La nueva aventura del escritor Fernando de Vedia, «El criador de dragones», narra la historia de un niño que se topa de manera fortuita con lo que cree es una pequeña lagartija, y con la que vive una odisea de otros tiempos con la que el autor aborda el tema de las mentiras, los límites y la educación.
Francisco, el protagonista de esta historia, se desvive por tener una mascota pero su madre no lo deja porque dice que son sucias y traen enfermedades.
Entonces, sin contarle a sus padres, decide llevarse a su casa una lagartija que encuentra en la plaza y la esconde en su cuarto. La lagartija se convierte en dragón y lo transporta, junto a una amiga, a tierras lejanas donde conocerán a un particular criador de dragones.
«Creo que todo lo que escribimos tiene algo de nuestras vidas. Cuando era chico quería lo mismo que Francisco y mi madre se oponía por razones parecidas. Un día, sin que ella lo supiera, llevé un hamster a mi casa y lo guardé hasta la noche en una caja de zapatos en mi cuarto. Cuando mi mamá lo descubrió se lo tuve que regalar a una amiga. No fue una aventura como la que terminé escribiendo en el libro, pero me sirvió para imaginarla», aseguró el escritor.
De Vedia, autor de «Paco del Tomate», «Lalo Lalupa» y «El espantoso diario de Morton Fosa» entre más de 50 títulos publicados, es licenciado en Publicidad pero al ver que sus libros se vendían bien decidió renunciar a su trabajo de toda la vida y se dedicó a publicar historias para chicos.
El autor aseguró que siempre está en proceso creativo: «escribo varias historias en paralelo, dejo descansar una y sigo con otra mientras estoy pensando en la siguiente. Es un gran placer para mí y me ayuda a mantener en forma la imaginación».
-¿Por qué creés que a los chicos les gustan las historias de dragones?
-Fernando de Vedia: En mi opinión, los seres mitológicos fueron para las sociedades antiguas lo mismo que los superhéroes y supervillanos representan para los chicos de hoy. Si le sumamos que tanto a dragones como a otros seres es posible verlos en películas, libros, juegos, pero -hasta donde yo sé- nadie se ha topado con uno en la vida real, esto le agrega un halo de misterio muy magnético. Pero finalmente lo que a los chicos les gusta son las buenas historias. Lo que hacen los dragones es facilitarnos a los escritores una fuente de inspiración con posibilidades ilimitadas, por tratarse de seres fantásticos.
-Por lo general los padres en la literatura infantil están ausentes o aparecen en un papel secundario, sin embargo los papás de tu protagonista están presentes, se muestran preocupados y hasta se animan a contar sus vivencias personales.
– FdV: Traté de reflejar lo que creo que nos hace bien a todos, sin importar el formato de familia en el que vivas: padres presentes en cantidad y calidad de tiempo compartido, que generen vínculos amorosos y de confianza para que sus hijos sientan que siempre podrán contar con ellos. Que transmitan seguridad pero sin ocultar sus vulnerabilidades. Sé que es complejo, y muchas veces es más fácil enchufarle al chico una pantalla que ponerse a jugar con él. Pero intentarlo ya es un paso hacia el objetivo.
-Otro de los temas es el límite y el respeto que le imponen los padres al protagonista y cómo estos se amoldan a los «mandatos» de los adultos. Como papá ¿sos similar a los personajes de los adultos de tu cuento?
– FdV: Al menos trato de serlo. Hemos pasado por épocas de gran autoritarismo, en las que la opinión de los chicos no contaba e incluso estaba bien visto el castigo físico. La palabra de los adultos no se discutía y las emociones no se demostraban. En los tiempos actuales nos fuimos al otro extremo. Creo que motivados justamente por no querer repetir esos modelos, muchos padres viven hoy la tiranía de sus hijos, y así nos cansamos de ver criaturas caprichosas, sin límites. Algo que ha incidido mucho en este tipo de educación es que hace unos cuantos años el mercado descubrió que los chicos también podían ser consumidores. Y a través de fuertes inversiones y mensajes sistemáticos a lo largo del tiempo, los convirtió en algo parecido a reyes de la ‘Creación’.
-En tu texto describís a los dragones como «cachorros de gatos». ¿Por qué? Te gusta jugar con eso de sacar etiquetas a las cosas «dadas»?
– FdV: Me gusta porque ofrece muchas posibilidades desde el aspecto creativo, permite diferenciarse, y aporta un granito de arena a construir un pensamiento crítico al mirar las cosas desde un ángulo distinto al asumido en general. De todas formas, si bien la historia los ha demonizado, no siempre fue así. Es cierto que la tradición cristiana simbolizó al dragón como la muerte y la desolación. En Babilonia debieron matar a un dragón para crear el mundo civilizado. En Gran Bretaña el dragón era el emblema bélico del Rey Arturo. Y San Jorge se convirtió en el patrón de Inglaterra luego de vencer a un dragón. Pero en China tuvo una imagen positiva: lo consideraban símbolo de la espiritualidad suprema e imagen de la capacidad divina de transformación.
-¿Cómo conjugás tu trabajo con el del ilustrador?
– FdV: Poly Bernatene, además de un amigo, es uno de los grandes ilustradores del mundo. Trabajar con él para mí es un privilegio porque aprendí la diferencia entre una ilustración que se limita a adornar el texto y otra que completa lo escrito y también narra. El resultado de lo que él hace equivale a pequeñas obras de arte que empujan lo que uno escribe a un nivel superior.