Desde el inicio de la gestión de Axel Kicillof, la provincia de Buenos Aires lleva externadas y con acompañamiento profesional 600 personas que se encontraban internadas, en algunos casos desde hace unos 40 años, en alguno de los cuatro neuropsiquiátricos del distrito, como parte de las acciones oficiales de desmanicomialización del sistema de salud mental para el cumplimiento de la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657, la cual prevé la sustitución de esos establecimientos por otros dispositivos polivalentes y basados en la comunidad.
En el marco de lo que establece la Ley de Salud Mental en su capítulo séptimo, que promueve los vínculos, los contactos y la comunicación entre quienes están internados en establecimientos psiquiátricos y sus familiares y allegados, el hospital bonaerense Alejandro Korn realizó 19 externaciones de personas, que ahora viven repartidas en diez casas que construyó el Instituto de la Vivienda cerca de la institución, para que puedan convivir en grupos de no más de ocho personas.
Por ahora, la integración no es mixta: las mujeres viven con las mujeres y los varones con los varones. Pero la idea es ir armando residencias en las cuales convivan personas de ambos sexos e identitddes. En tanto, el propósito que para fin de año salgan otras 16.
Télam recorrió las casas del barrio Argentina, habló con sus flamantes habitantes, con el personal del hospital que supervisa las externaciones y con el ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, que fue personalmente a recorrerlas y a charlar con los usuarios de servicios de salud mental, terminología que la provincia recomienda usar en lugar de «pacientes».
La Ley de Salud Mental establece la sustitución progresiva de todos los manicomios del país por dispositivos alternativos, basados en la comunidad. El texto ordena que ese cometido debía estar terminado en 2020. Eso aún no ocurrió, pero se está trabajando a la mayor velocidad posible.
En el Hospital Alejandro Korn, de la localidad de Melchor Romero, hay 19 personas que están conviviendo en sociedad, con el apoyo del personal del hospital y distintas ayudas como un subsidio económico por externación o garantías que les da el banco Provincia para que puedan alquilar una vivienda.
En la primera de las casas, habitada por cuatro mujeres, cuando se les preguntó por qué estaban mejor que en el manicomio del hospital, una contestó casi a los gritos «porque la comida era horrible».
Algunas tienen familiares y esperan visitarlos o que los visiten. Otras no, pero su familia pasaron a ser sus compañeros y los enfermeros, acompañantes terapéuticos y psicólogos del hospital en el que tanto tiempo estuvieron y que supervisan sobre todo las primeras semanas día y noche lo que sucede en las casas.
Como llevan apenas tres semanas fuera del hospital, son muchas las cosas que tienen que reaprender. Y sí, corren más riesgos (como quemarse con el aceite), pero como define Belén Maruelli, directora asociada de Salud Mental del hospital Alejandro Korn, «hay una dignidad del riesgo, tienen más riesgos, pero es un riesgo más digno».
Julieta Calmels, psicóloga y subsecretaria de Salud Mental, Consumos Problemáticos y Violencias en el ámbito de la salud de la provincia de Buenos Aires, contó que cuando Kicillof asumió como gobernador, el cuadro que se encontraron en los cuatro hospitales monovalentes que tiene la provincia de Buenos Aires (el Domingo Cabred, el José Estévez, el Domingo Taraborelli y el Alejandro Korn) era desolador.
Calmels contó a Télam que la tasa de mortalidad en los manicomios es más alta que en las cárceles.
El objetivo del programa es terminar con los manicomios, pero mientras eso no sea posible, Calmels contó algunas de las decisiones que ya se tomaron para ir disminuyendo las internaciones crónicas.
«Se prohibió el ingreso o reingreso de personas a las salas de crónicos o de larga estancia. Las personas que se internan con cuadros agudos pueden permanecer horas, semanas, meses, pero la idea no es que queden depositadas ahí».
