El 30 de mayo de 1778 falleció en París François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, una de las figuras más influyentes de la Ilustración. Su vasta obra, que abarcó desde ensayos filosóficos hasta novelas satíricas, defendió la razón, la libertad de expresión y la separación entre Iglesia y Estado. Voltaire fue una figura central en la crítica al absolutismo y al dogmatismo religioso, influenciando profundamente los movimientos revolucionarios posteriores, como la Revolución Francesa.​

Contexto histórico
Voltaire nació en 1694 en una Francia dominada por la monarquía absoluta y la influencia de la Iglesia católica. Desde joven, mostró un espíritu crítico y una aguda inteligencia que lo llevaron a enfrentarse con las autoridades de su tiempo. Su estancia en Inglaterra entre 1726 y 1729 fue decisiva, ya que allí conoció las ideas de Locke y Newton, así como el sistema parlamentario británico, que contrastaba con el absolutismo francés.​

Obras y pensamiento
Entre sus obras más destacadas se encuentran «Cartas filosóficas» (1734), donde compara la sociedad inglesa con la francesa, y «Cándido» (1759), una novela satírica que critica el optimismo filosófico y las injusticias sociales. Voltaire también escribió numerosas obras teatrales, ensayos históricos y tratados filosóficos, en los que abogó por la tolerancia religiosa, la libertad de pensamiento y la reforma de las instituciones.​

Legado
La influencia de Voltaire se extendió más allá de su muerte, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la libertad y la razón. Sus ideas contribuyeron a sentar las bases del pensamiento moderno y a cuestionar las estructuras tradicionales de poder. Hoy en día, su legado perdura en los valores democráticos y en la defensa de los derechos humanos.​