Con una creciente red de senderos cada vez mejor construidos y con mayor mantenimiento, el ciclismo de montaña en Bariloche se ha consolidado como una actividad apuntada al ciclista de cierto nivel técnico, aunque sus promotores trabajan en la construcción de pistas más accesibles para acercar el «mountain bike» a las familias y turistas en general.
Desde la estepa, en el Este, al cerro Catedral, el Llao Llao o Colonia Suiza, en el Oeste; pasando por el cerro Otto, en la parte más urbanizada de la ciudad, hasta más allá del lago Mascardi, en el Sur, Bariloche cuenta con una vasta cantidad de kilómetros de caminos y sendas especialmente preparadas para practicar mountain bike.
Es la diversidad y calidad de esos senderos lo que, aseguran, lleva a los ciclistas a inclinarse por este destino por sobre otros: «No es por el hotel ni por el lago ni por las vistas, sino porque los recorridos de acá son mejores que los del resto de lugares», asegura Martín Raffo, reconocido «rider» local e impulsor del desarrollo del ciclismo de montaña.
«Son mejores no porque la naturaleza los hizo mejores, sino porque la gente de acá los construye y los mantiene», afirma Raffo, creador de Bariloche MTB, una plataforma web con abundante información sobre circuitos e itinerarios (https://barilochemtb.com/).
Y explica que existe en esta ciudad un grupo de «constructores profesionales de senderos que sustentan su trabajo con el aporte de usuarios locales y de otros lugares, en especial del Valle rionegrino».
Si bien aclaran que es difícil de estimar el volumen de personas que moviliza el ciclismo de montaña -no hay registros-, en Bariloche MTB apuntan que «para hacerse una idea, en Argentina se venden más de un millón de bicicletas por año, hay eventos en los que participan más de 4.500 personas, y se ve cada vez más gente viajando los destinos que ofrecen infraestructura para su práctica».
Según Raffo, «el ciclismo de montaña tiene dos grandes clientes: el ciclista que en las vacaciones se convierte en turista y el turista que viene al destino y aprovecha algún día de su estadía para andar en bici».
«Son como dos grandes categorías y la primera, que es la del que viaja al destino para andar en bici, está bastante desarrollada por lo que se vino trabajando en los últimos años, en el mantenimiento y la construcción de nuevos senderos», precisa.
Hoy en día «se está trabajando para ampliar la oferta a un público de menor nivel técnico, para que haya más opciones», explica Raffo, y reconoce que pese a la cantidad de lugares para practicar el deporte, «la oferta que tiene Bariloche es limitada en comparación con su potencial».
Este potencial -afirma- se encuentra principalmente en el llamado Parque Central, «la zona plana que va desde el kilómetro 8 (Playa Bonita) hasta Los Coihues, y desde Los Coihues hasta el Lago Moreno. Ahí realmente se va a poder desarrollar la actividad como corresponde, para todos los niveles».
Sin embargo, que no ostente el mismo desarrollo no significa que la alternativa familiar o de menor nivel técnico no exista.
«Tenemos de todo un poco», señala a Télam Gaspar, empleado de uno de los «rentals» (comercio de alquiler) de bicicletas de montaña más grandes de Bariloche, ubicado en la base del cerro Catedral.
«Hay turistas que vienen, ven las bicis y les llaman la atención; no saben mucho, pero toman coraje y lo intentan. Y después está el ciclista que tal vez no se puede traer su bici y viene y te pide una bici de enduro o de descenso inclusive, para ir a hacer circuitos», describe.
También «vienen familias, pero alquilan más que nada mountain bike, y ahí muchos hacen el balcón de Gutiérrez o van a Colonia Suiza. Nosotros también tenemos e-bikes (bicicletas eléctricas) así que también salen a Circuito Chico».
Algunos rentals -e inclusive emprendedores que alquilan sus propias bicicletas- suelen también ofrecer excursiones guiadas para familias y grupos; por ejemplo, en una de las más comunes, el recorrido del camino que va a la confitería del Cerro Otto, se observan distintos tipos de ofertas.
Están quienes alquilan las bicicletas y se ofrecen para guiar la pedaleada -ascenso incluido- o aquellos que alquilan la bicicleta de descenso -con doble amortiguación- y venden un paquete con traslado, guía y ascenso en camioneta, solo para bajar por la montaña durante tres o cuatro horas.
A grandes rasgos, el alquiler de una mountain bike estándar cuesta por día entre 15.000 y 20.000 pesos, aunque también se puede fraccionar por hora. Y el precio se duplica si lo que se alquila es una bicicleta de descenso o de enduro.