«Luego, cada tres meses los cuatro hospitales hacen un informe que permite tener conocimiento de lo que sucede. Cuando llegamos, había 1.800 personas internadas en los monovalentes y el 42 por ciento tenía más de diez años de internación», indicó.
«Había personas sin DNI y sin instrucción de identidad, no sabíamos su nombre, quiénes eran, dónde habían nacido. Sin identidad y sin patria. Empezamos a trabajar con las embajadas y se están restituyendo las identidades en un proceso complejísimo», agregó.
Calmels también es productora, junto a Kreplak y Gabriela Cárcova Krichmar, del documental «El Porvenir de la Vida en Común», sobre los procesos de externación que produjeron en plena pandemia, con el plafón de la organización Soberanía Sanitaria.
Es un proceso que aborda la historia de la creación de los primeros manicomios en la Argentina, su desarrollo a lo largo del tiempo y las diversas miradas de especialistas que explican por qué ya no es bueno que existan y se conviertan en depósitos de personas.
Los testimonios de personas externadas y la posibilidad de verlos interactuar con otros miembros de la sociedad, los relatos de cómo ahora tienen una vida que no estaba en sus planes y no la sobrevida a la que los obligaba el encierro son una parte nodal de la pieza audiovisual.
Si bien por ahora no está disponible en plataformas, se está estrenando en distintos ciclos con público presente porque la idea es que se genere un debate.
«Nadie quiere vivir con un loco suelto», dijo irónicamente Maruelli para explicar cómo parte del trabajo de externación de los pacientes del Korn fue hablar previamente con los vecinos para explicarles lo que estaba por pasar: que en el barrio iban a convivir con pacientes externados que tuvieron un enorme sufrimiento psíquico a lo largo de sus vidas (no por nada ella los llama «sobrevivientes del manicomio») y que lejos de representar un peligro para sí mismos o para terceros son personas comunes y corrientes que, para mejorar, necesitan de la interacción con otros seres humanos en un contexto de libertad.
«La infantilización y las nociones de incapacidad y peligrosidad siguen vigentes en la sociedad y son parte del estigma que padecen», aseguró Maruelli.
De la misma manera se trabajó con la policía de la zona.
Cuando se habla de la norma, por ignorancia o adrede, se suelen esparcir mentiras para indignar a la sociedad. Una de ellas es que no se puede internar a una persona que representa un peligro para sí mismo o para terceros si la persona se niega.
«En el Korn tenemos guardias las 24 horas y más del 90 por ciento de las internaciones son involuntarias o con oficio judicial» explicó Maruelli.
Y Calmels aportó el cuadro de los cuatro hospitales monovalentes: «el 84 por ciento de las internaciones son involuntarias y no es una cifra que alegre. Y lejos de haber disminuido las internaciones, tuvimos que sumar un 27 por ciento más de camas a todos los hospitales de la provincia para albergar a quienes tienen padecimientos psíquicos».
La manera de decidir quiénes son externados está vinculada a la voluntad del sujeto y su estado, porque las casas son para personas que necesitan un nivel medio o bajo de apoyo.
Los que presentan cuadros denominados agudos siguen internados y el hospital sigue aceptando internaciones.
Cuando alguien se va, no solo puede irse a las residencias provistas por el Estado.
Maruelli contó que hay grupos que sí tienen un ingreso deciden alquilar algo juntos, personas que van a una pensión y hasta se dio el caso de que una mujer que era propietaria volvió a su hogar.
El día que Télam hizo la recorrida, el ministro Kreplak fue especialmente a recorrer las 10 casas para charlar con los nuevos residentes. Le resultaba muy fácil comunicarse con ellos, por su experiencia en el tema, pero también porque lejos de infantilizarlos los trataba como pares y en cada casa se presentó, con nombre y cargo.
«Ya son más de 600 las personas que logramos sacar a vivir en la comunidad en pandemia en hogares acompañados por el equipo de salud. Son experiencias acompañadas porque hay que trabajar nuevamente experiencias de vida», dijo, para resumir una tarea titánica en pleno desarrollo.