El abordaje ético sobre la adopción de inteligencia artificial (IA) en procesos laborales -con la posible pérdida de empleos que esto generará- llegó a la Argentina, donde especialistas del sector del software debatieron hoy sobre el alcance de las experiencias empresariales que se plantean su adopción para reducir costos.
La capacidad de las máquinas para procesar gigantescas cantidades de datos y aprender de ese proceso, realizar tareas e interactuar con humanos son algunas de las características que están impulsando a que los empresarios usen IA para reducir costos, sobre en atención al cliente, detección de enfermedades y evaluación de riesgos crediticios.
En estas áreas la inteligencia artificial irrumpe «como un nuevo factor de producción por su capacidad de aumentar el capital y e influir en el trabajo», explicó a Télam el titular de Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi), Aníbal Carmona.
Durante una jornada que la entidad organizó en un hotel porteño se debatió sobre las consecuencias socio-laborales de la adopción de estas herramientas, proceso que según una gran cantidad de estudios, significará una importante pérdida de trabajo por la eliminación de tareas para humanos.
«No hay que hacer una campaña negativa de la tecnología», atajó Carmona.
«Argentina, por ejemplo, necesita inclusión financiera y la inteligencia artificial ayuda a evaluar mejor la reputación crediticia de las personas que hoy no pueden acceder al crédito», caracterizó.
De hecho, el empresario analizó que al IA puede ayudar a fortalecer a las fintech, una de las apuestas más fértiles para el desarrollo de estas tecnologías en el país.
Durante la jornada, especialistas destacaron que ante la difusión de la idea de la tecnología como destructora de empleo, hay que comenzar a elaborar la idea de una «inteligencia ampliada» en la que la relación entre los humanos y las máquinas sea de cooperación.
«Hay distintos tipos de inteligencia, del manejo de los datos que nos rodean. Los animales lo hacen de una manera distinta a la nuestra y las máquinas son capaces de hacer mejor los cálculos. La suma de nuestra inteligencia con la de las máquinas es una inteligencia aumentada», explicó Néstor Nocetti, cofundador de Globant.
Sin embargo, a la hora de poner ejemplos, Nocetti mostró el caso de una empresa estadounidense que entrenó a una computadora para que aprenda a seleccionar frutillas maduras y que terminó despidiendo a todos sus trabajadores.
Por eso, señaló que la inteligencia aumentada puede ayudar a los humanos a ser más eficientes pero dijo que los empresarios deben contemplar cómo su introducción en el ámbito laboral «toca a las personas y, a veces, las toca mal».
Desde otro punto de vista, Juan Pablo Seminara, ejecutivo de IDC, estimó que hacia 2027 «la mitad de los roles (laborales) actuales se van a transformar o quedarán obsoletos» y que es un proceso que «no se va a detener».
«En algunos campos no podemos competir, tenemos que aliarnos a la tecnología en el trabajo», señaló Seminara, quién además estimó que la industria de la inteligencia artificial será de 57.000 millones de dólares den 2021, un volumen apuntalado por la tendencia creciente a que aplicaciones disponibles para usuarios finales la utilicen.
«Cada vez vemos más asistentes inteligentes y aplicaciones se usarán por voz. Ahora se usan para saber datos climáticos y mandar mensajes, pero comienza aparecer el manejo de otros equipos y la gente no se plantean si es o no es inteligencia artificial, pero lo es», agregó.
Aunque Seminara afirmó que la «transformación digital» está presente en un 30 por ciento de las empresas tradicionales argentinas, aquellas empresas que brindan sus herramientas en ese camino hoy floreciente, pueden desaparecer o concentrarse en pocos años.
En ese sentido, Nocetti dijo que tal como pasó con otras industrias centenarias como la aviación, los emprendimientos en IA pasarán por un proceso de contracción.
«Hoy hay más de 3.500 startup en inteligencia y muchas de ellas van a desaparecer en 18 meses», vaticinó.