El grupo de investigadores que había reportado la presencia de una mutación en los mosquitos Aedes Aegypti que los volvía resistente a los insecticidas, encontró que cinco años después no son una sino tres las mutaciones, y que las mismas están extendidas en el área metropolitana de Buenos Aires.
Se trata de científicos del Laboratorio de Neurobiología de Insectos (CENEXA-CREG), quienes, en un contexto de probable epidemia de dengue en la próxima temporada estival, alertaron sobre la eficacia de la fumigación para el control de brote.
Sheila Ons bióloga e Investigadora de CONICET efectuó un trabajo en el Laboratorio de Neurobiología de Insectos que depende tanto de la Facultad de Ciencias Exactas como de Ciencias Médicas.
«Hacemos uso de la bioinformática, la biología molecular y la fisiología de insectos con la idea de conseguir herramientas de control de insectos con bajo impacto ambiental», explicó Ons quien apuntó que se busca responder por qué los insectos se vuelven resistentes a los insecticidas, enfocado en el mosquito vector del dengue, zika y chicungunya, el Aedes Aegypti.
La investigadora dijo que se esperan este año muchos casos de dengue y la evidencia de resistencia en las poblaciones del mosquito vector, el Aedes Aegiypti, es muy grande en la provincia de Buenos Aires,
«Se sabe que los insectos son muy adaptables al ambiente porque tienen mucha descendencia, que puede tener distintas mutaciones. Eso le da a las especies plasticidad para responder a las presiones cambiantes del entorno», comentó Ons.
Señaló que, los únicos insecticidas que están habilitados por ANMAT en Argentina para uso domiciliar y sanitario son los piretroides por su aceptable grado de toxicidad.
Las mutaciones hacen que la interacción con el piretroide sea más difícil, haciendo que la dosis habitual de insecticida ya no alcance para matarlo, sino que se necesiten dosis cada vez más altas.
Los investigadores publicaron un trabajo en 2023, en el que estudiaron mosquitos que habían sido recolectados en 2018 en localidades de la Provincia de Buenos Aires y de dos localidades de Jujuy y Salta. Encontraron que parte de los insectos recolectados en el Norte tenían dos mutaciones mientras que un porcentaje alto de los mosquitos de la provincia de Buenos Aires tenía una, otros ninguna.
Pero la situación del dengue en la región empeoró desde 2018. Desde entonces, en el Laboratorio se focalizaron en recolectar y estudiar mosquitos del Área Metropolitana de Buenos Aires más la ciudad de Pergamino, en colaboración con el ANLIS Malbrán y con el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.
En ese segundo trabajo, y a diferencia de lo ocurrido con los mosquitos de 2018, encontraron que las dos mutaciones que los hacen resistentes ya están en toda el área, excepto en Pergamino. Incluso encontraron también que la tercera mutación que confiere resistencia también está presente en la Provincia.
Una de las hipótesis que contemplaba el grupo es que fuesen las fumigaciones las causantes de la mayor presencia de mutaciones, al establecer una mayor presión de selección sobre las poblaciones, se van seleccionando las variantes resistentes.
Como el uso de insecticidas aumenta cuando hay muchos casos de dengue, y para comprobar si este mecanismo evolutivo podría ser el responsable, los investigadores correlacionaron la cantidad de casos de dengue reportados en cada lugar de muestreo con la frecuencia de mutaciones de resistencia. El resultado mostró que en las localidades con más casos, hay más mosquitos resistentes.
«La buena noticia es que estas mutaciones se podrían revertir ya que, si las poblaciones de mosquitos dejaran de estar expuestas a los piretroides por un tiempo, podrían volverse susceptibles», sostuvo.
Sin embargo, la condición de eliminar el insecticida por completo no es simple de conseguir. «En el estado de San Pablo, en Brasil, luego de dejar de usarlo por 10 años para las fumigaciones sanitarias, encontraron que las mutaciones seguían presentes. Posiblemente se deba a que el uso de piretroides, doméstico o en la agricultura, no se discontinuó», aseguró.
Para Ons, entonces, «lo ideal es hacer un manejo integrado, usando otras estrategias antes de llegar a los insecticidas».
«El descacharrado, que deja al mosquito sin lugares de cría, es fundamenta», dijo y subrayó que «las fumigaciones deben reservarse sólo como modo de control de brotes, y no hacerse durante toda la temporada de mosquitos» ya que, «además de evitar el impacto ambiental que conlleva, esto nos ayuda a que las poblaciones no sean resistentes, de modo de contar con una medida efectiva en el caso de declararse la emergencia».