Con las credenciales de haber sido una de las novelas más leídas en Italia durante el encierro pandémico y editada después en 25 países, «Fidelidad» inspiró una serie exitosa de Netflix que, según su autor, Marco Missiroli, conserva el espíritu que lo hizo reflexionar sobre el deseo y la vida en pareja: «Debemos preguntarnos qué es lo que nos hace ser fieles a nosotros mismos. Y, solo después, debemos pensar si cuando estamos con otras personas logramos ser fieles a eso».

Profesor de escritura creativa en la Scuola Holden de Turín fundada por Alessandro Baricco, colaborador del Corriere della Sera y autor de «El destino del elefante» y «Actos obscenos en lugar privado», Missiroli dialogó con Télam desde su casa en Rímini, la ciudad de la rivera adríatica que tanto encantaba a Fellini, sobre «Fidelidad», una novela que por momentos sale de lo íntimo para explorar en qué medida la crisis económica también influye hoy en los lazos que mantienen unidas a las parejas.

La novela, ganadora del prestigioso Premio Strega Jóvenes en 2019, cuenta los días de una pareja joven a la que se podría considerar feliz hasta «el malentendido», como empiezan a llamar a un atisbo de duda que erosiona su matrimonio. La historia empieza con esa sospecha de un engaño banal entre Carlo -un profesor de escritura creativa en la universidad que siente atracción por una alumna- y Margherita -una agente inmobiliaria que se conmueve con la forma en que su masajista se aboca a su dolor físico- que se va expandiendo en círculos concéntricos al trabajo, los amigos o los padres. Así, las dudas de la pareja se convierten en las dudas de toda la sociedad: ¿Cuándo de nuestra vida puede resolverse de manera inesperada? ¿Qué pasa si enfrentamos esta cuestión y vivimos de acuerdo a la respuesta que asumimos?

La serie, posicionada entre las más vistas de Netflix, es una producción de la plataforma junto a Bibi Films y está dirigida por Andrea Molaioli, quien trabajó en otra gran producción de la plataforma, la italiana «Suburra». «No participé de la escritura del guion para Netflix porque creo que un escritor debe hacer su propia novela y luego dejar a los otros hacer la escenografía, la dirección, y la puesta audiovisual en general. Mi obra nace como literatura escrita y no como literatura cinematográfica», cuenta sobre el proceso de adaptación de su novela.

«Sentí mucha curiosidad por el ver el resultado y viví todo con gran gratitud y felicidad. Y el resultado me gusta bastante, porque en líneas generales el sentido de la velocidad del libro y el problema del amor y de la infidelidad fueron bien abordados. Claro que faltan cosas pero esto es normal en un trabajo cinematográfico. Lo que me gusta mucho es que la serie se puede mirar hasta el final con muchas ganas», confiesa el autor. La ciudad de Milán y los planos en Rímini acompañan a los personajes no solo desde lo más escenográfico sino con un aporte de la mirada local.

La literatura contemporánea es fértil en abordar los matices de la infidelidad. A fines de los noventa, el escritor inglés paquistaní Hanif Kureishi escribió «Intimidad», un texto urgente en el que reconstruye las últimas horas de vida hogareña de Jay, un escritor y guionista más obsesionado por sus amantes y su juventud que por su mujer y su vida familiar. O el caso de «Las fidelidades», la primera novela de la suiza Diane Brasseur publicada en el 2014, que plantea si a caso se puede amar a dos personas a la vez: el protagonista admite su fragilidad y revive escenas de las dos historias de amor, entre París y Marsella, entre el fulgor del enamoramiento y el placer de un amor sereno y matrimonial.

Lejos de la huida que emprende el protagonista de la novela de Kureishi y de las confesiones del personaje de Brasseur, Missiroli atiende a las dudas, las fantasías y los celos que sobrevuelan a una pareja cuando crece la desconfianza y cómo ese entramado finalmente se impone en la realidad de una pareja y ofrece, además, una lectura de ese engaño como parte del síntoma de un malestar social.

“Los juramentos de amor duran un día”, sentencia Marco con su registro de profesor durante una charla con un amigo y devela su postura ante una pregunta que sobrevuela toda la novela: ¿A quién le debemos fidelidad, al otro o a nosotros mismos? “Debemos preguntarnos qué es lo que nos hace ser fieles a nosotros mismos. Y, solo después, debemos pensar si cuando estamos con otras personas logramos ser fieles a eso. Y mucho está en entender si el mundo que me rodea es el mundo necesario para ser feliz”, reflexiona Missiroli sobre las disquisiciones de su personaje.

“Carlo y Magherita eligieron un mundo que no los hacer ser fieles a ellos mismos, pero sí a la sociedad: contraen matrimonio, compran un departamento y cumplen las etapas de todo lo que deberíamos hacer según las reglas de la vieja generación”, recrea el autor y advierte la trampa: “Pero la nueva generación es diversa. En eso “Fidelidad” es un libro político porque hace entender que la nueva generación está en movimiento, es fluida y asume que para ser feliz y fiel a veces hay que romper los viejos esquemas. Carlo y Margherita están en un momento de transición de la vieja a la nueva generación y tratan de ser fieles a sí mismos, pero lo logran solo en parte, porque tienen todavía muy incorporados los esquemas de sus padres”.

Missiroli asume la historia de esta pareja como el reflejo de una crisis más amplia y le gusta pensar en cómo el lector (y el espectador de la serie) se puede sentir interpelado: “`Fidelidad´ parte de un ejemplo chico para desde ahí hablar de modo universal. Quien la lea puede preguntarse: ¿Yo también soy así? ¿Yo también podría ser así? ¿Fui o seré así?. Creo que una novela que habla desde ese rincón de intimidad también dice cosas de todos. Y esta es parte de la magia de la literatura: de lo individual alcanzar a la sociedad y llegar a un concepto universal mucho más importante”.

“Fidelidad” es también, como otros textos que encontraron eco durante la crisis social y económica que deja la pandemia, un golpe al amor romántico sobre aquello que sucede cuando la ilusión choca contra la realidad. Y se asumo como parte de una nueva educación sentimental: “Carlo y Mergherita ya no son ellos mismos, quieren algo más. Y las nuevas generaciones quieren algo más de la vida. La infidelidad se da en la pareja pero antes ocurrió en su interior”.