El cabeza de lista de Vox a las elecciones al Parlamento Europeo, Jorge Buxadé (dcha), junto al presidente del partido, Santiago Abascal, durante el acto de comienzo de la campaña para las elecciones europeas

Vox se ha lanzado a las elecciones europeas con grandes expectativas amarrado a la progresión de sus partidos afines en el resto del continente e impulsado por el respaldo que le dieron en la convención anual de hace unas semanas. Su objetivo: salvar en Europa el mazazo doméstico de las últimas generales.

Santiago Abascal se enfrenta el 9 de junio a los primeros comicios de ámbito nacional desde que en julio del año pasado perdiera más de medio millón de votantes y casi una veintena de escaños, unos malos resultados que le impidieron sumar con el PP una mayoría suficiente para gobernar y dieron al traste con las aspiraciones de algunos dirigentes de Vox de sentarse en el Consejo de Ministros.

A esas primeras decepciones siguió una crisis interna que hizo dudar a muchos de la viabilidad de la formación y que arrastró hasta hace apenas cuatro meses cuando Abascal fue reelegido por la asamblea general extraordinaria a finales de enero.

Las voces disonantes quedaron silenciadas, al menos en público, y el partido se centró en el ciclo electoral que de momento le ha generado un nuevo fracaso en Galicia (el único parlamento autonómico donde sigue sin representación), pero también el alivio de conservar el escaño del País Vasco y los once que tenía en Cataluña.

De la mano de Meloni, Orban y Le Pen 

Y a eso se acogen insistentemente desde la dirección nacional de la madrileña calle Bambú para asegurar que “Vox no está muerto”. 

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni y el presidente del partido italiano Vox, Santiago Abascal, en un acto en Roma el pasado mes de diciembre. EFE/EPA/Fabio Cimaglia

Creen que cuentan con un electorado consolidado y se ven capaces de remontar en la recta final de las europeas con Jorge Buxadé de nuevo como cabeza de lista y volver con fuerzas renovadas a la política nacional.

A ello esperan llegar subidos a la ola de los primeros ministros de Italia, Giorgia Meloni, y Hungría, Viktor Orban, principales líderes de la ultraderecha europea, junto a la francesa Marine Le Pen, que podría ganarle por primera vez unos comicios a Emmanuel Macron.

Todas las encuestas apuntan a un crecimiento de Vox, que podría pasar de sus cuatro eurodiputados actuales a entre cinco y ocho. En 2019 logró tres y sumó uno más con la salida del Reino Unido de la Unión. En total consiguió 1.388.681 votos (6,2 %).

Seis asientos en Estrasburgo, un buen resultado 

El eurodiputado de Vox cabeza de lista de la formación a las elecciones europeas, Jorge Buxade, en un debate en la Eurocámara en Estrasburgo. EFE/EPA/Ronald Wittek

Fuentes del partido estiman que seis asientos en Estrasburgo ya serían un buen resultado, lo que ven posible porque ahora tienen mayor proyección que hace cinco años, cuando apenas acababan de salir a escena.

También aluden a la diferencia que hay entre unas generales, en la que entran en juego 52 circunscripciones, y las europeas, que son de circunscripción única, lo que les permite sumar los restos que no le sirven en casa, y llaman especialmente a los abstencionistas y a los jóvenes convencidos de que sus votos son clave.

Aislar al PP 

En lo que va de campaña, se han centrado en tratar de aislar al PP y decir que solo hay dos opciones: los socialistas o los “patriotas, conservadores e identitarios” con sus conocidas consignas en defensa de la soberanía nacional, en contra de la inmigración ilegal y a favor de la seguridad.

Imagen de archivo de la sede de Vox en Madrid.  EFE / Mariscal

Y, aunque lo ven complicado, abogan por una alianza entre los grupos de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) de Meloni, al que pertenece Vox, e Identidad y Democracia (ID) de Le Pen. En cualquier caso, los de Abascal se “abrazan” más a la italiana, que se ha dejado querer por la candidata del PPE y actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Pero hay un problema: Vox ya ha dicho por activa y por pasiva que no votarán a Von der Leyen, por ser la artífice de las “nefastas” políticas europeas. Sin embargo, no cierran la puerta a votar a los populares si el candidato a presidir la Comisión es otro. El alemán Manfred Weber podría ser su apuesta.