El próximo sábado 18 de marzo se inaugura en la galería Mar Dulce la muestra «Las Horas», de Luciana Minerva, quien a través la superposición de múltiples capas de papel cortadas meticulosamente a mano logra conjugar las artes visuales y la poética en una selección de distintas creaciones en color blanco inspiradas en sueños.
Con curaduría de Juan Bruto, la exposición -que podrá visitarse de martes a sábados hasta el 22 de abril entre las 16 y las 19 en el espacio ubicado en Uriarte 1490- surge como un recorrido de obras realizadas íntegramente en papel, en base a ciertas visiones y pensamientos lúcidos, acompañados por algunos relatos. En palabras de la artista, se trata de «24 sueños y simbolismos que llevan al enigma de la hoja en blanco a convertirse en el hilo conductor de un camino de transformación permanente».
Luciana Minerva explica a Télam que «las piezas tienen un formato al que se arriba mediante distintas técnicas que me permiten jugar con luces y sombras en líneas orgánicas. Esos trabajos tienen un fluir y movimiento propios, suelen comenzar por una línea y crecen con un dejo de rebeldía hacia donde encuentran su luz».
«Tengo sueños lúcidos desde chica, mis noches no obedecen a la noche en realidad. Así es como los días tienen momentos de fuga, o ensueño quizás, con lo cual hay pequeñas historias contadas en la pared. De ellos se desprenden varios conceptos que se unen en este relato, puntos simples de una realidad que nos atraviesa a todos», cuenta.
Para la artista «es una muestra particular porque el papel está expuesto como una materia viva, una especie de diálogo al desnudo con el observador» y esto «genera en la contemplación una suerte de provocación, de respeto, un juego nuevo para que cada cual lo complete con su propia voz, con su emoción, con su poesía, con lo que le surja a cada uno».
«La muestra es un recorrido tan atemporal como contemporáneo. Recorre pasado, futuro, deseo, ilusión. Son 24 obras, son 24 horas. Podrían haber sido 48, 72, pero me detuve ahí», asegura la artista y detalla que las creaciones pueden apreciarse «con lupa, también con linterna, descubrir otros planos en los relieves es un juego que me gusta mucho».
El texto de sala que se despliega en la vidriera está calado íntegramente a mano. Letras caídas de un relato que pueden también descubrirse con luz reflejando las palabras en la pared. «Me gusta la simpleza que interpela, que mueve a quien está del otro lado a revisar su emoción y entrar en el cuento compartido por un rato», dice.
Luciana Minerva nació en la Ciudad de Buenos Aires y está radicada actualmente en La Plata. Tras ocho años de formación en talleres de dibujo y pintura, ingresó en 2015 de manera autodidacta al mundo del papel.
«Hacer esta muestra fue un gran desafío a nivel personal. Mi formación artística fue principalmente en dibujo y pintura. Tengo 46 años ahora y en el momento que estudiaba no había tantas opciones para niños, con lo cual me adapté a un profesorado de formación muy rígida y exigente, porque yo quería formarme en lo que tanto amaba. En las clases sólo se permitía reproducir, por lo tanto la creatividad fue quedando no sólo cada día más relegada sino vista como una osadía casi», confía.
Con los años se dio cuenta que «estar frente a la hoja en blanco pasó a ser un ejercicio casi aterrador» por lo que dejó de dibujar por más de 20 años hasta que volvió al arte «a través del papel», al que define como «un medio tan infinito como fascinante»: «Cambié el lápiz por el bisturí y empecé a explorar de manera autodidacta, sin miedo al error porque era un juego con todo por descubrir».
La exposición en Galería Mar Dulce «llega de la mano de este ejercicio, la metamorfosis de la hoja en blanco en un tiempo vacío como hilo conductor de una búsqueda de libertad y exploración personal permanente».
Luminosa e introspectiva, la obra interpela al observador al ejercicio de reescribirla desde su propia emocionalidad. El papel, abordado con las técnicas de paper cut y paper layering, se presenta al desnudo, sin el intermediario del marco o del vidrio, lo que genera una intimidad en su recorrido e invita el público a acercarse y detenerse en los detalles del relieve.