A poco más de 200 kilómetros de la capital provincial, el visitante que se aventure a recorrer el noreste de Jujuy se encontrará con los «Valles de Altura», región con inigualables depósitos de aguas termales, vestigios del Qhapaq Ñan (camino del Inca), además de alternativas de turismo aventura y rural que ofrecen comunidades originarias sobre las rutas provinciales 83 y 73.
El broche de oro en ambos corredores viales lo pone el paisaje de transición que se pinta a los pies del turista con un deslumbrante horizonte que combina las imponentes formaciones de la región de la Quebrada y la vegetación característica de las Yungas, posibilitando experiencias únicas de trekking, cabalgatas, observación de aves, entre otros.
«Partiendo en plena Yungas, con todo el verde y el aroma de la selva, vas subiendo y el paisaje se convierte en nube y luego en el agreste de la Quebrada», describió a Télam la directora provincial de Productos Turísticos, Sandra Nazar, al destacar que «se trata de rutas escénicas maravillosas».
Al poner en valor la oferta turística de la zona, presentada recientemente, agregó que tiene el plus de ser brindada por comunidades originarias, que «en sus modos de vestir, en sus prácticas, en sus artesanías han conservado tradiciones de antaño», lo que permite al visitante entrar en contacto con una gran diversidad cultural.
Las alternativas de turismo involucran desde travesías de dos días hasta caminatas de tres horas por deslumbrantes senderos o actividades como ordeñar una cabra, hacer queso, preparar un plato regional, conocer los usos medicinales de hierbas en el campo, entre otros.
San Francisco, Pampichuela, Valle Grande y Valle Colorado, son algunas de las localidades que el turista podrá recorrer luego de subir por la ruta nacional 34 y adentrarse en el corredor de la 83, en plena Yungas, con todas las variantes que la selva trae consigo.
Las azuladas termas del Jordan y los circuitos de trekking «Monteando el silencio» y «Aguada del Cedro», de entre dos y cinco horas, son algunas de las travesías que ofrece San Francisco, a tan solo 1.475 metros de altitud.
Rumbo al norte y pasando el parque Nacional Calilegua -un atractivo en sí mismo, con múltiples opciones-, se muestra Pampichuela con el circuito «la Cumbre», que con dificultad media, se puede realizar a caballo o caminando con una duración de 5 horas ida y vuelta.
Otras tres travesías que ponen la naturaleza característica de la región a los pies del visitante, se pueden hallar unos kilómetros más arriba, llegando a Valle Grande, en los circuitos «Filo Chanchillo», «La Junta» y del arroyo «La Loza», con caminatas o cabalgatas de hasta un día de duración, entre cascadas, montes y bosques ideales para acampar.
Hacia el final del corredor de la ruta 83 y a unos 2000 metros de altitud, Valle Colorado es la última localidad imperdible de visitar, que con el circuito «Cascada el Tornito» y «El Churqui» se exhibe como la mayor exponente de la transición desde las Yungas a la Quebrada y en la que sus habitantes conservan modos de vestir ancestrales.
En la zona, también se encuentra el circuito «Cortadera», que lleva al turista por sus formaciones de altura y por los vestigios del tramo en Jujuy del Camino del Inca, declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, en el que pueden observar antiguos callejones y rocas talladas.
Las huellas del Qhapaq Ñan también se podrán disfrutar en recorridos desde Santa Ana y Caspalá, otros dos pequeños poblados de los Valles de Altura, ubicados a entre 3.000 y 4.000 metros de altitud, sobre el corredor de la ruta 73, a la cual se accede empalmando desde la nacional 9 hacia el este, a la altura de la quebradeña localidad de Humahuaca.
Caspalá además ofrece travesías para recorrer la Serranías del Hornocal, cerro de los 14 colores; las cascadas naturales de Casa Mocha; y los sitios arqueológicos Antiguito y Pueblo Viejo, que aunque en tramos de pocos kilómetros se resuelven en algunos casos en hasta dos días de caminatas.
Vistas panorámicas, aguas cristalinas, vestigios de una cultura prehispánica con construcciones rectangulares, piedras para molienda, restos de cerámica, entre otros, forman parte de los recorridos que se pueden realizar.
Santa Ana posee el circuito «Antigua Mina», que lleva por lugares donde se molían minerales y por socavones, el principal de ellos con una profundidad de 50 metros aproximadamente.
También tiene travesías de hasta cuatro horas por la trampa del Zorro, por piletas naturales y rumbo al mirador del pueblo, desde donde se observan las localidades vecinas.