en el link https://bit.ly/3TYekcg; en tanto desde la Facultad de Ciencias Médicas se indicó que quienes sean familiares, y compañeros de algunas de estas personas puede contactar al equipo de trabajo a [email protected].
Susana Disalvo, que guarda entre otros objetos personales de su hermano la colección de boletos capicúa, no duda en afirmar que «la reparación de los legajos hace que ellos vuelvan a estar entre ustedes y nosotros, toman existencia otra vez».
«Hay un poema de Daniel Viglietti que hizo canción y me encanta. Dice ´Por detrás de mi voz/ Escucha, escucha/ Otra voz canta/ Viene de atrás, de lejos/ Viene de sepultadas bocas, y canta/ Dicen que no están muertos/ Escúchalos, escucha» , concluyó con emoción.