«Buscar y volver a buscar», el libro destinado para chicos de las autoras e ilustradoras Ada Esquiol Ríos, Marianna Dotzauer y Cecilia De Marchi, cuenta a través de un personaje cómo es la transformación en la búsqueda de la propia identidad y en el reconocimiento del otro.
«Digamos que me llamo Kikei y mi cama es un elefante y yo soy la princesa de la noche y las estrellas me cuentan cuentos antes de dormir», comienza la historia editada por Primera Sudamericana que continúa con la búsqueda de este personaje que va virando de sexo, paisajes y personalidad.
Las autoras cuentan que la idea nació de una escena repetida con sus hijos, con quienes siempre juegan al «digamos qué», una especie de mantra que las transporta a la infancia de cada una de ellas y a una búsqueda de la primera inocencia.
-¿De dónde surgió la historia?
– Marianna Dotzauer: Cuando soñamos este libro junto a Ada nos preguntamos «¿Qué queremos decir?» y nos dimos cuenta de que estábamos atrapadas en la pregunta y decidimos aferrarnos a ella. Salió un primer texto que hablaba del buscar y perderse y volver a buscar, pero sentíamos que este texto estaba en nuestro idioma, el adulto. Fue entonces que invitamos a Cecilia a subirse al viaje y junto a ella, y escuchando a nuestros niños correr en el jardín, logramos acercarnos al mismo tema, el de la búsqueda del ser… pero desde una mirada infantil.
– ¿Por qué el personaje cambia constantemente de paisajes y algunas veces de nombre?
– M.D: Los niños generan su identidad a partir de la confrontación y reconocimiento de su entorno. Parte de esa búsqueda y encuentro se produce de forma lúdica. En particular vimos que los niños lo hacían, jugaban a ser otros, a estar en distintos lugares. «Digamos que» deja de ser una simple frase y se convierte en un conjuro… y luego todo es posible.
– El texto habla de encontrar quién es realmente uno. ¿Por qué?
– M.D: Pensamos que en la vida siempre jugamos a ser muchos y llega un momento donde queremos descubrirnos… y cuando nos vemos por dentro, conectamos con el otro.
– ¿Cuál sería la importancia de estas preguntas en los pequeños lectores?
– M.D: Las preguntas son parte de la construcción del ser y nos pareció importante darles un lugar. Esta historia solo es un reflejo del proceso que vivimos todos con el único objetivo de compartir pensares y sentires.
– ¿Cuál es el mensaje que intentan dejar?
– M.D: Ninguno, es solo una invitación y un desafío para padres, educadores y niños a jugar y entrar. Eso: los invitamos a jugar.
– Y cómo fue el nacimiento de la historia ilustrada?
– M.D: Primero nació el texto inicial, luego como es propio del género Libro-álbum intentamos que las ilustraciones hablen y cuenten lo que no estaba escrito; luego vino el segundo texto y ¡fue maravilloso!
– ¿Cómo fue tu acercamiento a la literatura infantil y juvenil?
– M.D: El año 2009 gracias al azar me encontré con Ada con quien estudié la carrera de Diseño Gráfico y juntas formamos nuestra cocina gráfica llamada «El taburete». Ahí ‘cocinábamos’ diferentes proyectos, como marcas, afiches, volantes, en fin, todo lo que se puede hacer desde el diseño gráfico… pero a la hora del café se nos escapaban los sueño de ilustrar, de volver a dibujar y pintar… y lo hicimos.