El Tribunal Oral Federal Número 1 de La Plata condenó el martes pasado a 10 de los 12 imputados en el juicio “Brigadas” a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad en perjuicio de 605 víctimas, entre ellas, la pareja de periodistas detenidos desaparecidos Conrado Guillermo Ceretti y Diana Griselda Guerrero, secuestrados el 27 de julio de 1976 y vistos por última vez con vida en el “Pozo de Banfield”.
Ceretti y Guerrero fueron dos de los casos abordados en este juicio, en el cual hubo una condena ejemplar por los crímenes de lesa humanidad perpetrados en cuatro centros clandestinos de detención (CCD) que funcionaron durante la última dictadura cívico militar: “El Pozo de Banfield; “el Pozo de Quilmes; “El Infierno” de Avellaneda y la sede de la Brigada de Investigaciones de San Justo.
Pero antes de ser víctimas del plan sistemático de detención, tortura y exterminio implementado durante el terrorismo de Estado, Conrado y Diana fueron una pareja de periodistas.
Ambos integran una lista preliminar de 243 trabajadores de prensa que fueron víctimas de la represión ilegal , según datos solicitados y consolidados por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) que incluye la década previa al golpe de 1976.
Conrado, oriundo de la ciudad santafesina de Rosario, era Licenciado en Letras de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), traductor, ensayista y docente. También trabajó como periodista para la Revista Panorama, Diario Clarín y Diario La Opinión, y se encontraba afiliado a la Asociación de Periodistas de Buenos Aires (APBA).
Quien lo describió con lujo de detalles fue su amigo y compañero de redacción en La Opinión entre 1973 y 1974, el ensayista y periodista Alejandro Horowicz, quien pudo ser testigo de su “enorme sagacidad, una capacidad de comparación única de un nivel de asociación fenomenal” además de caracterizarlo como un compañero “divertido y chispeante”.
“Conrado era un hombre que manejaba perfectamente cinco lenguas y podía retraducir de una a la otra. Tenía una memoria descomunal y una cultura notable y en esa época en que no había Internet y la Enciclopedia Británica era nuestro único instrumento, la buena memoria de Conrado tenía un valor único”, contó Horowicz en diálogo con Somos Télam.
Y rememoró: “Yo le podía consultar cualquier cosa y Conrado, amablemente, mientras se atusaba la barba, me daba una pequeña conferencia, me hacía saber cómo era el asunto, cuál era la bibliografía, en dos o tres lenguas”.
“De modo que Conrado era algo así como mi Wikipedia personal de la década del ‘70”, expresó Horowicz al tiempo que recordó las extensas charlas en aquel bar porteño ubicado en la esquina de La Opinión donde se sentaban a pensar el esqueleto de notas a escribir o “simplemente donde chacoteábamos divertidamente, cosa que nos gustaba muchísimo”.
Conrado se casó con Diana, también periodista y ensayista que trabajó para los diarios el Cronista Comercial, La Opinión y la Revista Discusión, y quien tenía una hija llamada Teresa Sustaita.
Juntos escribieron varios fascículos del Centro Editor de América Latina, como “Asia y África contra el colonialismo” y “La Primavera de Praga”, y militaron en el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP).
Ceretti y Guerrero, de 32 y 39 años respectivamente, fueron secuestrados el 27 de julio de 1976, según pudo dar testimonio la hija de Diana ante la Conadep, quien supo por los vecinos que ese día un grupo de siete personas uniformadas y fuertemente armadas, secuestró a la pareja cuando arribaban a su hogar ubicado en Charcas 4165 del barrio porteño de Palermo.
El grupo de tareas los introdujo en un vehículo y se los llevó. Según pudo acreditarse en el marco de la sentencia de la causa N° 3993/2007 dictada en octubre de 2018, luego del secuestro Conrado y Diana fueron llevados al CCD conocido como “Puente 12-Cuatrerismo-Brigada Güemes”.
En un juicio que se llevó a cabo en 2018, el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz fue condenado a prisión perpetua por múltiples crímenes de lesa humanidad, entre ellos, por la privación ilegal de la libertad agravada por mediar violencia, amenazas y tormentos en perjuicio de cien víctimas, entre ellas, Conrado y Diana.
En ese CCD permanecieron hasta mediados de agosto de 1976, cuando fueron trasladados al centro clandestino denominado “La 205” de la localidad de 9 de Abril del partido del sur bonaerense de Esteban Echeverría y finalmente al “Pozo de Banfield”, donde fueron vistos por última vez.
El testimonio de los sobrevivientes del “Pozo de Banfield”, Rubén Omar Bricio y Alicia Carminati, fue clave para dar cuenta del paso de Conrado y Diana por ese centro clandestino, declaraciones repuestas durante el alegato de la fiscalía en el juicio Brigadas.
Ambos sobrevivientes recordaron a la pareja de periodistas como personas con las que compartieron cautiverio en el Pozo de Banfield, y en particular Carminati mencionó a Diana como “una periodista que trabajaba en el diario La Opinión”.
Si bien no se sabe las fechas específicas del cautiverio de Ceretti y Guerrero en Banfield, la fiscalía señaló que necesariamente debió haberse dado entre septiembre y diciembre de 1976, cuando estuvo allí alojada Carminati.
Clara Petrakos, también, en este debate mencionó que entre las personas que fueron trasladadas de “Brigada de Güemes” al “Pozo de Banfield” se encontraban Conrado y Diana.
Dentro del alegato llevado adelante por los integrantes de la Unidad Fiscal Federal de La Plata que interviene en los procesos por crímenes de lesa humanidad, Gonzalo Miranda y Ana Oberlin, se señaló que se incorporó como prueba a este juicio los legajos Conadep N°249 y N° 6378 pertenecientes a Diana y Conrado en los que obra la información que los vecinos, testigos del secuestro, aportaron a sus familiares sobre las circunstancias del hecho.
Asimismo, los legajos contienen las gestiones realizadas por la familia para dar con el paradero de las víctimas, entre ellas, los Habeas Corpus presentados, pedidos de información solicitados al Ministerio del Interior y a la Asamblea permanente de Derechos humanos (APDH), todos recursos que tuvieron resultados infructuosos.
“Cuando uno quiere saber el destrozo y la tragedia que una dictadura burguesa terrorista significa, tiene que pensar en gente como Conrado al que extraño infinitamente”, concluyó Horowicz sobre su entrañable amigo.