El Palacio de Versalles aprovecha la conmemoración de la Tercera República francesa para honrar un patrimonio poco conocido y recordar el papel altamente simbólico que desempeña la antigua residencia real en la vida de la democracia francesa, incluso hoy en día.
«Con Versalles siempre se descubren cosas nuevas, ¡es interminable!», se entusiasma Martine al comienzo de nuestra visita. La guía lleva 15 años recorriendo los innumerables pasillos del palacio, pero, según ella, aún quedan muchos secretos por desvelar tras los gruesos muros.
Entre ellos, la Sala del Congreso y el apartamento de su presidente, excepcionalmente abiertos al público… Pero esperen, nuestra visita comienza bajo el dorado de la Ópera Real, un lugar cargado de historia y elegancia. Fue aquí donde Luis XVI y María Antonieta celebraron su boda en 1770. Un siglo más tarde, los parlamentarios de la Tercera República Francesa (1870-1940) celebraron aquí sus reuniones.
Cuando el levantamiento popular incendió Francia, el palacio de los reyes se convirtió en refugio de los republicanos. Todo un símbolo.

Un presidente en casa del rey
Precisamente esta transición, tanto arquitectónica como política, está en el centro de un recorrido único que se ofrece a los visitantes franceses con motivo del 150 aniversario de la enmienda valona. Se trata del texto que dio origen al Senado y a la Asamblea Nacional e introdujo la elección del presidente por estas dos cámaras. La Tercera República, hasta entonces un régimen provisional, quedó entonces ratificada.
«Es un episodio un tanto olvidado de nuestra historia política. Esta visita nos brinda la oportunidad de dar a conocer el Versalles del siglo XIX, aún demasiado desconocido», explica Christophe Leribault, presidente del Establecimiento público del palacio.

El inmenso hemiciclo de la Sala del Congreso, construido en 1875 para acoger la nueva vida parlamentaria, contrasta con el Versalles del ‘Rey Sol’ (Luis XIV). Atrás quedan los lirios sobre fondo azul, sustituidos por sillones de terciopelo rojo. «No esperábamos ver esto aquí», dice Capucine. «Es un toque moderno, y vemos el palacio de otra manera», añade su madre, Florence.

Por primera vez, también se reveló el piso del presidente del Congreso. Aquí es donde se contaron las papeletas de las elecciones presidenciales. 15 presidentes fueron elegidos en Versalles hasta 1954. En la actualidad, este piso es utilizado por los presidentes de la Asamblea Nacional y del Senado en contadas ocasiones.

El regreso de los franceses a Versalles
Aunque los diputados y senadores acabaron abandonando Versalles para volver a París en 1879, la Tercera República dejó su huella duradera en el palacio.
Versalles no es sólo el Salón de los Espejos, es un lugar de gran poder y de historia francesa
Sólo en el hemiciclo de Versalles podía el presidente francés convocar el Parlamento. Es aquí donde se enriquece la Constitución, como ocurrió el 4 de marzo de 2024, cuandose consagró en mármol la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
«Era mi primer día como presidente del palacio de Versalles, y el lugar bullía de diputados, senadores y periodistas. Eso me convenció de que había que abrir estas salas, porque Versalles es algo más que el Salón de los Espejos; es una meca del poder y de la historia de Francia», se maravilla Christophe Leribault. El recinto también acoge a numerosos grupos escolares, «una oportunidad para hacer un poco de educación cívica».

8,4 millones de personas visitaron el castillo el año pasado. De ellas, el 80% fueron turistas extranjeros. Leribault tiene una misión: «Es importante abrir otras salas para que los visitantes franceses y parisinos quieran volver a Versalles. Es estupendo que haya visitantes de todo el mundo, pero también es importante que este patrimonio siga siendo nuestro». ¿Podría ser ésta también una oportunidad para reconciliar a los franceses con un lugar controvertido?

Un legado de poder
A lo largo de los años, el Palacio de Versalles se ha convertido en una herramienta y un telón de fondo inestimables para la diplomacia francesa. Pero también es un lugar políticamente peligroso.
Emmanuel Macron paga regularmente las consecuencias. Se le critica cuando recibe allí a jefes de Estado y jefes de multinacionales a bombo y platillo. «Puede dar una imagen un tanto ostentosa y altanera, desconectada de la realidad», confiesa Denis, visitante habitual del palacio. Esa es la paradoja de Versalles: símbolo del poder monárquico y republicano, a la vez denostado por su opulencia y admirado por su magnificencia.
Estas contradicciones fascinantes y muy francesas salen a la luz en este original recorrido que recorre 150 años de historia republicana. La exposición está abierta al público todos los fines de semana, con visitas guiadas los días laborables hasta finales de septiembre.
Fuente: Euronews