Antes de partir a su gira europea que culminará hoy, el presidente Alberto Fernández sabía que podía contar con el Papa y con el líder socialista español Pedro Sánchez, pero sus expectativas se vieron superadas con la respuesta que obtuvo de la canciller alemana, Angela Merkel, y de su par de Francia, Emmanuel Macron.
Así, las dos principales potencias de la Unión Europea se alinearon al país en su propuesta para renegociar la deuda con el FMI, sin objeciones.
«Todos son conscientes del nivel de daño que ha vivido Argentina», explicó una fuente de la delegación que participó de las reuniones, en las que el mandatario argentino pudo comprobar que tanto Merkel como Macron, quienes habían puesto grandes expectativas en Mauricio Macri, se sentían defraudados.
«A nosotros nos decían que iba todo bien», confió Merkel a Fernández durante la cena que mantuvieron el lunes por la noche en la Cancillería Federal de Berlín.
Aquel encuentro sirvió a la canciller alemana para conocer de primera mano la situación financiera en la que se encuentra Argentina tras el paso de Macri por el poder -un endeudamientos récord, el doble de déficit e inflación-, así como los planes que tiene Fernández para salir de esa crisis.
El encargado de explicar los detalles a Merkel fue el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien al día siguiente se vería en Roma con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ambos convocados para participar en un evento organizado en El Vaticano por el papa Francisco, con quien Fernández precisamente inauguró su gira europea el viernes último.
Esa noche, tras escuchar a Fernández y Guzmán, Merkel les expresó su respaldo para renegociar los vencimientos de la deuda, pero también hizo llamar a Georgieva para dejarle clara cuál era su posición.
Mientras Fernández cumplía en Madrid con su objetivo de que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, se sumara con un apoyo explícito a sus gestiones, el ministro de Economía argentino y la directora del FMI se reunieron.
Sánchez recibió a Fernández en el Palacio de La Moncloa y su gobierno hizo público un comunicado de respaldo.
Sin embargo, el líder socialista -al que Fernández considera un amigo- también había realizado gestiones previas ante Georgieva.
«Como dije en previas ocasiones, somos conscientes de la difícil situación socioeconómica que enfrenta la Argentina y su población y compartimos plenamente el objetivo del presidente Fernández de estabilizar la economía, proteger a los más vulnerables de la sociedad y garantizar un crecimiento más sostenible e inclusivo», fueron las palabras de la responsable del FMI esa misma noche tras el encuentro con Guzmán.
Fernández encaró así la cuarta y última etapa de su gira con más tranquilidad, aunque sin saber que Macron le ofrecería mucho más.
No tuvo que hacer un diagnóstico de la situación ni explicar detalles de su programa.
El presidente galo lo recibió con una declaración que comprometió «apoyo» y «movilización» con el FMI y sus socios para que Argentina pueda renegociar la deuda en los términos planteados por Fernández, es decir, de una forma sostenible.
A pesar de ello, Fernández se sintió en la obligación de aclararle lo que había pasado el día anterior en Argentina, a raíz de que el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, salió a pagar un vencimiento de bonos adeudados para evitar un default.
«Lo hicimos para que no digan que no actuamos de buena fe, pero fue un caso excepcional, no podemos pagar en esos términos», le explicó a Macron, quien fue uno de los impulsores de Georgieva al frente del FMI.
Sin embargo, el aval más fuerte -aunque también más simbólico- vendría otra vez desde Roma mediante la voz del papa Francisco, quien se pronunció ante la jefa del FMI y Guzmán.
«No se puede pretender que las deudas contraídas sean pagadas con sacrificios insoportables. En estos casos es necesario -como, por lo demás, está ocurriendo en parte- encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda, compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso», afirmó el Sumo Pontífice sin mencionar explícitamente a la Argentina durante el seminario económico que él mismo promovió en El Vaticano.
Guzmán, por su parte, volvió a calificar de «muy constructiva» la conversación que mantuvo con el equipo de Georgieva, pero reiteró que el país no va a pagar los 40.000 millones de dólares que debe a costo de más recesión y pobreza.
El Presidente, que describió la negociación con el FMI como un partido de póker, sabe que ahora cuenta con sus mejores cartas.