El distrito de Pampulha, con su lago artificial y sus edificios en un parque de la ciudad brasileña de Belo Horizonte, es la primera obra del arquitecto Oscar Niemeyer, junto al paisajista Roberto Burle Marx y el pintor Cándido Portinari, devenido en un atractivo turístico de la capital de Minas Gerais, que celebrará en julio su primer año como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
El llamado «Conjunto Moderno» incluye los edificios y jardines de la iglesia de San Francisco de Asis, llamada iglesita, o Igrejinha da Pampulha, en portugués, además del antiguo Casino (hoy Museo de Arte); la Casa de Baile, actual Centro de Referencia en Urbanismo, Arquitectura y Diseño de Belo Horizonte, y el Yatch Tenis Club, ahora Iate Golfe Club.
Este lugar único en el mundo aumentó el turismo, creó más empleo, más renta y más autoestima para los belohorizontinos, al punto que todo lo que se construyó después mantiene el nivel y la exquisitez de la obra pública, inclusive por imitación.
Clovis Rodrigues, titular de Promoción Turística de Belo Horizonte explicó a Télam que «las edificaciones tienen gran significado para las generaciones presentes y futuras de la humanidad, puesto en un marco vivo, íntegro y auténtico de la historia de la arquitectura mundial, de la historia brasileña y de América.
Sobre el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad concedido por la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, la Ciencia y la Educación (Unesco), Rodrigues aclaró que la función del organismo «no es catalogar esos bienes pero si ayudar a la identificación, protección y preservación de esos trabajos».
«La inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial significa que el conjunto pasará a contar con el compromiso de Unesco y de los países signatarios de la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial», dijo.
«Los monumentos, edificios, trechos urbanos y el ambiente natural da una importancia paisajística que tendrán valor histórico, estético, arqueológico, científico, etnológico y antropológico», agregó.
El conjunto fue construido casi en simultáneo entre 1942 e 1943, frente al lago artificial que suministra agua potable a la ciudad mediterránea de 1.500.000 habitantes.
A esto se agregó la plaza Dino Barbieri, en homenaje el párroco italiano que la cuidó, frente a la iglesia, y la plaza Alberto Dalva Simão, cerca de la Casa de Baile, ambas proyectadas por Burle Marx, pero concretadas muchos años después.
El Casino fue concebido como el centro de todo el conjunto, por ser la mayor atracción de los visitantes pero después fue cambiado de objetivo y se revalorizó como exponente de la arquitectura moderna formulada por Charles-Édouard Jeanneret-Gris, Le Corbusier, en estructura independiente en concreto.
Del otro lado de la calle que bordea el lago, de casi 12 kilómetros de largo, se levanta el Mineirao, estadio del Club Atlético Mineiro, -donde Brasil perdió 7 a 1 con Alemania en el último Mundial de Fútbol- junto al cual se levantó el Mineraininho, para la práctica de otros deportes.
La Casa de Baile se destaca por la gracia y simplicidad concebida con la línea curva que se mantendrá en toda la obra de Niemeyer hasta la nueva capital, Brasilia, y el Iate Golfe Clube, con piscinas, fue pensado para las actividades náuticas, tiene también un techo en v invertida también llamado «borboleta» para captar el agua de lluvia.
La iglesia de San Francisco sufrió durante años el desconocimiento de los vecinos que no la reconocían como un lugar de oración, por lo que todavía hoy la cartelería de la zona la señala como tal.
Atrás tiene pintada la historia del santo que inspira al Papa por la mano de Portinari, a quien Nicolás Guillén le cantó «un son» con la voz del grupo Inti Illimani.
El lugar cuenta con gran cantidad de medios de transporte ya que es vecino a la estación Pampulha del metro local, que la conecta por cuatro reales con el resto de la comuna.
Además cuenta con un aeropuerto que acaba de ser autorizado para recibir vuelos del resto del estado de Minas Gerais, pero ya abrieron la posibilidad de volver a tener aviones de gran porte.
La Agencia Nacional de Aviación Civil decidió aceptar un pedido para que el aeropuerto de Pampulha vuelva a recibir aviones de gran porte pero el permiso es solo para vuelos interestatales.